29 de junio de 2013

Cronología de la lactancia materna (3)

Antes de leer esta entrada, lee las anteriores:
Cronología de la lactancia materna (1): desde el nacimiento y los dos primeros días


Día 5
  • ¿Te sientes cansada? La vigilia nocturna es el resultado de una biología sana. Durante estas primeras semanas, los bebés alimentados con leche materna tienen más hambre durante la noche que durante el día. El hambre de tu recién nacido, naturalmente, se corresponde con el aumento de las hormonas de lactancia después de la medianoche. Estas tomas nocturnas sirven para ayudar a construir una fuerte producción de leche. Con el tiempo, la situación evolucionará, y tu bebé dormirá más durante la noche y menos durante el día.
  • Puedes sentir algo de sensibilidad en los pezones en este momento, que deberá pasarse hacia el décimo día. Si el dolor te hace insoportable la lactancia materna y / o tienes los pezones agrietados y sangrando debes saber que no es algo normal y buscar atención inmediata de un profesional familiarizado con la lactancia materna.
  • Durante estos primeros días es posible que la familia y los amigos se ofrezcan a llevarse al bebé mientras  descansas, comprar comida o hacer alguna tarea del hogar. ¿No sería más útil escuchar: "déjame que haga algo mientras sigues dándole el pecho a tu hijo y estableces vínculos con él"? Para que quede bien claro y no tan sutil, imprime esto y ponlo en la nevera o en otro lugar visible.
  • Puedes notar que tu bebé tiene una especie de ampolla en el labio superior. Estas ampollas no son dolorosas y ser forman a menudo en los labios de un bebé en los primeros días y semanas de la lactancia materna. Son una señal inofensiva que tu bebé se está alimentando bien, y pronto se le quitará.
  • Las deposiciones de tu bebé cambiarán a un color amarillo mostaza, y con una consistencia como de requesón. Son las llamadas heces de leche. Tu bebé pasará de dos a cinco deposiciones al día, muy probablemente durante la alimentación.
Una semana
  • Tu bebé tenderá a aumentar de peso constantemente a medida que tu producción de leche madura queda establecida. Una vez que tu bebé aumenta de peso regularmente, ya no es necesario despertarlos para amamantar. Basta con seguir los pasos de tu bebé.
  • Los bebés amamantados aumentan entre 110 y 200 gramos por semana durante el primer mes.
  • En este punto, puedes notar tu pecho lleno pero blandos. Puedes segregar leche y necesitar empezar a usar discos absorbentes. Ten en cuenta que estas fugas no tienen ninguna relación con la cantidad de leche que produces.
  • Los bebés pequeños, tanto de pecho como alimentados con fórmula, suelen ser quisquillosos. Este nerviosismo comienza entre la primera y la tercera semana, con picos alrededor de las semanas 6-8 semanas y final a los tres o cuatro meses. Quieren estar en brazos o al pecho con mucha frecuencia y se quejan a pesar de intentar calmarlos. A menudo parecen insatisfechos con su alimentación e incluso parecen rechazar o llorar al pecho (Madre a la Madre) . No es raro que esta irritabilidad suceda  durante la tarde y por la noche, y por lo general no se debe a hambre, al pañal húmedo / sucio, o cualquier cosa que se pueda remediar. Normalmente esta irritabilidad no está relacioanda con la producción de leche, aunque algunas madres se preocupan por esto.
  • Al final de esta semana tu leche de transición se han convertido en leche madura, que es menos grasa y contiene más agua. Se compone de un noventa por ciento de agua y un diez por ciento de hidratos de carbono, proteínas y grasas necesarios tanto para crecer como para tener energía. Es más acuosa y  rica en proteínas en el inicio de la tetada, ganando poco a poco niveles más altos de grasa a medida que se amamanta.

27 de junio de 2013

La autonomía: camino antes que fin

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Para Piaget, el famoso psicólogo suizo, el desarrollo humano va de la dependencia y la necesidad constante de los otros que sostiene el recién nacido a una capacidad importante para razonar por cuenta propia y valerse por uno mismo cuando se alcanza la edad adulta, el desarrollo humano tiene como una de sus metas la autonomía.

En muchas ocasiones las madres y los padres pensamos que la autonomía y la independencia vendrán después, cuando nuestros hijos e hijas se acerquen a la mayoría de edad. Este pensamiento, que en parte es evidentemente cierto, en parte también es una trampa. Cuanto más tardemos en poner a nuestros hijos delante de situaciones en las que han de hacerse cargo de sus vidas y sus decisiones, más difícil hacemos ese aprendizaje.

De hecho, vamos a defender que la autonomía no es un fin, que debe ser un medio por el que crecer y aprender. Y en cada momento de la vida de los niños y las niñas hay numerosas situaciones en las que desarrollar esa cualidad. Y en esas circunstancias nosotros como madres y padres decidimos si las convertimos en situaciones para aprender.

