26 de diciembre de 2010

El pecho materno: ¿cisterna o grifo? (2/2)

Antes de empezar, te recomendamos que leas la primera parte de este artículo: El pecho materno: ¿cisterna o grifo? (1)


¿Y por qué el modelo-cisterna, que es incorrecto, nos parece tan natural, y en cambio el modelo-grifo, que explica mejor la realidad, nos parece menos fiable? Bueno, cada un@ tendrá que buscar su propia respuesta. Yo formulo mi propia hipótesis que creo que se ajusta bastante bien a lo que pasa las primeras semanas de la vida del bebé, cuando estamos aprendiendo a conocer nuestro cuerpo y sus necesidades.

Tras el alumbramiento, se produce en el cuerpo de la madre una reacción poderosa de la naturaleza, su pecho, que ha completado su maduración, empieza a producir leche por sí mismo, sin necesidad de demanda. Esto es así porque el nuevo bebé puede estar en una situación delicada, no tener bastante fuerza para mamar, hay que compensar la inexperiencia de la madre, en pocas palabras: hay que asegurar la supervivencia.[1] .

En esos días y en las siguientes semanas, la mayoría de las madres experimentan la “plétora”, es decir, el pecho se nota tenso y duro, lleno de leche. Ya sabemos que sólo es una pequeña cantidad de leche, pero para un recién nacido, puede constituir una toma completa. En cuanto acaba esta toma, el pecho sigue segregando leche por su cuenta. Aún no se puede confiar en el bebé para esto,aunque, por supuesto, la demanda del bebé ayudará a aumentar la cantidad de leche segregada.
Las madres recientes se acostumbran a esta sucesión de plétoras y “vaciados”. Saben que si una toma se retrasa, se escapará una pequeña cantidad de leche de un seno que ya no la puede contener. Así, construye su modelo-cisterna, que de momento le sirve para interpretar lo que ve. Probablemente su equivocación no tenga mayores consecuencias que el considerar que, después de media hora, el bebé ya no está sacando leche y retirarlo del pecho. Normalmente no es una gran interferencia con la lactancia a demanda y lo más probable es que su lactancia prosiga sin grandes tropiezos.

Pero de pronto, entre unas pocas semanas y los tres meses, el modelo cisterna empieza a llevarnos a previsiones equivocadas. El pecho empieza a regular su producción. Esto es, deja de producir los excedentes del “por si acaso”. La madre poco a poco deja de sentir la plétora, que ya no cumple ninguna función, y sólo segrega leche mientras el bebé mama. Interpreta, erróneamente, que no tiene leche. Es la única explicación compatible con su modelo-cisterna. Si espera mucho rato entre dos tomas, sus glándulas, que guardan cierta memoria de las costumbres del bebé, empezarán a segregar leche y la madre notará una plétora más suave de lo habitual. Su interpretación, de nuevo equivocada, será que tarda más que antes en “llenar” el pecho y consigue “llenarlo” cada vez menos.

En este caso es mucho más recomendable renunciar al modelo-cisterna, cambiarlo por el modelo-grifo… y volver a pensar en los supuestos problemas de lactancia con esta nueva óptica. Así entenderemos mejor que no hay falta de leche y que no debemos sospechar que el bebé no está comiendo lo suficiente, a no ser que muestre signos indirectos de desnutrición [2], y no porque la madre tenga el pecho más o menos tenso.

Desgraciadamente, muchas madres dejan la lactancia en este punto, creyendo que el modelo cisterna es el correcto y que efectivamente se han quedado sin leche, algunas de ellas muy a su pesar. De este modo, hay un porcentaje muy elevado de madres que opinan que el modelo-cisterna es el correcto, y será a él al que recurra frecuentemente la sabiduría popular de las personas que rodean a una madre reciente. 

Si esa madre ha tenido sólo un bebé (lo cual no es poco), se enfrentará al fracaso de su modelo-cisterna a lo largo del segundo mes de vida de su bebé, cuando ya han pasado los nervios de los primeros días. Este margen le da tiempo a informarse o a acudir a reuniones de apoyo, que le darán la oportunidad de resolver sus dudas o problemas y de recuperar la confianza.

Pero si el parto ha sido múltiple, se suele recomendar iniciar la lactancia con cada bebé por separado, así que dos o más bebés succionan del pecho prácticamente las 24 horas del día. Es decir, es frecuente que la plétora pase desapercibida porque no suele llegar a transcurrir más de media hora entre tomas (Ver nota). Esto hace que una madre de múltiples se enfrente en los primeros días, no solo a la emoción de convertirse en madre, sino también al fracaso del modelo-cisterna, que puede haber asumido a través de la experiencia ajena o propia, ya que puede tener otros hijos mayores. Y no, no es fácil sacar tiempo para buscar información, ni para hacer una excursión a una reunión de lactancia.

Por eso es especialmente importante hacer llegar información fiable y objetiva sobre lactancia a las familias que esperan un nacimiento múltiple y tienen la intención de amamantar a sus bebés. Y es esencial que tanto la madre como los familiares que la rodearán en ese primer momento tengan una idea clara del funcionamiento de las glándulas mamarias. De este modo, en lugar de acrecentar la tensión manifestando sus dudas sobre la cantidad de leche “almacenada” en sus pechos, puede ayudarla a mantener la confianza en su capacidad para amantar a sus bebés.  Y entretener al que tenga que esperar su turno para mamar, que siempre se agradece.

Nota: Se da también el caso de madres de singletones que no sienten claramente la plétora (alrededor del 30%) [1] y de madres de múltiples que sí lo hacen (no conozco estadísticas oficiales al respecto, por lo tanto no me atrevo a dar el dato). En ninguno de los dos casos hay que sospechar por ello una patología. Sin embargo, no se ha incluido una discusión al respecto por no ser el caso más frecuente.

Referencias:

[1] La Liga de la Leche Internacional, El arte Femenino de Amamantar, Ed. Pax México, 2001 (ISBN 978-9688603550 )
[2] Juan José Lasarte (Trad.), Not enough milk, Division of Child Health and Development, Update N21, 1996.

Lecturas recomendadas:
Imagen: Sonia Casanova  

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