28 de febrero de 2011

Taller Marzo Multilacta "Especial gemelos" en Madrid

 
Siguiendo con las charlas que comenzaron el mes pasado, Multilacta, dará en el mes de Marzo una nueva charla. Esta vez dedicada por exclusiva a los gemelos con el siguiente programa:
  • Cuidados durante el embarazo
  • El parto y los primeros días
  • ¿Cómo son los bebés nacidos de partos múltiples?
  • Primeros obstáculos: separación madre-bebés, prematuridad, bajo peso, falta de referencias, inseguridad, falta de información
  • Mitos y realidades de la lactancia con gemelos
  • El papel del padre con gemelos
  • La importancia del cuidado a la madre
  • Posturas para la lactancia con gemelos
  • Recursos de apoyo
  • Tipos de lactancia
  • Lactancia materna con gemelos

DÍA Y LUGAR
9 de Marzo a las 10.30 horas
Centro de Salud Ciudad San Pablo
Avda Madrid, 11
Coslada- Madrid


27 de febrero de 2011

Consejos para enseñar el autocontrol

El autocontrol es uno de los objetivos que se pretenden cuando se educa a un niño.

En un primer momento, educamos ‘desde el exterior’, con normas, sanciones, premios, etc. Pero lo que pretendemos es que el niño interiorice lo que intentamos enseñarle y que actúe más adelante sin necesidad de que nadie le recuerde lo que debe hacer.

Y sin esperar ningún premio ni alabanza por ello.

Nuestro objetivo es que el niño sea independiente y que él mismo se motive y autocontrole a hacer lo que considere correcto. Es decir, queremos que no dependa de los premios externos sino de la satisfacción interna de hacer las cosas como piensa que deben hacerse.

¿Cómo ayudar al niño a ir adquiriendo poco a poco ese autocontrol?

Una manera muy sencilla es la de cambiar la manera de elogiarles, poniendo el énfasis no tanto en lo contentos que estamos porque haya obrado bien, sino en lo contento que debe de estar él.

Así, por ejemplo, sería mejor decir: “Debes sentirte muy bien después de haber acabado las tareas”, en vez de: “Me parece genial que hayas acabado las tareas”.

Otra manera de estimular el control interno es recordarle si se ha felicitado a sí mismo.

Por ejemplo, comentarle: “Te habrás dicho a ti mismo que has cumplido con tu obligación, ¿verdad?”

De esa manera vamos favoreciendo el control interno más que el externo. Y en eso consiste el autocontrol.
Fuente: www.psicologoescolar.com

25 de febrero de 2011

La vida con múltiples: Eva

http://criandomultiples.blogspot.com

No hace mucho, colaboramos con la revista Mi Pediatra en la realización de un reportaje sobre la vida con múltiples. La persona que nos contactó nos envió un cuestionario que algunas madres rellenaron, y que le sirvió para crear el reportaje. Hoy queremos ofreceros las respuestas  a sus preguntas, ya que da una visión particular de cada madre y de cada familia. Empezaremos con las respuestas de Eva y cada semana iremos publicando una nueva, hasta publicarlas todas. 

¿Podrías describirnos cómo fue el momento en que os comunican “Vienen gemelos (o trillizos…)”? ¿Qué sentiste?
En mi caso, llorar. Eso es lo que hice. Se me vino el mundo encima porque era el segundo embarazo y por nada del mundo nos lo podíamos imaginar. Lloré un día entero porque había que cambiar de casa, había que hacer un gran esfuerzo para estirar la nómina. Pero sólo me duró un día. Al día siguiente me consideré una afortunada, porque yo era una elegida para traer dos vidas a este mundo y a la vez!.

¿Cuáles fueron los principales problemas a los que te enfrentaste durante el parto? ¿Podrías darnos algún consejos para superarlos?
No tuve ningún problema a la hora del parto. Tenía claro que debía dejar que la naturaleza siguiese su curso. Mis pequeñas estaban perfectamente colocadas para nacer, y así fue: un parto de dos horas, y sin epidural. Lo único que sufrieron mis bebés fue una transfusión feto-fetal, pero eso es otra historia.

Una vez que nacen toca organizarse. ¿Algún truco para conseguirlo para las futuras madres de gemelos o trillizos?
Tú mismo lo dices, es cuestión de organización y previsión. Por supuesto, lo primero es lo primero: atender a los bebés y que los papis (sobre todo la mamá) descansen. La casa, la limpieza, deben pasar a un segundo plano. Poco a poco, viene todo rodado. Cocinar en ratos que se tienen libres, hacer compra para que no falte nada en casa, por si acaso, etc..

Hora de lactancia. ¿Cómo te apañas para dar de mamar a los dos? ¿y si son más de dos?
Tenemos dos pechos, pues entonces no hay problema. Hay que estar segura de que puedes amamantar. ¡Se puede! En cuanto a posturas, hay que pillarle el truco. Reconozco que me costó mucho. Pero lo conseguí y gracias a estas chicas fantásticas del foro, que son de una ayuda vital.

Ropa para dos, comida para dos, juguetes para dos… ¿Prefieres todo por igual porque es más cómodo o por que no se peguen, o crees que es mejor diferenciar y que cada uno vaya diferente, tenga juguetes distintos, etc? Por otro lado, el aspecto económico, ¿qué tipo de ayudas, servicios o trucos recomiendas?
Yo pensaba comprar ropa diferente, juguetes diferentes, etc. Pero he podido comprobar con el tiempo que si de algo tengo una sóla cosa se “pelean” por ella. Si tengo dos, no hay ningún problema, así que todo por duplicado. En cuanto a la ropa, lo mismo. Sólo que he descubierto que es tremendamente cómodo llevarlas casi iguales (suelo cambiarles el color)

Hora de ir al cole, ¿juntos o separados? He leído algunas experiencias en el foro y veo que, aunque parece que se recomienda separarles, preferís que la separación sea lo más tarde posible. ¿Qué crees que es más recomendable y por qué?
¡JUNTOS! Por qué han de ir separados? La unión que tienen estos niños se forma enel útero materno. ¿Por qué se han de separar? Somos los padres los que tenemos que fomentar su individualismo, con ayuda del profesorado. Separarlos puede ser más dañino para ellos que dejarlos juntos. Sólo una persona que convive con ellos 24 horas es capaz de ver la relación y la magia que los envuelve. A dos amigos íntimos, no los separan de clase, ¿no?

Imagino que la crianza múltiple no es nada sencilla y a veces todo se complica al mismo tiempo. ¿Qué haces cuando se te acaba la paciencia?
Respirar hondo, llorar, hundirnos un poco y volvernos a levantar, ¡como todos!

Resúmeme en pocas palabras o frases, cómo ha sido y es vuestra experiencia personal desde el embarazo, pasando por el parto al después, cuándo ya empiezan a crecer y hacerse personitas de 3, 5, 7 años…

Es lo más grande que te puede pasar en la vida. Ya tenía un niño de cuatro años, pero vivir este mundo de los múltiples es especial. El embarazo, que te miren la barrigota que se nos pone, decir bien orgullosa que traes dos. El parto, pasear y que todo el mundo les mire y diga algo (aunque también cansa que parezcan monos de feria) ver cómo interactúan, las risas, las miradas, la compenetración, cómo se buscan por la noche mientras duermen juntos.. No tiene precio.

Eva M. Gutiérrez
Mamá de un niño de 4 años y gemelas de 15 meses.
Laguna de Duero (Valladolid)

24 de febrero de 2011

¿Necesito preparar mis pezones para la lactancia?


No hace muchos años, la respuesta a esta pregunta incluía una variedad de sugerencias, diseñadas para disminuir el riesgo de dolor a los pezones. A las mujeres embarazadas se les recomendaba "endurecer" sus pezones tocándolos o frotándolos con una toalla. ¡A otras hasta se les decía que utilizaran un cepillo de dientes sobre sus pezones!

Naturalmente, ahora sabemos más sobre la prevención de dolores en los pezones y que las viejas sugerencias probablemente causaban mas dolor en vez de reducirlo. La causa principal de este dolor es la mala colocación del bebé en el pecho. Cuando se corrige la posición, el dolor desaparece. ¡DAR EL PECHO NO DEBE DOLER!

Gracias a un aceite especial secretado por las glándulas de Montgomery (unos puntitos alrededor de la areola), los pezones se mantienen limpios. No hay necesidad de utilizar el jabón para lavarlos y de hecho, el jabón puede secar la piel. El agua limpia es suficiente. Si encuentras que tus pezones están secos, puedes utilizar una crema para la piel durante el embarazo.

Después de que nazca tu bebé, se recomienda utilizar algo que no tenga que ser lavado, como una lanolina ultra-pura.

Muchas mujeres tienen dolores en los pezones, pero este dolor se puede eliminar. El dolor significa que algo no está bien como la posición del bebé o, en casos raros, problemas más complicados. Si tus pezones se lastiman, buscan ayuda inmediatamente de un consultor de la lactancia o contacta con La Leche League< Extraído de www.breastfeed.com

23 de febrero de 2011

La cultura del biberón



Una de las razones por las que la lactancia materna es tan difícil para muchas mujeres occidentales es que vivimos en una "cultura de biberón". La lactancia materna es natural, pero no instintiva.Hay que aprender. Sin embargo, es difícil aprender acerca de la lactancia materna en una cultura de biberón.