Las actuales condiciones económicas, laborales y sociales parecerían favorecer un retraso general del desarrollo de la autonomía y la independencia personales. Cada vez se estudia más tiempo, cada vez la inserción estable en el mercado laboral es más complicada, cada vez es más difícil independizarse del domicilio familiar… Pero si no establecemos la autonomía como una condición desde el principio más dificultamos el proceso de desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Y más difícil también hacemos que al final alcancen esos objetivos personales diferenciados (el trabajo, la vivienda…).

Un niño le decía a la psicoanalista Françoise Doltó: “si me dijeran que sería mayor a los 14, me prepararía para serlo”. Nosotros, los adultos, vamos a servir de referente a nuestros hijos e hijas para entender en qué grados y condiciones ellos se pueden construir autónomos. Nosotros, padres y madres, tenemos mucho que ver con que ellos estimulen o ralenticen su autonomía. Por ejemplo, haciendo cosas por ellos que pueden hacer solos. Pensemos en los hábitos de higiene y cuidado que a veces atendemos sin necesidad, sin hacer que ellos se hagan responsables y dueños de esas rutinas que van a preservar su salud y animar su desarrollo. El cuidado a la infancia y la adolescencia también implica no sobreactuar, evitar hacerse cargo de funciones o tareas que los niños, niñas y adolescentes pueden desarrollar. Cuando postergamos el paso a la alimentación sólida, cuando asumimos vestirles aunque ellos puedan hacerlo solos, cuando les ponemos la tele “para que desayunen” y les damos a mano cucharada a cucharada sin necesidad con la intención de que no se enteren de que comen estamos haciendo contra el desarrollo de su capacidad de autonomía. Y es que hay veces que ellos supuestamente ganan la batalla, cuando nos convencen de que es mejor que les tratemos como a niños más pequeños de lo que son porque así no nos dan tanta guerra. Su pesadez se convierte en un arma efectiva que consigue sus deseos más inmediatos pero que opera en su contra al largo plazo.

Y es que educar para la autonomía también representa en muchas ocasiones asumir que educamos desde el error y el fracaso temporal. No se trata de dejarles hacer algo cuando les va a salir bien, cuando estén “totalmente” preparados. Bien al contrario, se trata de poner condiciones para que lo intenten y vean (con nosotros) qué ocurre, si pueden o no enfrentarse a los cordones del zapato, la ducha o la cuchara, el cuchillo y el tenedor. En situaciones de aprendizaje es más valioso el intento que el resultado. Y esto es algo que además permite aprender no sólo en función del producto, de lo que salga al final de la actividad, sino del valor de la experiencia en sí, de su mero hecho. Hay algo mercantilista, muy propio de estos tiempos, en el pensar que lo único que importa es el resultado (desde la ejecución de un problema de matemáticas a la formulación de una propuesta ciudadana). Parece que lo único que vale es el final, lo que resulte. Bien al contrario, muchas de esas experiencias van a aportarnos como personas en la medida que podamos asomarnos a ellas mismas, a encontrarnos pensando un problema (aritmético o comunitario) y en su abordaje aprendamos no sólo de la realidad que queremos enfrentar sino de nosotros mismos.

No proponemos exponer a nuestros hijos e hijas a situaciones en las que el fracaso o la frustración sean una constante, algo que se dé una y otra vez. Pero sí reivindicar que algo de eso tiene también que jugarse en cada paso hacia la autonomía. Se trata de graduar y sostener en esa exposición al malestar para que éste pueda integrarse en algo productivo y nuevo.

En muchas ocasiones el acceso a la escuela representa para muchos niños y niñas una situación de desconcierto y malestar. Muchos de ellos lloran los primeros momentos de su acceso a la escuela o incluso lo hacen los primeros días. En parte, esa respuesta es lógica ante una situación nueva y desconcertante, en la que sus figuras significativas han desaparecido. Parte del trabajo de los educadores de la enseñanza infantil en este tiempo pasa por sostener ese malestar y poder transformarlo en otra cosa. La mayoría de las veces a los pocos días los niños y niñas entienden que esa situación nueva no es de abandono y muchos festejan al poco tiempo ir a una escuela donde pasan cosas nuevas e interesantes. En esas situaciones los niños también celebran ser recogidos o reencontrarse con sus padres y madres, de un modo intuitivo entienden que ellos volverán y que después de la escuela sigue el parque o los juegos en casa, los mimos y los cuidados, el disfrute conjunto.

A veces, queriendo lo mejor para nuestros hijos tratamos de que no se expongan a la más mínima frustración, que no soporten la menor tensión. Eso podría estar bien si ellos y nosotros pudiéramos habitar un mundo en el que la dificultad o la frustración no existieran, pero parece que esto no es así.