Esta entrada describe esta cultura de biberón en que vivimos Para más información, consulta las entradas sobre lactancia materna .
  • Muchos de nosotros nunca hemos visto a un bebé tomando el pecho.
  • Prácticamente ninguno de nosotros ha visto un niño mayorcito (toddler) tomando pecho. Menos personas han visto una lactancia en tándem.
  • Todos nosotros, sin embargo, hemos visto dar el biberón a un bebé, incluso bebés que se lo toman solitos.
  • ¡No es de extrañar que pensemos en la alimentación con biberón como la manera normal de alimentar a un bebé!
  • Las imágenes de bebés tomando biberón abundan en las películas y en televisión, pero los bebés amamantados están más o menos restringidos a documentales o noticias sobre hambrunas (por lo general vemos a una mujer muerta de hambre con un bebé desnutrido en su pecho, aparentemente vacío - ¿no nos ayuda a crearnos la impresión de que la lactancia materna es para gente desgraciada, pobre, sin educación, con hambre, mientras que dar el biberón es lo moderno y saludable?). Hay muy pocas películas en las que aparezca un bebé tomando pecho.
  • Muchos de los libros para niños presentan la alimentación con biberón como la normal (y normalmente la única) forma de alimentar al bebé. Pocos libros para niños mencionan la lactancia materna (aunque, afortunadamente, el número parece ir en aumento).
  • Hay montones de muñecas que dan biberón y muy pocas que den el pecho.

Para colmo de males, el observador casual recibe una imagen distorsionada de las actuales prácticas de alimentación del bebé:
  • La alimentación con biberón es muy visible
    • Los padres que dan biberón no se sienten obligados a ocultar lo que están haciendo - todo el mundo puede decir que están dando a su bebé un biberón
    • Aun cuando no se esté dando el biberón, los biberones en la silla de paseo, junto a la bolsa de pañales o encima de una mesa anuncian que el bebé es alimentado con biberón.
  • La lactancia materna es mucho menos visible
    • Algunas madres que amamantan evitan hacerlo en público . Algunas prefieren dar biberones cuando están en público. Otras practican el arte de la ocultación.One of the reasons why breastfeeding is so hard for many Western women is that we live in a bottle-feeding culture.
    • Las madres que dan el pecho en público hacen todo lo posible por ser discretas. Mientras que alguien muy observador puede decir que una madre está dando el pecho a su bebé, alguien que va a lo suyo a menudo no se da ni cuenta.
    • Las madres lactantes no son fácilmente reconocidas como tales, excepto en el momento de dar el pecho (véase los bebés alimentados con biberón - se pueden ver sus biberones en la mano, en su silla de paseo, etc.) Incluso las madres que llevan camisetas de lactancia no serían reconocidas por la mayoría de la gente como tales madres lactantes, y muchas madres no llevan ropa especial para dar el pecho.
  • La alimentación con biberón también es visible de forma desproporcionada porque los fabricantes de sucedáneos de leche materna artificial promueven sus productos a través de la publicidad. La leche materna, aunque superior en casi todas las formas imaginables, no es promovida de la misma forma.
Nuestra sociedad tiene una necesidad desesperada de que las madres amamanten a sus bebés en público abiertamente.También necesitamos libros y programas de televisión con madres que amamanten. Nuestros niños necesitan muñecas que den el pecho, no biberones. Si una niña crece pensando que la lactancia materna es la forma normal de alimentar a un bebé, será mucho más probable que lo intente, y sabiendo que muchas mujeres pueden hacerlo sin dificultad, tendrá más confianza en sí misma como madre que amamanta. Si un niño crece viendo la lactancia materna como la forma normal de alimentar a un bebé, será mucho menos probable que de adulto se vea perturbado por la idea de una madre amamantando a su bebé en público o en privado. Esa persona es probable que sea un gran apoyo de su compañera en período de lactancia. También verá como algo normal que todas las mujeres amamanten a sus bebés en público. 

Imagen extraída del blog La Safor al pit

22 de febrero de 2011

Múltiples famosos: Jean y Gérard de Trazegnies

En la Edad Media se extendió la costumbre de inventar (o adornar) la vida de héroes, creando largos cantares de gesta que eran transmitidos oralmente de uno a otro juglar, que a su vez los relataban para entretenimiento de nobles o plebeyos.

Todos conocemos los ejemplos emblemáticos de este estilo literario: el Cantar del Mio Cid en España y la Chanson de Roland en Francia. Hubo muchos más, algunos alcanzaron una enorme difusión a lo ancho de Europa. Sin embargo, dadas las enormes dificultades para conservar los textos originales, la mayoría no ha llegado a nuestros días.

La "Historia de Gillion de Trazegnies y la Dama Marie" parece haber tenido su origen en uno de estos cantares, que alcanzó tal fama en la Europa medieval, que se conocen distintas versiones, tanto en francés como en alemán, idioma en el que se cambió su nombre por "Herzog von Gleichen", algo así como "Conde de la Igualdad". No se conserva el original en verso, pero sí una traducción novelada en frances antiguo, que data del siglo XV. Esta es la versión que ha sido traducida al castellano y se puede leer gratuitamente en internet (La historia de Gillion de Trazegnies).

Gillion, el protagonista de la novela, es un personaje imaginario. La novela no es una biografía, ni estricta ni adornada, es una creación literaria. Su historia tiene rasgos de la vida de algunos de los caballeros de la casa Trazegnies, y otros completamente inventados. En un resumen muy sucinto, su historia es la siguiente:

La novela comienza cuando el caballero Gillion, a pesar de gozar del favor del conde de Hainaut, el aprecio de su pueblo, y estar felizmente casado con la dama Marie, está entristecido porque pasa el tiempo y no tiene descendencia. Decide entonces hacer una promesa: si su esposa queda embarazada, él irá personalmente a orar a Jerusalén para agradecer tanta dicha. Poco después la dama Marie le da la feliz noticia y él, cumplidor, parte desde la actual Bélgica a Tierra Santa de inmediato.
 
Desgraciadamente, en el viaje de vuelta, su barco es apresado por piratas, quienes le entregan al Sultán de Babilonia. El Sultán, trás torturarlos, les condena a muerte, pero su propia hija, la bella Graciana, le ruega que les perdone la vida, así que quedan presos.

Poco tiempo después, Egipto es acatado por Chipre, y el Sultán es apresado con grave riesgo para su vida. Graciana pide entonces ayuda a Gillion, bajo la promesa de que no aprovechará para escapar. Nuestro caballero salva, junto con sus hombres, al Sultán. Así Gillion se convierte en un prisionero de lujo, asesor militar del Sultán.

Mientras tanto, en Hainaut, la dama Marie ha dado a luz a sus hijos, una pareja de mellizos llamados Jean y Gérard, que crecen sanos y fuertes. Pasan los años y su esposo no vuelve, así que un primo lejano, el caballero Amaury, pretende que se declare muerto a Gillion, casarse con Marie, y de paso quedarse con la heredad. Ella no cree que Gillion haya muerto y pide ayuda a su tio, el conde de Hainaut, quien manda al propio Amaury a buscar el anillo de Gillion como prueba de su muerte.

Amaury llega a Oriente y encuentra con sorpresa a Gillion en muy buena posición social. Le cuenta que su esposa murió al dar a luz a su hijo, quien también murió poco después. Gillion, apenado, no encuentra motivos para volver. Unos años después se acabaría casando con Graciana, que le fue ofrecida por el propio Sultán con la intención de obligarle aún más fuertemente a quedarse en Babilonia y a guardarle lealtad. Este matrimonio ofrecería a Gillion el derecho a heredar el trono del Sultán, quien tenía la esperanza de borrar así del corazón de Gillion cualquier resto de añoranza por su tierra natal. El caballero Amaury, que pensaba completar la jugada contandole a Marie una historia similar, muere en una emboscada a la vuelta y Marie se vuelve a quedar sin noticias.

20 años después de la marcha de Gillion, Jean y Gérard ya son dos jovenes y valientes caballeros que, creyendo en la intuición de su madre, no dan a su padre por muerto. Llegada su madurez, deciden partir en su busca. Ambos son apresados en el camino y vendidos como esclavos pero, dado que era evidente que eran dos grandes guerreros, ambos acaban luchando en diferentes ejércitos. Pasaron algún tiempo así y vivieron fascinantes aventuras hasta que el destino les volvió a unir: se encontraron en el campo de batalla luchando en bandos contrarios pero se reconocieron, a pesar de las mascaras y celadas de guerra, por su forma de luchar. Unieron sus fuerzas y adquirieron fama  de imbatibles en todo Oriente Medio.

A Gillion llegaron noticias de estos dos caballeros a los que nadie se atrevía a enfrentarse y que llevaban al cuello sendas medallas con las armas de Trazegnies y los mandó apresar para interrogarles. Cual no sería su sorpresa cuando descubrió con gran orgullo que eran sus propios hijos. Aclarados los malentendidos,  decidió volver a su hogar junto a su primera esposa y sus hijos. Su segunda esposa le acompañó en su viaje.

Marie, considerando que Graciana había sido durante los últimos años la esposa "legal" de Gillion, y movida por la espontanea simpatía que le inspiraba la joven, decidió retirarse a la vida contemplativa en la abadía de la Oliva. Graciana no quiso consentir ese sacrificio e ingresó ella también en la abadía, donde ambas esposas vivieron hasta el fin de sus dias unidas por una gran amistad.

Gillion repartió sus posesiones entre sus hijos y se retiró a vivir en la abadía de Cambron, donde recibía a menudo a los que querían escuchar las muchas aventuras que había vivido. Pero sucedió que el Sultán volvió a requerir sus servicios con urgencia. Y, habiendo muerto poco tiempo antes sus dos esposas, Gillion decidió partir de nuevo con aquellos que, deseosos de aventuras, le quisieron acompañar.

Luchó denodadamente para defender a su viejo amigo, pero con tan mala suerte que fue herido de gravedad. En su lecho de muerte pidió al Sultán que, ya que no podría morir en su tierra, extrajeran de su cuerpo sin vida su corazón y lo mandara enterrar en la abadía, entre sus dos esposas.

Y aquí termina la historia de Gillion, pero dicen que algún tiempo después Jean y Gérard se pusieron de acuerdo para que uno de ellos se quedara al cargo de sus tierras en Hainaut y el otro pudiera partir a Tierra Santa a cumplir las promesas de su padre y a continuar la aventurera vida de la familia.


Fuente: Existen siete manuscritos con el texto de la novela, todos del S. XV. La traducción en la que se basa este resumen es el texto que perteneció al Príncipe de Cleves y que actualmente se encuentra en la Bilioteca de la Universidad de Leipzig (Alemania). Ese texto fue publicado en 1830 por el Prof.O.L.B. Wolff, catedrático de Francés Antiguo de esa Universidad.

Traducción: El texto ha sido traducido del francés antiguo al castellano por Fernando de Trazegnies.

Imagen: La ilustración pertenece al manuscrito caligrafiado por David Aubert en el S. XV para Louis de Gruuthuse. Actualmente se encuentra en la Chatsworth Foundation.

21 de febrero de 2011

Carros gemelares: Voltereta

La silla de paseo gemelar Voltereta es una silla pensada para niños a partir de seis meses, dado que no se reclina completamente. Está fabricada en aluminio (el chasis), poliéster (los textiles) y espuma (los manillares). Aguanta a niños de hasta 15 kilos de peso. Se pliega en paraguas. Dispone de seis pares de ruedas, fijas las traseras y móviles las delanteras, con frenos en las traseras. Incluye de serie capota, cestillo y plástico de lluvia.
Medidas (abierta) : Alto 106 x Ancho 76 x Fondo 78,5 cm
Medidas (plegada) : Alto 106 x Ancho 53 x Fondo 26 cm
Se vende exclusivamente en El Corte Inglés. Y su precio es bastante barato para lo que suelen costar estas sillas.

19 de febrero de 2011

¡Cuidado con las etiquetas!



Adriana juega en el parque con Jorge, mientras sus madres charlan animadas sobre cómo son sus hijos y los cambios que han notado en ellos recientemente. “Adriana es un trasto” dice su madre (delante de ella, que parece distraída pero que en realidad tiene todas las antenas sintonizadas con los comentarios maternos) “desde que se levanta hasta que se acuesta, es que no hace nada a derechas, es un desastre. Como esto siga así no sé que va a ser de nosotros”

La mamá de Jorge replica “Bueno, lo cierto es que Jorge está despuntando como un niño increíblemente creativo y curioso, yo creo que no hay ni un juguete en casa que no haya destripado ya... yo le digo en broma a su padre que éste va a ser por lo menos ingeniero aeroespacial!”.

“Qué curioso” comenta la madre de Adriana “mi pequeña hace exactamente lo mismo que Jorge, ¡destroza todos los juguetes!... pero es que insisto, ella es un mal bicho... como mucho llegará a casarse con el tuyo”. Ambas se ríen, pero lo que no saben es que tanto la una como la otra acaban de inaugurar la lista de etiquetas y opiniones (basadas en las expectativas que cada una alberga sobre su retoño) que tendrán sus hijos de sí mismos durante toda la infancia y, posiblemente, la edad adulta.

¿Ángeles o demonios?

En el transcurrir del primer al segundo año, los pequeños nos muestran ya con fuerza muchos de los rasgos de su personalidad, entremezclados con ciertos comportamientos que podemos llamar evolutivos y que son, además de pasajeros, comunes a casi todos los pequeños de esta edad. Por ejemplo, la mayoría de los pequeños de año y medio son bastante temerarios: acaban de lograr la “conquista del espacio” mediante la adquisición de la habilidad para desplazarse solos y, en el momento en que perfeccionan la técnica un poco y se ven seguros, sienten el deseo irrefrenable de ir a por todas. Esto implica, por supuesto, que no van a valorar como peligrosos ni un suelo mojado y resbaladizo, ni una mesa demasiado alta, ni un enchufe desprotegido (con esos agujeritos tan curiosos que invitan a meter dentro los dedos!). Esta misma temeridad es la que les lleva, por otro lado, a regresar de tanto en tanto a los brazos de mamá con más fuerza que nunca y a pedir ser tratados de nuevo como un pequeño bebecito, mimosos y necesitados como nunca de atención.

La tozudez extrema (necesaria para autoafirmarse y descubrir quién son ellos), es otro rasgo de esta etapa en la que empiezan a rebelarse contra todo formalismo y rutina: cambiar pañales, poner abrigos, sentarse en el carrito, terminar un día de parque, etc... Lo mismo ocurre con la posesividad (es la etapa del “¡e mío!”) y otras muchas muestras de que sus intercambios con la realidad no siempre son fáciles (rompen casi todo lo que pasa por sus manos, lloran cuando no pueden expresarse, etc...).

Tenemos, en fin, a unos pequeños que dejan de ser bebés para convertirse, al final de esta etapa, en niñitos, y que comienzan a hacerse notar de manera asombrosa influyendo en todo y todos a base de carácter.

Es realmente difícil que sepamos valorar qué comportamientos de nuestros hijos son registros propios de su desarrollo y cuáles están ya significando unos rasgos de personalidad.

Por eso, resulta muy importante tener bastante cuidado con lo que esperamos de ellos y con las etiquetas que les ponemos en este momento: no sólo van a ser nocivas para su autoestima, es que, además, pueden resultar opuestas al verdadero yo que reside en su interior y, por tanto, impedir un correcto desarrollo emocional.

Nuestros mensajes calan hondo

Los padres somos los espejos de nuestros hijos: nuestros mensajes y opiniones sobre ellos, lo que les decimos y les mostramos con nuestros gestos y expresiones, conforman su autoestima. La autoestima es la opinión que nuestros hijos tienen de ellos mismos, lo que creen que valen. Y son los mensajes que reciben de los padres y los de nadie más los que, en la primera infancia, conforman la imagen que tienen de sí mismos. Puede que la abuela diga: “este niño es un caprichoso”; pero si la madre o el padre no opinan lo mismo y se lo hacen saber a su hijo de diferentes maneras, el niño no se sentirá marcado por esa etiqueta. Por eso, los juicios de valor que provienen de los padres pueden hacer mucho bien (si le transmiten al niño que él es una persona digna de ser amada tal cual es y haga lo que haga), pero también mucho daño.

Mucho antes de aprender a hablar, nuestros hijos son capaces de comprender de forma bastante eficaz el lenguaje y los conceptos que encierran nuestras palabras , frases y actitudes; por tanto, a estas alturas, ya han reunido activamente docenas de adjetivos que han sido utilizados para calificarle a él y sus acciones. Cuando describimos a nuestros hijos como “malo”, “torpe”, “cansino”, “pesado” o “maleducado”, ellos concluyen que esas deben ser las cualidades que poseen y, sin dudarlo (porque confían ciegamente en nosotros) las incorporan como parte del bagaje personal y afectivo con el que van a contar para crecer.

Poco a poco y con nuestros mensajes sobre sí mismos, nuestros hijos van construyendo eso que llamamos “autoimagen”. Y lo harán reflejando fielmente nuestros juicios y opiniones, porque sucede que el niño jamás se va a cuestionar si nuestras etiquetas son adecuadas o no: lo que va a cuestionar es su propio valor.

Y como todos, niños y adultos, nos comportamos y nos desenvolvemos en la vida de acuerdo a la imagen que tenemos de nosotros mismos, la ecuación que resulta es bastante sencilla: si el niño piensa y siente que es, por ejemplo, un desastre (egoísta, distraído, soso o caprichoso), le va resultar muy difícil comportarse a lo largo de su infancia de otra manera que no sea esa porque, de lo contrario, sentirá que “no es él”.

¿Qué esperamos de ellos?

Nuestras experiencias pasadas, nuestras necesidades personales y nuestros valores culturales se combinan para formar una red de expectativas sobre nuestra paternidad (es decir, sobre el tipo de padre o madre que queremos ser) y sobre nuestros hijos (sobre lo que esperamos que ellos sean). Estas expectativas son las varas con las que medimos a nuestros hijos. Por ejemplo, si en las expectativas que tenemos como padres cuenta la de ser unos padres siempre serenos, de esos que parece que siempre tienen todo bajo control (quizá en nuestra casa vivimos todo lo contrario y pretendemos evitar los errores que cometieron con nosotros), cualquier rabieta o arrebato de tozudez por parte de nuestro pequeño nos sacará de nuestras casillas y nos hará mucho más proclives a calificar a nuestro hijo de “rebelde” “malo” o “desobediente” (porque su comportamiento nos hace muy difícil mantenernos en ese papel que queremos desempeñar). Si, por el contrario, toleramos mostrarnos ante el mundo como padres a veces desconcertados, a veces indecisos (ambas cosas muy normales, en cualquier caso), es posible que comprendamos mejor determinados comportamientos y nuestro hijo no nos parezca tan malo sino, simplemente, un “pequeño de su edad”.

Por otro lado, es posible que, por desconocimiento o inexperiencia, pensemos que un niño de un año y medio debería ser limpio, dormirse solito y sin necesitarnos, comer con la elegancia de un diplomático, estar callado cuando se le pide, mantener las manos quietecitas frente a los botones de un electrodoméstico, ser siempre obediente y muy sociable. Con estas expectativas inalcanzables y por desgracia muy comunes, tenemos todas las papeletas para que el pequeño no sólo no llegue nunca a comportarse como nosotros esperamos (lógicamente) sino que, además, se lo estemos recordando constantemente (“ay cariño, deja ya de comer como un marrano” “mira que eres desobediente” “¿pero cuándo vas a dejar de ser tan llorona?”) enviándole una y otra vez el mensaje de que nunca estamos satisfechos con cómo es él y etiquetándole ante amigos y familiares de cochino, cobarde o quejica.

Descubrir lo que hay detrás.

Ahora que ya sabemos que las etiquetas que ponemos a nuestros hijos dependen, en gran medida, de cómo vemos nosotros las cosas y cómo las vivimos, tenemos en nuestra mano todas las herramientas para cambiar nuestro discurso hacia ellos y empezar a alimentar su autoestima en vez de minarla.

Resulta tan sencillo como “darle la vuelta a la tortilla” y descubrir las grandes cualidades que se esconden tras lo que nosotros vivimos como defectos.