En ocasiones podremos exponer a nuestros hijos e hijas a tensiones que ellos no puedan manejar, que los bloqueen y ante las que no puedan responder de una manera productiva. Sea cual sea la situación y sus razones, es entonces cuando podremos pensar que intervenimos protectoramente evitándoles dicha situación. Si lo más frecuente es que en el proceso de adaptación a la educación infantil se den algunos llantos y algunos altibajos, puede ocurrir por muchos motivos que el ajuste al nuevo medio genere malestar y sintamos que no pueden afrontar en las condiciones socialmente establecidas. Tocará entonces establecer medidas protectoras, hablar con maestras y maestros, revisar el plan de adaptación… No defendemos una exposición espartana, en la que sobreviva el más fuerte o que se sostenga sobre el sufrimiento y la resignación. Se trata de apoyar lo necesario y dejar hacer lo posible, en dar espacios y condiciones para que ellos puedan actuar y nosotros, acompañando, ver cómo lo hacen, hasta dónde llegan, cómo y cuándo necesitan de nuestra intervención.

Pensemos que lo contrario de la autonomía es la dependencia. Y eso es lo que fomentamos cuando les pedimos menos de lo que pueden o cuando les damos más de lo que necesitan. Entendamos el desarrollo desde esta perspectiva, nuestro papel como madres y padres es darles condiciones para que consoliden su capacidades en relación con su medio, con aquellas características del contexto que les exigen poner en juego sus habilidades, desarrollarlas, crecer. Y es desde ahí desde donde les ayudamos a hacer más y mejor con sus vidas, ya sea en el patio de la escuela, en el parque, con sus deberes o cuando estén fijándose unas metas de vida adulta.

Miremos también en el contexto de la organización doméstica. En ocasiones, por una suposición pretendidamente benevolente, les eximimos de las responsabilidades que podrían asumir como miembros de una familia. Desde recoger sus cosas después del baño o la preparación de la mochila para el día siguiente a la asignación de responsabilidades en tareas como la compra o la cocina. Asumir responsabilidades, compartir compromisos, les permite sentirse corresponsables, asumir un protagonismo productivo que facilita repartir cargas y aprender desde un lugar activo que les permite relacionarse con las cosas cotidianas de manera productiva. Desde revisar las cuentas de la frutería a poder reclamar un cobro injustificado, son condiciones para aprender desde la cotidianeidad el desempeño de la ciudadanía. Sólo desde la responsabilidad vamos a poder una ciudadanía que defienda y exija defender los derechos de cada uno.

Y esto nos lleva a pensar en el equilibrio y la proporción entre derechos y deberes. A veces nos parece que nuestro hijo es una fiera en el fútbol y la informática y le regalamos un ipad, pero luego no le exigimos que se vista o desayune solo. Es complicado pero imprescindible pensar en la situación de nuestros hijos e hijas en conjunto, como algo que es necesariamente global. A veces nos quedamos atrapados en los extremos, los máximos o los mínimos del desarrollo, y no podemos analizar la situación globalmente. Ese balance, tan necesario como difícil, es útil para poder ayudar a equilibrar las distintas facetas que son la expresión de una única forma de ser y estar en el mundo.

En un grupo de padres de adolescentes con una gran desmotivación hacia los estudios, en un instituto del sur de Madrid, en el diálogo de preguntarse con ellos qué les pasaba a sus hijos e hijas surgió la idea de que eran buenos chicos y no se les podía pedir más. La opinión, compartida entre los padres y madres participantes del grupo no dejaba ver que a la vez ese cumplimiento de las exigencias mínimas que el sistema educativo requería para chicos y chicas de su edad. Y aquí podemos equiparar las exigencias del centro con las de cualquier contexto social afuera de lo familiar. Sin dudar un momento del análisis de estos padres y madres, debemos pensar en qué medida su comprensión era una benevolencia que dificultaba que los chicos y chicas asumieran una posición activa y resolutiva ante su realidad, su futuro y sus posibilidades.

Pensemos en la exigencia como un motor del desarrollo, en una forma de ajustar competencias y saberes con la realidad. Desde ahí acompañar, cuidar, no es sinónimo de evitar sino más bien algo que tiene que ver con alentar y sostener para que ellos puedan responder ajustadamente a lo que se les está pidiendo. Aquí la confianza tiene que ver, otra vez, con esperar a que ellos puedan responder ajustada y adecuadamente a lo que la realidad les propone, y pensemos en estos términos las exigencias escolares que no son más que la expresión de una demanda social ajustada a sus niveles de competencia personal. Y afirmamos esto no tanto, otra vez, en términos de resultados sino de esfuerzo. Podremos decir que podemos sentirnos satisfechos porque nuestros hijos e hijas hicieron lo que pudieron, lo que estaba en su mano, independientemente de sus resultados, por ejemplo de sus calificaciones académicas. Lo que tenemos que pensar es lo que significa en términos de renuncia o de condena dar por hecho que lo que hicieron estaba bien cuando ellos y nosotros pensamos que no lo intentaron, que se quedaron presas de sus dudas o sus temores, de sus dificultades.

Volvemos a combinar apoyo y control, afecto y exigencia. Quererlos no tiene porqué suponer la renuncia a pedirles que hagan lo que deben, que se comprometan con las tareas que les exige su realidad más próxima. Que sean capaces de exponerse y exigirse para descubrirse aprendiendo y sentirse competentes.

A veces, detrás de nuestros consentimientos y ofertas se esconde la educación del doctor Frankenstein, que diría Meirieu. En definitiva, el mítico científico de la novela de Marie Shelley sólo pretendía crear una criatura que cumpliera sus deseos y sus expectativas, toda la dificultad de la historia aparece cuando el monstruo toma decisiones y expresa necesidades que no están en el guión de su creador. Y desde ahí a la tragedia. Hacer hijos e hijas autónomos nos obliga a reconocernos también limitados, a tener que soportar nuestras incertidumbres, dudas y temores, a dejar que ellos decidan y se equivoquen. Y desde ahí reconocer su autonomía, su distinta forma de ver las cosas y de actuar.

A nosotros, padres y madres, nos queda la importante función de dejar espacios para que todo esto pueda probarse y aprenderse, porque finalmente la autonomía no se da, se conquista. Día a día. Desde el nacimiento hasta el final de nuestra vida, siempre nos encontramos con situaciones en las que decidir significa entre otras cosas optar por soluciones más o menos autónomas, más o menos dependientes.

Por Luis García Campos. Extraido de Educación en familia. Recursos para mejorar nuestras competencias familiares

25 de junio de 2013

Cronología de la lactancia materna (2)

Antes de leer esta entrada, lee la anterior: Cronología de la lactancia materna (1)

Día 4
  • Por ahora le has dado a tu bebé su primera y más fácil "inmunización" (el calostro, rico en anticuerpos) y le ayudaste a que su sistema digestivo funcione con normalidad.
  • Tu bebé es pesado de nuevo estos días, probablemente en su primera cita con su pediatra. Puede perder entre un ocho y un diez por ciento del peso que tuvo al nacer, mientras se adapta a la repentina pérdida de su amada placenta. Los bebés alimentados con leche materna, que han consumido sólo cucharaditas de calostro, por lo general pierden más que los bebés alimentados con fórmula (Murkoff. H). Esta pérdida de peso es bastante normal, y debes ver que tu bebé comienza a aumentar de peso enseguida. Recuerda también que en los primeros días de tu bebé puede ser pesado en distintos pesos y en distintos momentos, lo que puede dar datos de peso sutilmente distintos.
  • También por esta época, te "sube" la leche y puedes encontrarte el pecho muy hinchado y caliente. La sobreabundancia en este momento es normal, hasta que tu cuerpo aprenda a predecir con exactitud la cantidad de leche que tu bebé necesita (ten en cuenta que si has tenido una cesárea o eres diabética, la leche puede tardar en subir algunos días más). La congestión generalmente surge el plazo de 24-48 horas. A medida que el bebé comienza a alimentarse regularmente tu cuerpo se adaptará a producir las cantidades adecuadas de leche para alimentarlo. Algunas mujeres se sienten más molestas con la congestión del pecho que otras, y suele ser más acusado con el primer hijo. Con los siguientes bebés, esa congestión puede ocurrir antes. 
  • Es importante que una vez que la leche sube, des el pecho periódicamente con el fin de estimular y garantizar un buen suministro de leche.
  • Vigila los posibles bultos que te puedan salir por el bloqueo de los conductos mamarios, ya que es algo que sucede con frecuencia en este momento. Trata de evitar el uso de un sujetador durante esta fase corta de congestión si es posible, ya que el sujetador puede comprimir el pecho y hacer que empeore la hinchazón.
  • El color de su primera leche cambiará gradualmente de amarillo a blanco. Ahora su leche de transición  contiene altos niveles de grasa, lactosa, vitaminas y más calorías que el calostro. La foto de abajo muestra el calostro (a la izquierda) extraído el cuarto día y la leche materna (a la derecha) extraída el octavo día.