1- El Tímido (“es un soso” “es un asocial” “es muy parado”). Un niño tímido es, en realidad, un gran pensador. Un observador de la vida, un intelectual en miniatura. Maestro de las pequeñas cosas y disciplinado como pocos, disfruta con los placeres más sencillos de la vida. Huye de las multitudes pero se siente como pez en el agua cuando está entre los suyos. Afectuoso, cariñoso hasta el extremo y prudente en sus avances (solo moverá ficha cuando esté bien seguro de hacerlo, pero una vez que lo haya hecho no mirará atrás), sólo muestra sus encantos cuando realmente comprueba que está entre amigos. Por eso, conquistar la sonrisa de un tímido tiene doble valor para el que lo consigue, porque este pequeño no se deja seducir fácilmente: hay que estar a la altura de su enorme corazón. Un tipo interesante ¿no?.

2- El Travieso (“no tiene una idea buena” “es un insensato”). Este pequeñín es un explorador nato, un valiente, un atrevido. Un pequeño que se come la vida a bocados, una personita que sabe que asumir ciertos riesgos puede tener buenas recompensas. Su creatividad es desbordante y siempre sabrá ver en las cosas más sencillas las utilidades más complicadas. Ni los obstáculos ni las amenazas se hicieron para parar a este pequeño de carácter optimista y dicharachero (que seguro contará con grandes destrezas físicas...¡las necesita para sus malabarismos!). Disfrutará de todo lo que la vida le ofrezca y será un gran solucionador de problemas porque ideas, aunque sean disparatadas, no le van a faltar nunca.

3- El Malo (“es de la piel de Barrabás” “este es un egoísta” “desobediente”). Aquí tenemos a los niños más incomprendidos e injustamente tratados. Son hipersensibles (aunque parezcan duros como piedras), muy inteligentes y necesitados de atención al extremo; Tras las maldades y egoísmos de este chiquitín se esconde una criatura excepcional que necesita ser descubierta y acompañada, porque a menudo se siente solo. Tras su desobediencia se está expresando un deseo profundo de cuestionar lo establecido y sus negativas pueden invitarnos a una interesante reflexión educativa. Es un diamante en bruto y, como tal, necesita ser pulido con todo el cariño del mundo para poder brillar.

4- El Caprichoso (“es una pesada, todo lo quiere” “es un cascarrabias” “tiene muy mala uva este pequeño”). Lo tiene claro y sabe cómo, cuándo y dónde lo quiere. Con una determinación, un carácter de fuego y una capacidad de perseverar en sus empeños que ya la quisieran para sí muchos adultos, este pequeño se mueve por la vida con los ojos bien atentos y un gran poder de discriminación. No le dan igual ocho que ochenta y es un gran luchador. A este chiquito no le vale un no por respuesta, será un gran negociador que no dudará en perseguir con tesón aquello que considera bueno para sí y para los suyos. Lo que hoy es llanto y pataleta, mañana será arrojo: ¡cuidado, que a este pequeño no habrá ningún reto que se le resista!

5- El Mimoso (“todo el día pegada a las faldas de su madre” “es un malcriado” “no sabe estar solo”). La ternura, como los manjares más delicados, se hizo para los que saben apreciar las cosas buenas de la vida. Y estos pequeños son unos “gourmets” de las emociones. Saben lo que es mejor para ellos (“los brazos de mami y los achuchones de papi”) y no dudan ni un instante en disfrutar de ello a tope. Hogareños, familiares e incondicionales a un buen regazo, estos peques son y serán grandes conocedores del alma humana y sus sutilezas. Si son respetados en su gran necesidad de contacto, el día de mañana serán adultos seguros de sí mismos, amigos fieles, solidarios y empáticos.

6- El Llorón (“es un pesado, llora para todo” “todo el día quejándose” “es una cuentista”). El don de la comunicación sólo es para unos pocos. Y estos niños, aunque cueste creerlo, son grandes comunicadores. Capaces ya de albergar en su interior gran variedad de sentimientos, su limitado lenguaje aún no les acompaña para expresarlos y los comunican mediante el llanto. Cuando aprendan a hablar con soltura, estos pequeños no callarán ante nada y verbalizarán su intensa vida interior y sus experiencias. Serán contadores de historias y excelentes narradores. Portavoces de sí mismos y de los demás, sabrán muy bien cómo hacerse entender hasta en los más pequeños matices y nos mostrarán su mapa afectivo sin perder detalle. Tienen suerte: desde el inicio de sus días lucharon por expresarse y a su lado siempre hubo alguien dispuesto a escucharles.

Cuidado también con los elogios.

Las etiquetas en forma de elogios pueden ser un arma de doble filo.

“Este niño es un santo, a todo dice que si” “no hace un ruido, parece que no estuviera” y frases por el estilo, aunque lanzadas con todo el amor del mundo, pueden enviarle al niño el mensaje de que se sólo se le aceptará si responde exactamente a estas descripciones, encasillándole en unos comportamientos que limitan otras expresiones de sí mismo muy legítimas y habituales a esta edad (ser gritón, ensuciarse, pedir algo con fuerza, decir que no rotundamente..).

Por Violeta Alcocer, para Ser Padres Hoy (copyright). Fuente: Atraviesa el espejo

18 de febrero de 2011

Articulos curiosos para múltiples: triciclos gemelares (II)

Buscando, buscando por la red, hemos encontrado mas triciclos gemelares que nos gustaría añadir a la colección que empezamos hace un par de días en esta entrada.
Os presentamos el Mini Ben Hur Push-Bike. Con este triciclo uno de los peques pedalea mientras que el otro puede ir empujando como si fuera un patinete o simplemente dejándose llevar por su herman@.


También en nuestra colección tenemos un sitio de honor para un triciclo para trillizos.


 
Push bike for three

El último descubrimiento es el Viking Twin Taxi, un triciclo con espacio para dos pasajeros. Ideal para los trillizos o para unos gemelos con un hermano/a mayor que quiera hacer de conductor.


 

 Viking Twin Taxi

¡A pedalear!
Más información y venta, entre otros: https://www.twinsuk.co.uk
Entradas relacionadas: Triciclos(I) 



17 de febrero de 2011

Molestias durante el embarazo: dolor en el pubis

sinfisis del pubis http://criandomultiples.blogspot.com

Con frecuencia, y en un embarazo múltiple más aún, nos encontramos con dolor en el pubis cuando hemos pasado de la semana 20. Es un dolor intenso, como si el bebé se hubiera encajado y nuestra pelvis estuviera dándose de sí. Este malestar se debe a una disfunción de la sínfisis del pubis. Los huesos de las caderas están unidos por la sínfisis del pubis, un cartílago no muy flexible. Cuando estamos embarazadas, segregamos una hormona llamada relaxina que relaja los ligamentos permitiendo que sean más flexibles, a fin de facilitar que la musculatura del abdomen y el suelo pélvico se adapten al embarazo y el parto. Pero como todo, tiene sus peros: además de facilitar que se estiren los ligamentos, hace que los huesos tengan más movilidad de la habitual, produciendo una hipermovilidad en las articulaciones y dolores en la pelvis, zona lumbar y rodillas. Así, también flexibiliza los movimientos de la cadera, produciéndose una separación de los huesos de la misma y haciendo que la sínfisis se estire o se llegue a separar (lo que se denomina diástasis de la sínfisis del pubis).  La distancia entre ambos huesos es de 4-5 mm. Durante un embarazo normal puede llegar a sufrir un "estiramiento" de 2-3 mm. Si se llega al centímetro, se produce una diástasis (separación de dos huesos contiguos sin luxación propiamente dicha). Este dolor puede llegar a prolongarse hasta meses después del parto.

Algunos consejos:
• No trates de forzarte a realizar una actividad si te está causando dolor. Si es posible, deja de hacerla. Si continúas y el dolor empeora, puede ser más difícil encontrar una forma de aliviarlo después.
• Muévete poco, pero con frecuencia. Puede que no sientas los efectos de lo que estés haciendo hasta última hora del día o hasta después de acostarte.
• Descansa regularmente sentada con la espalda recta y bien apoyada.
• Evita levantar o empujar cosas pesadas (los carritos de los supermercados suelen provocar un dolor fuerte).
•Cuando te vistas, siéntate para ponerte la ropa, por ejemplo cuando te pongas las medias o los pantalones. Colócate la ropa por los pies y después ponte de pié para subírtela. No trates de poner las piernas dentro de los pantalones, faldas o medias mientras estés parada.
• Cuando subas escaleras, hazlo un escalón a la vez. Sube un escalón con la pierna más ágil y luego coloca la otra pierna junto a ésta. Repítelo con cada escalón.
• Evita separar las piernas y hacer movimientos bruscos que hagan que éstas se abran demasiado, como cuando entras o sales de un coche o de la bañera. Si necesitas separar las piernas, hazlo lenta y cuidadosamente.
• En lo posible, evita nadar a braza y ten cuidado con los otros estilos. Mientras estás en el agua puede parecer que la natación te ayuda, y, sin embargo, te puede provocar un incremento del dolor cuando sales.
• Hacer ejercicios de Kegel y ejercicios para el abdomen inferior regularmente te puede ayudar a reducir la sobrecarga sobre la pelvis durante el embarazo. Para hacer de manera sencilla y sin riesgos un ejercicio para el abdomen inferior, colócate sobre las manos y rodillas y nivela la espalda de manera que quede prácticamente plana. Respira profundamente y luego a medida que exhalas, haz un ejercicio de Kegel y al mismo tiempo introduce y saca tu ombligo. Sostén esta contracción por unos 5-10 segundos sin dejar de respirar y sin mover la espalda. Relaja lentamente los músculos al final del ejercicio.

16 de febrero de 2011

Cinco razones para dejar de decir "¡muy bien!"

Por Alfie Kohn. Traducido por www.FamiliaLibre.com (Mónica Salazar), con autorización expresa del autor.