  • En estos primeros días puedes observar que el patrón de alimentación de tu bebé es bastante impredecible, pero tendrás que acostumbrarte. Dale de comer cuando se despierte, por el tiempo que quiera, hasta que, literalmente, se quede frito otra vez.
  • De media, las tetadas duran alrededor de 15-20 minutos en cada lado, aunque las variaciones son normales. Como los adultos, los bebés pueden ser comedores rápidos o lentos. El flujo de la leche también puede variar en las madres: algunas tienen un flujo rápido, mientras que otras tienen un flujo más lento, por lo que la tetada se alarga más.
  • Su bebé puede mamar de un solo pecho cada vez, pero es aconsejable que lo haga de los dos.
  • Si no estás satisfecha con cómo van las cosas, pide ayuda cuanto antes. Es más fácil corregir los problemas a tiempo que volver a empezar dentro de una semana. Busca una reunión de La Liga de la Leche por tu zona.
  • Debido a la ingesta de leche, tu bebé comenzará a tener deposiciones de color amarillo mostaza  suave (naranja o verde también es normal). En esta etapa, por lo menos un pañal por día debe estar lleno de caca y un lío de limpiar. Esta fase de "caca explosiva 'continuará por algunas semanas más.
  • Mientras que los días anteriores era difícil saber si los pañales de tu bebé estaban húmedos, ahora sus pañales deben estar innegablemente mojados. La orina no debe tener color ni olor fuerte.
  • La mayoría de los bebés de esta edad pasan un promedio de 187 minutos por día mamando durante sus dos primeras semanas de vida (Fredregill 2004).
  • Los bebés pequeños tienden a comer con más frecuencia que los bebés más grandes (Spock 2004).
  • Ahora las tetadas pueden ser una docena en 24 horas. Pronto llegarán a ser de hasta 20 minutos por tetada cada dos a cuatro horas. No temas. Esta frecuencia es sólo temporal, y a medida que aumenta tu producción de leche y tu bebé se hace más grande, los intervalos entre comidas se hacen más largos. Las madres que están particularmente ansiosas por tener una lactancia exitosa tienden a sentirse decepcionadas por esta frecuencia, pues creen que esto significa que no producen leche  suficiente. Esto no es cierto. El bebé ahora ha establecido unas pautas de ingesta y para ello proporciona al pecho la estimulación necesaria para satifacer esta demanda creciente.


23 de junio de 2013

Moluscos contagiosos

moluscos contagiosos criando múltiples mellizos gemelos trillizos carros gemelares

¿Qué es?
En los últimos años ha aumentado notablemente la frecuencia de niños con Molusco Contagioso. Se trata de unas pequeñas lesiones del color de la piel, como pequeñas verruguitas brillantes que pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo. Son producidas por un virus y parece que la vía de propagación preferente, aunque no exclusiva, es el agua de las piscinas. Los pacientes con atopia son especialmente susceptibles, siendo los moluscos, en estos casos, más difíciles de combatir, posiblemente porque el rascado que caracteriza a la enfermedad ayuda a su propagación.

¿Cómo tratarlos?
A pesar de ser un proceso benigno suele ser un motivo frecuente de consulta en dermatología pediátrica. Hay que saber que se trata de un cuadro autorresolutivo, pero el período de eliminación espontáneo es muy variable, pudiendo llegar a más de 12 meses. Por ello, y fundamentalmente por motivos epidemiológicos (contagio entre hermanos, piscinas, deportes de contacto físico….) se encontrará que su pediatra o su dermatólogo le recomendará eliminar los moluscos. Existen varias técnicas posibles. Los dermatólogos pediátricos suelen preferir la técnica de raspado o curetaje mediante cucharilla quirúrgica. Es una técnica rápida, limpia, tolerable y que los dermatólogos manejan a la perfección. Se puede facilitar el curetaje mediante la aplicación previa de crema anestésica, siempre tras valoración y prescripción por el médico o enfermería, pues los anestésicos tópicos no están exentos de riesgo.

Los moluscos pueden eliminarse también con la aplicación tópica de alguna sustancia ácida o caústica sobre las lesiones. Puede administrarse en consulta o en domicilio. La ventaja es que inicialmente el niño no siente molestias. En contrapartida suelen ser sustancias agresivas localmente y que producen quemadura e irritación, mal tolerada con posterioridad y que hace que el niño se rasque, con el consecuente riesgo de infección, propagación y mala cicatrización. Se emplean en casos localizados o de difícil acceso.

La aplicación de métodos térmicos (frío o calor) está contraindicada para el tratamiento de los moluscos, pues el riesgo de secuela es muy elevado.

¿Se pueden prevenir?
Se desconoce exactamente su vía de transmisión, con lo cual tampoco pueden darse consejos precisos en cuanto a su prevención. Se aconseja duchar a los niños después de actividades acuáticas y que no compartan bañeras ni toallas. La piel deshidratada parece más propensa a la adquisición del virus, por lo que puede ser recomendable usar cremas emolientes a diario. La administración de fármacos inmunoestimulantes para ayudar a las “propias defensas” debe ser supervisada siempre por su médico.

Dra. M. Isabel Martínez de Pablo. Servicio de Dermatología de la Fundació Hospital de Nens.

21 de junio de 2013

Cronología de la lactancia materna (1)

Todos los niños alcanzan los hitos de desarrollo a su debido tiempo. Hay una multitud de factores que influyen en la tasa de crecimiento individual de cada bebé, tales como la genética, la forma de nacer, la edad gestacional al parto, problemas médicos, la eficacia de la placenta antes del parto y así sucesivamente.