Salga a un sitio de juegos, visite una escuela o aparézcase en la fiesta de cumpleaños de un niño, y hay una frase que de seguro va a escuchar: “¡Muy bien!”. Incluso los bebés pequeños son elogiados por juntar sus manos (“Bonito aplauso!). A algunos de nosotros se nos escapan estos juicios sobre nuestros niños al punto de que casi se convierte en un tic verbal.
Muchos libros y artículos advierten en contra de recurrir al castigo, desde pegar hasta el aislamiento forzado (“tiempo fuera”). Ocasionalmente alguien incluso nos pedirá que reconsideremos la práctica de sobornar a los niños con stickers o comida. Pero usted tendrá que buscar arduamente para encontrar una palabra que desaliente lo que es eufemísticamente llamado refuerzo positivo.
Para que no haya ningún malentendido, el punto aquí no es cuestionar la importancia de apoyar e incentivar a los niños, la necesidad de amarlos y abrazarlos y ayudarlos a sentirse bien con ellos mismos. Los elogios, sin embargo, son una historia completamente diferente. Aquí explico por qué.

1. Manipulando a los niños.
Suponga que usted ofrece una recompensa verbal para reforzar el comportamiento de un niño de dos años que come sin regar, o de un niño de cinco años que limpia sus materiales de arte. ¿Quién se beneficia de esto? ¿Es posible que el decir a los niños que han hecho un buen trabajo tenga menos que ver con sus necesidades emocionales que con nuestra propia conveniencia?
Rheta DeVries, profesora de educación en la Universidad del Norte de Iowa, se refiere a esto como “control con cubierta de azúcar”. Muy parecido a las recompensas tangibles – o, para el propósito, castigos – es una forma de hacer algo a los niños para conseguir que ellos cumplan con nuestros deseos. Puede ser efectivo en producir estos resultados (al menos por un tiempo), pero es muy diferente a trabajar con los niños – por ejemplo, entablar una conversación con ellos acerca de qué es lo que hace a una clase (o a una familia) funcionar sin problemas, o cómo otras personas son afectadas por lo que hemos hecho – o dejado de hacer. Este último enfoque no solo que es más respetuoso si no que no es efectivo para ayudar a los niños a convertirse en personas reflexivas.
La razón por la cual los elogios pueden funcionar a corto plazo es que los niños pequeños están hambrientos de aprobación. Pero nosotros tenemos la responsabilidad de no aprovecharnos de esta dependencia para nuestra propia conveniencia. Un “¡Muy bien!” para reforzar algo que hace nuestras vidas un poco más fáciles puede ser un ejemplo de tomar ventaja de la dependencia de los niños. Los niños también pueden empezar a sentirse manipulados por esto, incluso si ellos no pueden explicar a ciencia cierta por qué.

2. Creando adictos a los elogios.
De seguro, no todo uso de elogios es una táctica calculada para controlar el comportamiento de los niños. Algunas veces felicitamos a los niños solamente porque estamos genuinamente complacidos por lo que han hecho. Sin embargo, incluso en esos casos, vale la pena poner más atención. En lugar de aumentar la autoestima de un niño, los elogiados pueden incrementar su dependencia hacia nosotros. Mientras más decimos “Me gusta la forma en que tú....” o “Muy bien hecho...”, incrementa la dependencia de los niños hacia nuestras evaluaciones, nuestras decisiones acerca de lo que está bien y mal, en lugar de aprender de sus propios juicios. Esto los lleva a medir su valor en términos de lo que a nosotros nos hará sonreír y darles un poco más de aprobación.
Mary Budd Rowe, una investigadora de la Universidad de Florida, descubrió que los estudiantes que eran elogiados profusamente por sus profesores eran más indecisos en sus respuestas, más proclives a responder en un tono de voz de pregunta (“mm, ¿siete?”). Tendían a retractarse de una idea propuesta por ellos tan pronto como un adulto mostraba su desacuerdo. Además, tenían menos tendencia a perseverar en tareas difíciles o compartir sus ideas con otros estudiantes.
En resumen, “Buen trabajo!” no les da seguridad a los niños; en última instancia, los hace sentirse menos seguros. Este tipo de frases puede incluso crear un círculo vicioso en el que mientras más recurrimos a los elogios, más parecen los niños necesitarla, por lo que los elogiamos aún un poco más. Penosamente, algunos de estos niños se convertirán en adultos que continúan necesitando a alguien que les dé una palmada en la espalda y les diga si lo que hicieron estuvo bien. De seguro, esto no es lo que queremos para nuestros hijos e hijas.

3. Robando el placer de un niño. Aparte del problema de dependencia, un niño merece disfrutar de sus logros, sentirse orgulloso de lo que ha aprendido a hacer. También merece decidir cuándo sentirse de tal o cual forma. Pero, cada vez que decimos, “¡Muy bien!”, le estamos diciendo al niño cómo sentirse.
De seguro, hay momentos en los que nuestras evaluaciones son apropiadas y nuestra guía es necesaria – especialmente con niños que ya caminan y de edad pre-escolar. Pero una corriente constante de juicios de valor no es ni necesaria ni útil para el desarrollo de los niños. Desafortunadamente, seguramente no nos hemos dado cuenta de que “¡Muy bien!” es una evaluación tanto como lo es “¡Mal hecho!” La característica más notable de un juicio positivo no es que este sea positivo, si no que es un juicio. Y a la gente, incluyendo a los niños, no les gusta ser juzgados.
Yo disfruto y guardo las ocasiones en las que mi hija logra hacer algo por primera vez, o hace algo mejor de lo que lo había hecho hasta ahora. Pero trato de resistir al reflejo de decir “¡Muy bien!” porque no quiero diluir su alegría. Quiero que ella comparta su placer conmigo, no que me mire buscando un veredicto. Quiero que ella exclame, “¡Lo hice!” (lo que ocurre regularmente) en lugar de preguntarme con incertidumbre, “¿Estuvo bien?”

4. Perdiendo el interés.
"¡Muy bonita pintura!” puede hacer que los niños sigan pintando por el tiempo que nos mantengamos mirando y elogiándolos. Pero, advierte Lilian Katz, una de las principales autoridades nacionales de educación en la temprana infancia, “una vez que se quita la atención, muchos niños no volverán a esa actividad nuevamente.” Efectivamente, una cantidad impresionante de investigaciones científicas han mostrado que mientras más recompensamos a la gente por hacer algo, más tiende a perder el interés por cualquier cosa que deban hacer para obtener recompensas. Ahora el punto no es dibujar, leer, pensar, crear – el punto es tener el regalo, sea este un helado, un sticker o un “¡Muy bien!”.
En un estudio de problemas conducido por Joan Grusec de la Universidad de Toronto, los niños pequeños que fueron elogiados frecuentemente por muestras de generosidad, tendían a ser un poco menos generosos en el día a día, de lo que eran los otros niños. Cada vez que ellos han oído “¡Muy bien por compartir!” o “Estoy muy orgulloso de ti por ayudar”, ellos perdían el interés por compartir o ayudar. Estas acciones vinieron a verse no como algo valioso en su propio sentido de lo justo, si no como algo que deben hacer para obtener nuevamente esa reacción del adulto. La generosidad se convierte en el medio para un fin.
Motivan los elogios a los niños? Por supuesto. Los motivan a obtener elogios. Desgraciadamente, esto sucede frecuentemente a expensas del compromiso hacia cualquier cosa que ellos estaban haciendo y que provocó un elogio.

5. Disminuyendo el Desempeño.
Como si no fuera suficientemente malo que un “¡Muy bien!” pueda menoscabar la independencia, el placer y el interés, puede también interferir con cuán bien los niños hacen una tarea. Los investigadores continúan hallando que los niños que son elogiados por hacer bien un trabajo creativo tienden a tropezar en la siguiente tarea- y no les va tan bien como a los niños que no fueron elogiados al principio.
¿Por qué sucede esto? En parte porque los elogios crean una presión de “continuar el buen trabajo”, llegando a interponerse en el camino de lograrlo. En parte porque su interés en lo que hacen puede disminuir. En parte porque ellos se vuelven menos propensos a tomar riesgos – un prerrequisito para la creatividad- una vez que comienzan a pensar sobre cómo hacer que esos comentarios positivos continúen viniendo.

En forma general, “¡Muy bien!” es un vestigio de un enfoque que reduce toda la vida humana a comportamientos que pueden ser vistos y medidos. Desafortunadamente, esta ignora los pensamientos, sentimientos y valores que yacen detrás de los comportamientos. Por ejemplo, un niño puede compartir un refrigerio con un amigo como una forma de atraer un elogio, o como una forma de asegurarse de que otro niño tenga suficiente para comer. Los elogios por compartir ignoran estos diferentes motivos. Peor aún, estos de hecho promueven el motivo menos deseable, haciendo a los niños más proclives a tratar de pescar elogios en el futuro.
Una vez que usted empieza a elogiarlo por lo que es – y lo que hace – estas pequeñas y constantes explosiones de evaluación de los adultos comienzan a producir los mismos efectos que unas uñas rasgadas lentamente sobre un pizarrón. Usted comienza a alentar a un niño a dar a sus maestros y padres un bocado de su propia melaza, volteándose a responderlos diciendo (en el mismo tono de voz dulzón), “¡Muy buen elogio!”
Sin embargo, no es un hábito fácil de romper. Dejar de elogiar, al menos al principio, puede parecer extraño, Se puede sentir como si estuviese siendo frío o guardándose algo. Pero eso, (y pronto se vuelve evidente) sugiere que nosotros elogiamos más porque necesitamos decirlo que porque nuestros niños necesitan oírlo. Siendo esto así, es tiempo de reconsiderar lo que estamos haciendo.