Sin embargo hay una demanda constante y comprensible de las madres primerizas de obtener información sobre lo que se considera 'lo normal'. Esto es particularmente cierto con la lactancia materna, ya que saber cuánta cantidad de leche ingiere un niño de pecho es más complejo que ver cuánto se ha bebido de un biberón. Este es un tema lleno de confusión a gran escala, sobre todo cuando las madres que amamantan son una minoría y a menudo se encuentran ellas mismas y el personal médico comparando su bebé con los bebés alimentados con leche de bote.

Un bebé amamantado no es lo mismo que un bebé alimentado con fórmula. Uno se alimenta de la leche de su propia especie, y el otro se alimenta de la leche de una especie totalmente diferente, por lo que no es sorprendente que se puedan observar grandes diferencias.

Lo que sigue es una cronología que detalla el viaje del bebé amamantado promedio. Espero que resulte ser una herramienta útil y tranquilizadora para las nuevas madres.

Imagen de Hobomama
Al nacimiento:
  • Pasando suficiente tiempo ininterrumpido de piel con piel, tu bebé puede moverse hacia tu pecho y comenzar a alimentarse sin ayuda.
  • La primera alimentación ayuda a estabilizar el azúcar en la sangre del bebé y protege su estómago.
  • La mayoría de los bebés se alimentará mejor en este momento de lo que lo hará en los siguientes dos días. Aprovéchate de esto. "El instinto de un recién nacido a término sano para amamantar llega al máximo a los veinte o treinta minutos de nacer si no está somnoliento de las drogas o anestesia administrada a la madre durante el parto" (La Leche League). La lactancia materna en el paritorio o en la sala de recuperación después de una cesárea sienta las bases hormonales para el futuro suministro de la leche madura.
  • Si tienes una pérdida de sangre mayor que la que esperabas tras el parto o quedan restos de placenta dentro del útero después del parto, puedes tener problemas con el suministro de leche.
  • Asegúrate de que las matronas son conscientes de que no tienen que darle un biberón de fórmula a tu bebé a menos que sea estrictamente necesario y nunca sin tu consentimiento.
  • Tu bebé será pesado al nacer.
  • Lo que importa de la primera alimentación de tu bebé es la calidad, no la cantidad. Por el momento, y durante los primeros días, tus pechos están produciendo pequeñas cantidades de calostro (alrededor de 3-4 cucharadas al día). Esta es una secreción de color amarillo claro concentrada que tiene un alto contenido de proteínas, vitaminas y minerales solubles en grasa, así como anticuerpos que protegen al bebé de enfermedades bacterianas y virales.
  • No deben pasar más de tres horas entre cada tetada. Sin embargo, te puedes encontrar con que el bebé esté profundamente dormido durante los primeros días y parezca no estar interesado en mamar. Si esto sucede, tendrás que despertarlo. Desnudarlo y hacer piel con piel le ayudará a despertarse y le animará a mamar.
  • Cuando amamantas,la oxitocina te ayuda aque el útero recupere su tono después del nacimiento. Este proceso también protege contra el sangrado excesivo mientras te recuperas del parto. Puedes sentir leves calambres como los premenstruales al contraerse el útero.
Primer día
  • Durante las primeras 24 horas de tu bebé, puede que moje el pañal sólo una o dos veces (Fredregill 2004). Esto se debe a que el calostro que produces es un alimento que se digiere con facilidad y es perfecto para tu bebé, así que no sobra mucho que haya que eliminar
  • Durante las próximas 24 horas, tu bebé comenzará a aumentar su apetito por lo que hará entre ocho y doce comidas por 24 horas. Muchos bebés se alimentan con más frecuencia que ésta y puede parecer como si tu bebé fuera insaciable. Esto se debe a que su estómago es tan pequeño que se llena muy rápidamente y se vacía muy rápidamente. Alimentar con frecuencia es también esencial para aumentar tu producción de leche, por lo que es necesario dar el pecho a demanda en lugar de hacerlo de forma pautada, reloj en mano. Para entender por qué a tu bebé le encanta mamar con frecuencia, lee este artículo muy bien escrito por The Boob Leaky.
  • La mayoría de los recién nacidos requieren de 10 a 45 minutos para completar la alimentación (Murkoff. S).
  • Espera por lo menos uno o dos pañales mojados al día durante los primeros días después del nacimiento. Puede ser difícil saber si el pañal está mojado en esta primera etapa, y es normal encontrar manchas rosas similares a cristales. Si os resulta difícil juzgar si el pañal del bebé está mojado, pon una bola de algodón en el pañal. Cuando tu bebé orine, la bola de algodón se mojará. 
  • Durante este período, la boca de tu bebé es muy sensible a cualquier estímulo. Un chupete, una tetina o un dedo estimulan la boca de tu bebé de manera diferente que el pezón. Un recién nacido puede acostumbrarse a esta sobreestimulación del paladar duro y de la la lengua. "La confusión puede ocurrir con una única exposición a un biberón o a un chupete" (Rubin. S). Por lo tanto trata de evitar o retrasar el contacto de la boca del bebé (chupando o mamando) con todo lo que no sea tu pecho hasta que tenga al menos 6 semanas de edad.
Segundo día