Lo que los niños necesitan es apoyo incondicional, amor sin compromisos. Eso no solo que es diferente a un elogio – es lo opuesto al elogio. “¡Muy bien!” es condicional. Significa que estamos ofreciendo atención, reconocimiento y aprobación por saltar a través de nuestro aro, es decir, por hacer algo que nos place a nosotros.
Este punto, usted lo notará, es muy diferente a una crítica que mucha gente ofrece al hecho de dar a los niños mucha aprobación, o dársela muy fácil. Ellos recomiendan que nos hagamos más tacaños con nuestros elogios y demandemos que los niños “los ganen”. Pero el problema real no es que los niños de esta época esperen ser elogiados por todo lo que hacen. Lo que sucede es que nosotros estamos tentados a tomar atajos, a manipular a los niños con recompensas en lugar de explicar y ayudarlos a desarrollar las habilidades necesarias y los buenos valores.
Entonces, ¿cuál es la alternativa? Eso depende de la solución, pero cualquier cosa que decidamos decir tiene que ser en el contexto del afecto genuino y amor por lo que los niños son en vez de por lo que han hecho. Cuando está presente el apoyo incondicional, un “¡Muy bien!” no es necesario; cuando no está presente, un “¡Muy bien!” no ayudará.
Si estamos elogiando acciones positivas como una forma de desalentar un mal comportamiento, esto tiene poca probabilidad de ser efectivo por mucho tiempo. Incluso cuando esto funciona, no podemos afirmar que el niño ahora “se esté comportando”; sería más preciso decir que los elogios lo hacen comportarse. La alternativa es trabajar con el niño, para descubrir las razones por las que él está actuando de esa manera. Podríamos tener que reconsiderar nuestros propios requerimientos en vez de simplemente buscar una forma de que los niños obedezcan. (En lugar de usar “¡Muy bien!” para hacer que un niño de cuatro años se siente callado durante una larga clase o cena familiar, tal vez deberíamos preguntarnos si es razonable esperar que un niño haga esto).
También debemos encaminar a los niños hacia el proceso de tomar sus propias decisiones. Si un niño está haciendo algo que molesta a otros, entonces sentarse posteriormente con él y preguntarle, “¿Qué piensas que podemos hacer para solucionar este problema?” podría ser más efectivo que chantajes o amenazas. Esto también ayuda al niño a aprender cómo resolver problemas y le enseña que sus ideas y sentimientos son importantes. Por supuesto, este proceso toma tiempo y talento, cuidado y coraje. Lanzar un “¡Muy bien!” cuando el niño actúa en una forma que nosotros estimamos apropiada no toma ninguna de estas cosas, lo que explica por qué las estrategias de “hacer algo a” son más populares que las estrategias de “trabajar con”.

¿Y qué podemos decir cuando los niños hacen algo impresionante? Considere estas tres posibles respuestas:

* No diga nada. Algunas personas insisten en que un acto servicial debe ser “reforzado” porque, secreta o inconscientemente, ellos piensan que fue una casualidad. Si los niños son básicamente malos, entonces se les debe dar una razón artificial para ser buenos (a saber, recibir una recompensa verbal). Pero si este cinismo es infundado-y muchas investigaciones sugieren que lo es-entonces los elogios no serían necesarios.

* Diga lo que vio.
Un enunciado simple, sin evaluación (“Te pusiste los zapatos por ti mismo” o incluso solamente “Lo hiciste”) dice a su hijo que usted se dio cuenta. También le permite a él sentirse orgulloso de lo que hizo. En otros casos, puede tener sentido hacer una descripción más elaborada. Si su hijo hace un dibujo, usted podría ofrecer unas observaciones –no un juicio- sobre lo que usted ve: “¡La montaña es inmensa!” “¡Hijo, seguro que usaste mucho color morado hoy día!”
Si un niño hace algo cariñoso o generoso, usted podría atraer su atención sutilmente hacia el efecto de esta acción en la otra persona: “¡Mira la cara de Abigail! Ella parece muy feliz ahora que le diste un poco de tu comida”. Esto es completamente diferente a un elogio, en el que el énfasis está en cómo usted se siente acerca de la acción hecha por su hijo.

* Hable menos, pregunte más.
Incluso mejores que las descripciones son las preguntas. Por qué decirle a él qué parte de su dibujo le impresionó a usted cuando puede preguntarle qué es lo que a él le gusta más de su dibujo? El preguntar “Cual fue la parte más difícil de dibujar?” o “¿Cómo hiciste para hacer el pie del tamaño correcto?” es probable que alimente su interés por el dibujo. Decir “¡Muy bien!”, como lo hemos visto, puede tener exactamente el efecto contrario.
Esto no significa que todos los cumplidos, todos los agradecimientos, todas las expresiones de gusto sean dañinas. Debemos considerar los motivos por los que los decimos (una expresión genuina de entusiasmo es mejor que un deseo de manipular el futuro comportamiento del niño) así como los efectos verdaderos de decirlos. ¿Están nuestras reacciones ayudando al niño a percibir un sentido de control sobre su vida—o de buscar constantemente nuestra aprobación? Están estas expresiones ayudándolo a volverse más entusiasta en lo que está haciendo por derecho propio, o convirtiendo en algo que él solo quiere hacer para recibir una palmada en la espalda.
No es cuestión de memorizar un nuevo guión, si no de tener presentes nuestros objetivos a largo plazo para nuestros hijos y estar alerta sobre los efectos de lo que decimos. La mala noticia es que el uso de refuerzos positivos no es realmente algo positivo. La buena noticia es que usted no tiene que evaluar para poder motivar.

15 de febrero de 2011

El niño de cuatro años

Extracto del libro "How to parent" del Dr.Dodson


No utilices estas descripciones generalizadas de las etapas típicas del desarrollo como algo que tu hijo debe recorrer exactamente como aquí se detalla a la edad pertinente. Dichas descripciones generales se ofrecen únicamente como guías para la dirección probable de los cambios que experimentará tu hijo al ir madurando. Es el orden de las etapas lo que es importante que conozcas. Pero tu hijo dejará la impronta de su personalidad en cada etapa por la que pase.

El comportamiento del niño no avanza uniforme y suavemente en la dirección de un comportamiento más maduro a medida que crece. Por el contrario, el crecimiento y desarrollo de los niños pasa usualmente por fases de equilibrio seguidas de otras fases de desequilibrio.

Por ejemplo, “los primeros pasos” es una etapa de equilibrio seguida por “la primera adolescencia” (aproximadamente del segundo al tercer cumpleaños), que es una etapa de desequilibrio. A este periodo a su vez, le sucede la edad de tres años que es una etapa de equilibrio y luego se presenta el desequilibrio de los cuatro años. Viene después la etapa de los cinco años, una etapa de equilibrio.

Es importante que los padres vean los aspectos positivos de las etapas de desequilibrio del desarrollo. Por ejemplo, teniendo un “bebé andarín” de 16-18 meses que aún se encuentra en el periodo de infancia, ¿cómo puede la naturaleza conseguir que se convierta en un chiquillo de tres años con toda la madurez de la personalidad característica de no ser ya un bebé, sino un niño? La madre naturaleza sólo puede encauzarlo hasta allí destruyendo las pautas de equilibrio que había obtenido cuando era bebé.

El niño de cuatro años.

La edad de cuatro años es un período marcado por el desequilibrio, la inseguridad y la descoordinación.

La descoordinación puede manifestarse en múltiples sectores del comportamiento. El niño que ha estado bien coordinado a los tres años quizá muestre ahora descoordinación motriz, con resbalones, caídas o miedo a las alturas. Las descargas tensionales se acentúan a esta edad. El niño puede parpadear, morderse las uñas, hurgarse la nariz, jugar con sus órganos sexuales o chuparse el pulgar. Hasta puede contraer algún tic facial.

También se vuelve un ser muy sociable. Las amistades son importantes para él, aunque acaso le resulte difícil tratar con sus amigos. Esas dificultades con los otros niños recuerdan las de un chiquillo de dos años. Es despótico, turbulento y belicoso. Aun cuando la madre llegue a sospechar que su comportamiento es un retroceso a la edad de dos años y medio, en realidad es un periodo de intrépida confianza que dará paso a un nuevo nivel de eficacia a los cinco años. Muchos niños son tan ritualistas a esta edad como lo fueron a los dos años y medio. Permanecen fijados a sus rutinas de comer, vestirse y dormir. Te será muy difícil lograr que tu hijo tolere algún cambio en esas rutinas. Expresará su inseguridad emocional gritando, lloriqueando y haciendo frecuentes preguntas.

A los niños de cuatro años les gusta jugar juntos. La vida social entre críos de cuatro años no es una amable tertulia, es borrascosa y violenta. Los extraños suelen ser excluidos. Hay abundantes mandatos, exigencias, golpes y empujones. El fanfarronear es la forma más común de lenguaje a esta edad. El niño de esta edad es rudo y directo.

El término clave para esta edad según sugiere Gesell es “desorbitado”. Está desorbitado su comportamiento motor. Verbalmente también está desorbitado. Le fascinan las palabras y los sonidos de las palabras. Ahora está aprendiendo por primera vez toda una clase de vocablos que, de ordinario, no son muy bien acogidos por sus padres. Descubre que puede provocar la cólera de sus padres con sólo emplear una de estas gemas. El uso de las palabras “del cuarto de baño” es algo sumamente gracioso para él. Un niño de cuatro años dirá: “Mamà, ¿sabes lo que quiero para merendar? Quiero un bocadillo con zanahorias, helado y…y…¡caca!” en este punto estallará en carcajadas irresistiblemente tentado por la grandeza de su ingenio. Los padres prudentes se abstendrán de reforzar estas palabras enfadándose y dándoles demasiada importancia. En lugar de eso se harán los desentendidos y poco a poco el chiquillo irá perdiendo interés por ellas.

El niño de cuatro años es igualmente desorbitado en sus relaciones personales. Le gusta desafiar las órdenes y los ruegos. Se irrita con las restricciones. A esta edad hay también en él una extraordinaria y súbita explosión de la imaginación. Este es uno de los factores que le impiden discernir con claridad lo real de lo falso. La frontera entre el hecho y la ficción no es muy nítida para él. Está henchido de cuentos prodigiosos que relata con el mayor descaro. Los padres no deben cometer la equivocación de llamarlo embustero a esta edad. Obrar así sería ignorar que lo que en rigor está intentando hacer es distinguir la realidad de la ficción, sin embargo su fantasía se halla sin control en este proceso.