  • La mayoría de los bebés (amamantados o no) tendrá un poco de ictericia, que se inicia pasadas las primeras 24 horas de vida, alcanza un pico alrededor de los tres o cuatro días, y luego se desvanece gradualmente durante la siguiente semana.
  • Amamantar o extraerse leche con frecuencia durante estos días cruciales después del nacimiento despiertan receptores sensibles a la hormona prolactina, una pieza clave en la producción de leche materna madura. Si tienes que separarte de tu bebé o tu bebé no puede amamantar, entonces sácate  leche con un sacaleches eléctrico cada tres horas. La extracción enviará a su cuerpo el mensaje de que tienes la intención de dar el pecho.
  • Puede haber oído el mantra: "Si te duele, lo estás haciendo mal". Mientras un dolor agudo indica un problema y debe recibir atención inmediata, un nivel moderado de malestar es normal durante estos primeros días, ya que sus senos se están acostumbrando a ser succionados. Sentirás algunos tirones a los que tardarás un tiempo en acostumbrarte.
  • No es inusual que un recién nacido para mucho y muy largo tiempo al pecho.
  • Las deposiciones de tu bebé cambiarán a un color marrón verdoso y parecerá un puré espeso  de guisantes. Hará entre dos y tres deposiciones por día. Si tu bebé no ha hecho caca al final del día de hoy, el médico debe ser notificado (Spock 2004)
Extraído de The alpha parent

19 de junio de 2013

Revisando el nivel de exigencia


Frecuentemente los adultos pierden buena parte de la capacidad de ponerse en lugar de otros y de aceptar distintas opciones como válidas; esto se llama empatía y pese a estar presente en el desarrollo de planes de estudio y de programas de desarrollo emocional como parte imprescindible para un correcto crecimiento personal en los niños muchas veces desaparece en la adultez, o si aparece es de forma muy tangencial. La mayoría de los adultos se perciben a sí mismos como personas más o menos empáticas y sensibles con las necesidades de los otros, pero aparecen muchas dificultades cuando se alejan del modelo adulto-céntrico predominante. Casi todas las personas son capaces de entender a otro cuando está enfermo, cuando ha perdido un trabajo o cuando se enfrenta a adversidades, y sin embargo presentan resistencias enormes cuando las necesidades surgen en el mundo infantil, mucho más emocional y sensible que el adulto. De esta situación aparecen multitud de confrontaciones entre grandes y pequeños, y se enquistan las posibilidades para solucionarlas. Muchas veces el adulto confunde el “ajuste al mundo infantil” con “ser muy directivo”, “marcar límites claros” o, simplemente “obedecer”. Es decir, que se le permiten muchas cosas a un niño o una niña mientras su comportamiento no choque de lleno con el punto de vista adulto. Obviamente esto es necesario en ocasiones en las que la seguridad de un niño está en peligro, pero demasiado frecuentemente es simplemente el hecho de hacer cosas distintas “a lo que un niño tiene que hacer”. Esto se manifiesta en comportamientos, actitudes o peticiones hacia el comportamiento que se realizan de forma injusta y/o arbitraria. Y es que muchos adultos exigen a los niños mucho más de lo que se exigen a ellos mismos o de lo que tolerarían a otros. ¿Ponemos algún ejemplo?

  • Roberto está de paseo con su mamá y ésta se encuentra a una amiga a la que hace tiempo que no ve. Empiezan a hablar y Roberto se queja: se aburre y quiere irse. La respuesta de la madre es: “un momento, ahora voy”. “Ahora mismo nos vamos”. Tras un rato de aburrimiento, Roberto encuentra diversión con unas piedrecillas. De repente, su madre se da cuenta de lo tarde que se le ha hecho, se despide y exige: “Roberto, vámonos que es tarde”. –“Ahora voy, mamá”. –“¿Ahora? ¡NO! ¡Ya! Y deprisa, que llegamos tarde”. ¿Está la adulta dando un ejemplo de comportamiento? ¿Será capaz de darse cuenta que no está empatizando con el pequeño?
  • A Margarita le compran una bolsa de chuches y le dicen que sólo puede comer una al día. En un descuido de sus padres, agarra la bolsa y se da un atracón. Cuando su padre lo descubre y la regaña por haber desobedecido. Está muy decepcionado por no poder confiar en la palabra de la niña, que tiene que aprender a controlarse. Como castigo, esa noche no le lee un cuento en la cama, porque está muy enfadado. Se enciende su cigarrillo electrónico y se pega su parche para dejar de fumar y se afirma en su creencia que la niña “tiene que aprender”.
  • Luis no ha terminado un trabajo del cole. Su madre no puede ayudarle pues tiene que hacer la declaración de la renta, pues acaba el plazo al día siguiente y no “ha tenido tiempo” de hacerla. Luis recibe una bronca por no organizarse como debe.