La intensidad de sus impulsos motores es enorme. Sube y baja las escaleras, corretea incansable por toda la casa, cierra las puertas con estrépito. Su propensión a hablar es también muy fuerte. Es un gran charlatán y le encanta conversar acerca de cualquier cosa y en cualquier momento. Es su propio comentarista del mundo y a veces su propio auditorio. Le entusiasma construir palabras tontas y rimar vocablos. Un padre inteligente puede utilizar esta nueva fascinación por el lenguaje para enfrascarse con su hijo en toda suerte de juegos de palabras. El niño de esta edad disfruta especialmente con el humor, la exageración y las rimas disparatadas. En esta línea de juegos se divertirá muchísimo, por ejemplo, con preguntas tales como “¿tienes un elefante en el bolsillo?” Le gusta la representación y la dramatización escénicas. Puede sacar gran provecho de esos títeres que se mueven con la mano o con los dedos. Se embeberá en prolongadas actuaciones imaginarias dentro y fuera de casa, con tacos de madera, coches, camiones, barcos, muñecas y figuritas de juguete.

La fantasía del niño de cuatro años es imprevisible. Salta de un lado para otro en todas direcciones, sin que él mismo sepa donde va a llegar. La vehemencia de sus impulsos y la fluidez de su organización mental lo conducirán por senderos y vericuetos inesperados. Un niño de cuatro años contesta a la pregunta de su padre acerca de sobre qué está pintando: “¿cómo voy a saberlo?, todavía no he terminado! El niño de esta edad progresa en la variedad. Necesita cambios de andadura. Una madre avisada tendrá en la mente alguna nueva actividad para interesar a su hijo y sacarlo de una situación potencialmente molesta.

Debido a que su impulso social es más fuerte y la importancia que concede a la amistad mayor que a los tres años, el aislamiento del grupo es una medida disciplinaria eficaz a esta edad. La madre debe decir algo así: “Hoy no estás capacitado para jugar muy bien con los amigos. Necesitas jugar sólo. A lo mejor puedes volver a jugar pronto con ellos. Yo te diré cuándo.” De esta manera, la madre está dando una oportunidad de “salvar su dignidad”. También lo está incitando a que quiera moderar su conducta para regresar al grupo. Ha de procurar decir esto en un tono despreocupado, sin que halla en su voz inflexiones de castigo o reproche.

14 de febrero de 2011

Artículos curiosos para múltiples: bicicleta para tres

Hoy os traigo una solución japonesa para nuestro pequeño reto múltiple: llevar a dos bebés-niños en una sola bici. Se trata de la Angelino Bike de Bridgestone Cycle Co., Japan.


El truco, elegante por sencillo, consiste en sustituir la rueda delantera por otra de menor diámetro, de modo que la unión entre la horquilla y el manillar baja considerablemente de altura. En ese espacio extra se situa la silla delantera que, al estar más baja que lo habitual, no dificulta la visibilidad de la conductora. Personalmente le veo otras ventajas a esta colocación. Habitualmente las sillas delanteras, si no hay una barra horizontal, se cuelgan de la horquilla ejerciendo una fuerza de cizalladura, es decir, haciendo palanca, sobre la misma. En este caso la silla carga su peso de forma vertical sobre la horquilla, lo que debe dañarla menos que la opción anterior.

En la parte posterior de la bicicleta se puede fijar una silla convencional para el segundo bebé-niño. La propia firma ofrece una en la mísma línea de diseño que la delantera




Pido disculpas por una posible mala interpretación, ya que la WEB del producto está es japonés y es un idioma en el que yo solo se decir ARIGATO, así que a saber cómo he podido extraer tanto dato. Pero según he podido entender en su página, la silla delantera está certificada hasta 15kg y la trasera hasta 22kg. Al menos la silla delantera (y no se si también la trasera, es reclinable hasta una inclinación máxima de 30º. Y ambas sillas tienen un armazón rígido y envolvente para proteger a los niños de eventuales caídas. Ambas sillas se pueden transformar en cestos cuando no se necesitan para llevar niños. Y por último, pero no por ello menos importante, la bicicleta en su conjunto está construida de acuerdo con la reglamentación japonesa para transporte de niños en bicicleta, que incluye la necesidad de certificar los vehículos bajo los estandares BBA o SG.

Existe incluso una versión especial, la Angelino Mini, para conductores de estatura especialmente baja, en la que se ha reducido también el diámetro de la rueda trasera y se ha reajustado la altura de la silla delantera para que no estorbe a la vista.

Tanto la Angelino normal como la Angelino Mini se pueden comprar en su versión bicicleta y también en su versión con asistencia eléctrica al pedaleo (Angelino Assist).

¡¡Y encima es barata!! En la página oficial no he encontrado ofertas de precios. Pero este distribuidor ofrece la versión normal a unos 700€ y la "Assist", según esta noticia, se comercializa a unos 1000€. Eso sí, hay que pagar los portes desde Japón, que no se si compensa.

¿Algún empresario en la sala dispuesto a importar estas bicis?... ¿POR FAVOR?



Todas las imagenes e información (excepto precios) tomada, según traducción libre, de la página oficial del fabricante http://www.angelino.jp/index.html



13 de febrero de 2011

Prevención de accidentes en el hogar, niños de 5 a 9 años

A los niños de 5 a 9 años los consideramos “niños mayores”. Lo más característico de los niños en esta etapa del desarrollo es el progreso cognitivo, esto es, su inteligencia, su capacidad para aprender, para incorporar experiencias, para adquirir los hábitos (buenos o malos) que van a conformar su personalidad posterior.
Es una fantástica edad para razonar con ellos, para que comprendan los motivos por los que se les permite o no hacer una cosa u otra. Pero también es una edad en la que el ejemplo de los padres es fundamental; no entienden que digamos una cosa y hagamos otra.
El niño mayor se accidenta sobre todo fuera de casa, en el patio de juegos, y, sobre todo, en las conductas relacionadas con el tráfico, pero también en el domicilio hay que tener en cuenta una serie de precauciones.
Queremos recordar de nuevo que es muy conveniente que los padres y cuidadores conozcan los fundamentos de la reanimación cardiopulmonar básica para poder atender a sus hijos, ante un potencial accidente, en los primeros momentos, mientras acuden los servicios de emergencia.
Para su exposición vamos a dividir los temas en cuatro apartados: caídas, ahogamiento, intoxicaciones y quemaduras.

1- Accidentes por caídas:
Las ventanas:
  • No dejes a los niños jugar solos cerca de una ventana abierta.
  • Debes tener instalados sistemas de protección en las ventanas (que impidan su total apertura, o bien rejas).
Los muebles:
  • No permita que los niños trepen a los muebles ni que usen los cajones como escalones.
  • No ponga muebles debajo de una ventana.
  • No coloque objetos atractivos para el niño, a la vista, en lo alto de un mueble.
  • Volcar muebles, especialmente televisores, es un accidente frecuente.
En las zonas de juegos (aunque no se den dentro de la casa se pueden considerar accidentes domésticos, sobre todo si ocurren en una urbanización o vivienda unifamiliar):
  • Columpios, toboganes, árboles, etc. son lugares de especial riesgo de caídas

2- Ahogamiento:
Recuerden lo ya comentado en los dos capítulos previos: supervisar al niño mientras está en la piscina, y tener instaladas vallas perimetrales de protección para evitar el acceso a la misma fuera de las horas de baño.
A esta edad, además, es muy conveniente que el niño aprenda a nadar.

3- Intoxicaciones:
Tengamos siempre a mano el número del Servicio de Información Toxicológica 91-562 04 20.
El niño en edad escolar va a estar cada vez más tiempo sin la supervisión de un adulto, por tanto sigue siendo fundamental que las sustancias peligrosas (fundamentalmente medicamentos y productos químicos) estén guardadas en lugar seguro.
  • Nunca guarde los productos de limpieza y otros productos químicos en envases de refresco; consérvelos en sus envases originales.
  • Es importante que usted sepa qué productos domésticos son tóxicos.
  • Siga siempre las indicaciones de su pediatra para administrar los medicamentos en las dosis e intervalos de tiempo correctos.
  • Dosifíquelos con el dispositivo especial para ello (nunca con cucharas de cubertería). Nunca le diga que las medicinas son caramelos o dulces.
  • Nunca le pida a un niño que le ayude a usted a tomar medicinas, que se las acerque, que le abra el envase, etc.
  • Tenga cuidado si lleva medicinas en el bolso.
  • Guarde los bolsos fuera del alcance del niño.
  • En cuanto a las intoxicaciones por monóxido de carbono, repetimos las indicaciones de tener las estufas o calefactores en buenas condiciones de combustión, y no tener el motor del coche encendido durante tiempos prolongados dentro del garaje.
4- Quemaduras:
Las quemaduras por contacto directo con el fuego son más frecuentes en los niños mayores que en los de menor edad. El fuego les llama mucho la atención.
  • No les deje utilizar el microondas hasta que sean lo suficientemente altos como para alcanzar sin problemas los alimentos de su interior y hasta que entiendan que el vapor puede quemar.
  • Coloque los alimentos calientes en el centro de la mesa.
  • Vigile al niño en la cocina, sobre todo cuando utilice aparatos eléctricos.
  • Siga manteniendo limitada la temperatura del agua a 50 ºC, si su instalación se lo permite.
  • Continúe manteniendo fuera de su alcance encendedores y cerillas.
  • Siga manteniendo tapados los enchufes que no use.
Extraído del boletín de FAMIPED del mes de febrero
La foto es del blog de Happinés

12 de febrero de 2011

Pegar y morder: 16 maneras de parar


Las manos y los dientes en crecimiento, frecuentemente se meten en problemas. Los niños pequeños, muerden y pegan sin pensar en las consecuencias. Los mordiscos y golpes, hacen daño y deben ser corregidos, antes de que hagan daño a los cuerpos o las relaciones.

1-. ENTIENDE POR QUÉ LOS NIÑOS MUERDEN Y PEGAN: no te lo tomes como algo personal. Los bebés muerden las manos (los pezones) que les alimentan. Todo lo que los bebés hacen se resuelve alrededor de su boca o sus manos. Las manos y los dientes son las primeras herramientas sociales, y aprenden a usarlas con las respuestas que obtienen. Tan pronto como los dientes erupcionan y las manos se agitan, los bebés experimentan y usan estos instrumentos sobre diferentes objetos, para ver qué se siente. ¿y qué hay más disponible y más familiar que la piel de los padres?. El trabajo de los bebés es usar estas herramientas: el tuyo, enseñarle cómo. Estos pequeños mordiscos y golpes iniciales, tan malos como parecen, son comunicación llena de juego, no comportamiento irrespetuoso ni agresivo.
Los golpes y mordiscos agresivos son más comunes entre los 18 meses y los dos años y medio, cuando el niño carece de lenguaje verbal para comunicar sus necesidades. En su lugar se comunica mediante acciones. El morder habitualmente para a medida que crecen las habilidades de comunicación, pero el pegar no.

2-.ENTIENDE POR QUÉ LOS NIÑOS PEQUEÑOS (TODDLER) PEGAN Y MUERDEN: lo que en un niño pequeño son simplemente gestos socialmente incorrectos, puede, si no son revisados, convertirse en comportamientos agresivos en los niños. Por esto es por lo que se quiere eliminar esto del repertorio del bebé, antes de que forme parte del niño en crecimiento. Los niños se vuelven agresivos para liberar enfados, para controlar la situación, para demostrar poder o para proteger sus pertenencias en una batalla por juguetes. Algunos llegan al mal comportamiento en un intento desesperado para llegar a unos padres distantes.
La mayor parte de los comportamientos agresivos en la primera infancia disminuyen en el momento en que el niño puede comunicarse con palabras en lugar de con acciones.

3-.CONSIDERA LA FUENTE: ¿Qué dispara un comportamiento agresivo? manten un diario (al menos notas mentales) que identifiquen la correlación entre los actos del niño y las circunstancias que lo favorecen. Por ejemplo: Kate mordió a Suzie durante le grupo de juego. S. tenía su pelota favorita. Era casi la hora de la siesta, había montones de niños en un sitio pequeño y S. es muy mandona.

4-. EL NIÑO QUE HACE DAÑO A UNO DE LOS PADRES: la bofetada en la cara es un comportamiento socialmente incorrecto con el que muchos niños experimentan. Reconduce al “abofeteador” a un comportamiento socialmente aceptable: “choca esos cinco”. Igualmente reconduce el morder: “no se muerde, hace daño a mamá”, poniendo cara infeliz y después reconduce: “abraza a mamá, eso sí me gusta”, poniendo cara feliz.
Una vez que el abofetear se ha convertido en una expresión de frustración (por ejemplo: se enfada porque no le dan un dulce) use las consecuencias naturales: firme pero calmadamente dile: no se pega y ponlo en el suelo. Seguirá estando enfadado por el dulce: verbalízalo para él, dile en palabras porque estás enfadado. No permitas que tu hijo te utilice como punching-ball. Dale el mensaje de que no permitirás que te haga daño. Si no permites que tu hijo te haga daño cuando es muy joven, será menos probable que se lo haga a otros en el futuro, y que permita que se lo hagan a él: le estás enseñando a decir no a las agresiones, por ejemplo levantando una mano para evitar el golpe, pero no a devolverlo.

5-..TODDLERS QUE PEGAN A BEBÉS: si tu hijo de un año y medio golpea con su martillo de juguete en la cabeza de bebés, retira todos los objetos con que pueda pegar. Enséñale y dile que no pegue y ofrécele un gesto alternativo: sé cariñoso, acaricia al bebé, mientras guías su mano.

6-. NO DEVUELVA EL MORDISCO: “el niño necesita aprender que los mordiscos duelen” puedes razonar. Sí, pero no hay manera de que tu hijo decida no morder si tú muerdes. Utiliza un método alternativo de “diente por diente”: lleva a tu hijo aparte y dile: “déjame que te enseñe el daño que hacen los dientes” y presiona su antebrazo contra sus dientes superiores como si estuviera mordiéndose a sí mismo, no de forma vengativa, sino como un padre mostrando algo: ¿ves como morder duele?. Da esta lección inmediatamente después del mordisco. Tu quieres que tu hijo aprenda a ser sensible con los sentimientos de los demás: una lección temprana es la empatía.

7-. MODELOS DE PEGAR: K. golpea a T. La madre de K. (avergonzada e irritada) rápidamente se acerca y golpea a K. en el brazo diciendo: -“no se pega”- ¿estás tan confundido como K. ahora?. ¿Te has visto empujado a hacer algo ilógico por vergüenza o enfado? Todos lo hemos sido. Así que planifica tu mente con tiempo: que harás cuando tu hijo pegue a alguien.

8-. NIÑOS QUE DAÑAN A OTROS NIÑOS: te das cuenta de que un niño pega a otro para obtener un juguete. Muéstrale y dile una forma alternativa de obtener el juguete: “no pegamos a otras personas. Si quieres el juguete, esperas a que tu amigo termine o pregúntale a mamá y yo pondré un tiempo para compartir. Cuando yo quiero algo de ti no te pego para conseguirlo, te lo pido amablemente”. Si el que pega no colabora, pídele a la víctima que diga que no jugará con él hasta que pida perdón y deje de pegar. También puedes impresionar: cómo te sentirías si te pegara a ti.

9-. TIEMPO FUERA PARA EL AGRESOR: “morder hace daño, y es malo hacer daño, te vas a sentar a mi lado”. Habitualmente, los niños de dos años pueden establecer la conexión entre ser agresivos y las consecuencias. Anima a tu hijo a decir “lo siento”. Si ya no está enfadado, puede que quiera dar un beso o un abrazo.

10-.SE UN MODELO DE NO-AGRESIÓN: un niño que convive con la agresión será agresivo. ¿Cómo comunicas el disgusto, manejas conflictos, y obtienes tus objetivos? La agresión es contagiosa. Los niños pequeños también copian los comportamientos agresivos de hermanos mayores. Haz de esto una experiencia educativa: háblales a los mayores de que son un ejemplo. Por tu propio beneficio y el de los pequeños, diles que “limpien” su acto. Arrancar cosas de las manos es un comportamiento agresivo propio de niños pequeños y preescolares (ten cuidado de no ejemplificar esto sin intención quitándoles las cosas de las manos). De forma tranquila explícale por qué no puede tener la cosa que ha agarrado y pídele que devuelva el objeto al niño o que se te lo de a ti. Puede que tengas que ofrecer un “repuesto”. Si tu hijo está a punto de dañar algo valioso o a sí mismo usa una voz firme y muestra con el lenguaje corporal que esperas que lo deje inmediatamente. Evita situaciones que sacan lo peor de los niños. En un cumpleaños, a una madre se le ocurrió organizar una búsqueda para los chicos, por toda la casa, además ofreció un premio para el ganador: la casa y los niños terminaron arruinados.

12-. SUAVIZA: observa al niño pequeño que habitualmente tira juguetes y muñecos y los golpea. Mientras un poco de este comportamiento se considera normal, si es frecuente puede ser una bandera roja de tensión y enfado. El niño corre el riesgo de tratar a los humanos de esa manera. Además de investigar la raíz del problema, favorece un juego más tranquilo: “abraza al osito”, “quiere a la muñeca”.

13-. RECOMPENSA: los niños de más de tres años responden bien a la recompensa. Cree un panel de puntos por no pegar: “cada día que no pegues se dibuja una cara sonriente, y cuando tengas tres, iremos a comer juntos”.

14-. PROGRAMA AUTOCONTROL: algunos niños impulsivos pueden pegar antes de pensar. Para niños de más de tres años, ayúdale a controlar esos impulsos, sugiriendo comportamientos sustitutivos a los que el chico pueda recurrir cuando a su mente biene la palabra “pegar”: “tan pronto como sientas que quieres pegar, golpea una almohada o da una vuelta al patio”. Tú puedes ser modelo de autocontrol: la próxima vez que pienses en pegar a su hijo, házselo saber. sujeta tu propia mano y di “no mano, no debes pegar”

15-. APLICA DOBLE DISCIPLINA: cuando el pegar se vuelve irrespetuoso y mina su autoridad, merece una doble dosis de corrección: de mamá y de papá. T. de cuatro años se enfadó y pegó a su madre. Inmediatamente ella lo sentó, le miró fíjamente a los ojos y le dejó claro que, bajo ninguna circunstancia, debía pegar a sus padres, que ese comportamiento era intolerable y sería firmemente corregido, y le envió a su habitación. Después de este tiempo de exclusión, hablaron sobre su enfado. Más tarde compartió el hecho con su marido que habló con T. Reforzó la seriedad de la cuestión y le dijo que no le permitiría pegar a la mujer que él quería. Este padre sabio fue un poco más allá con su forma de disciplinar, haciendo saber sus sentimientos hacia su esposa.

16-. SUPERVISA: ni es bueno ni seguro dejar jugar sin supervisión a un niño agresivo con víctimas potenciales, sin padres a la vista. Si tu hijo es agresivo, comparte su preocupación con los otros padres y profesores, y busca su colaboración para atemperar el comportamiento agresivo de tu hijo. No dudes en comentar la situación, sin duda ellos tambien habrán pasado etapas de agresividad. De otra forma las agresiones pueden destruir una amistad. Los profesores y cuidadores también deben estar vigilantes, para que la actitud no afecte a todo el grupo. En el establecimiento de un grupo, los niños aprenden lo que es socialmente aceptable: si el foco está en el niño que muerde, o si perciben que morder es un comportamiento aceptable, pueden aceptar esta etiqueta y hacerlo parte de su repertorio. Mientras el comportamiento de un agresor debe ser atendido inmediatamente, no des la idea de que esta es la única manera de obtener atención. Asegúrate de encontrar la manera de premiar a los niños por su buen comportamiento.

Artículo del Dr. Sears, padre del Attachment Parenting, traducido por Sole, doctora en medicina, del foro de Dormir sin llorar.
La fotografía es de Raquel Artacho, de su serie "La magia de ser mares"