En la vida cotidiana tenemos miles de ejemplos similares. Si los adultos fueran capaces de exigirse a sí mismos lo mismo que exigen a los niños, en el mundo no habría miles de métodos de adelgazamiento fallidos, no se organizarían seminarios de profesionales para organización del tiempo, ni la teletienda inundaría las pantallas con miles de artículos tan inservibles como codiciados. Si los niños encontrasen coherencia entre las actitudes de los adultos y las peticiones hacia ellos, las relaciones serían más fluidas y sanas.

Y tú ¿le exiges a tu hijo lo que eres capaz de pedirte a ti mismo?

Extraído del blog A las madrigueras

17 de junio de 2013

¿Cómo lograr que nuestros hijos comprendan lo que leen?

lectura mellizos gemelos trillizos criando múltiples crianza positiva natural

Un estudio realizado por la Universidad de Chile en conjunto con el Consejo Nacional de la Cultura que revelaba que hoy en este País el 84% de las personas no es capaz de comprender a cabalidad lo que lee. ¡El 84%!

Si bien este estudio no fue realizado a niños, es precisamente desde pequeños, cuando nos enseñan a leer, que nos debieran también enseñar a comprender. Así es, ¡no es lo mismo!, nos enseñan a leer pero no a comprender. Ahí está la raíz del problema.

Muchas veces en mis charlas y seminarios me dicen: Pablo, el gran problema de la educación en nuestro país y en Latinoamérica es la falta de comprensión de los niños. Y yo les digo: perfecto, solucionémoslo, démosle herramientas a los estudiantes para que comprendan mejor, ya que el gran problema es que nos enseñaron a leer pero nunca nadie nos enseñó a comprender lo que leemos.

Veamos un ejemplo…

Cuando yo le digo a un niño: “Lee este texto y después te voy a preguntar qué entendiste”, ¿qué es lo que hace normalmente un niño? Lo normal es que ese niño empiece a leer desde la primera palabra tal como se lo enseñaron. Pregunta, ¿ese niño comprenderá la primera vez que lee el texto? ¿Lo comprenderá a la segunda o a la tercera vez? En promedio yo diría que la mayoría de los niños necesita leer al menos dos veces el texto para captar el contenido. Y ¿saben qué? Eso no es un problema de aprendizaje, eso es algo absolutamente normal, ¿por qué? Porque si yo tengo miles de ideas en mi cabeza y alguien me dice que lea un texto, yo tengo que primero leerlo una vez para traer toda la información que yo tengo con respecto a ese tema y colocarla a mi disposición, es decir, generar un contexto para que la segunda vez que lo lea, entienda. Entonces, un niño que necesita leer dos veces un mismo texto es totalmente normal, no tienen ningún problema, necesita entender de qué se trata primero para después comprender lo que está leyendo.

¿Qué hacemos entonces?

Simple. Darles herramientas que los ayuden a comprender sin necesitad de leer dos veces. A mis estudiantes enseño la técnica de “Escanear el Texto”, el primer paso de la Lectura Inteligente. Escanear es una herramienta que en mi opinión debería ser enseñada desde los primeros días escolares de un niño y consiste en lo siguiente: cuando voy a leer un texto lo primero que tengo que mirar es:

Títulos y subtítulos
Palabras destacadas e imágenes
Resúmenes y preguntas
Todo esto en no más de 15 a 30 segundos por página. En la práctica yo les digo a mis estudiantes: ¡Muchachos tienen exactamente 30 segundos para decirme qué hay en este texto! Los niños no tienen más opción que simplemente aprovechar todas las fotos, títulos y elementos destacados del texto y decir, “ah esto es acerca de los volcanes, un volcán haciendo erupción, una ciudad en ruinas, vi algo de esto en el Discovery Channel sobre el Vesubio y Pompeya, etc”. En la práctica, lo que está haciendo ese niño es un proceso mental para juntar la mayor información posible sobre lo que va a leer. Activan el cerebro, colocan en contexto y ponen a su disposición todas las ideas y asociaciones previas acerca de los volcanes en este caso. Una vez realizado el escaneo, les digo “ahora lean el texto”.

Pensemos. Ese niño que hizo ese proceso previo y que sólo se demoró 30 segundos en escanear, ¿tiene más o menos posibilidades de comprender que el que no lo hizo? Por supuesto que más. Simplemente está utilizando su cerebro como realmente funciona. Está reemplazando el rol de la primera lectura en mucho menos tiempo en una forma más entretenida y creativa.

Escanear es una de las técnicas que yo más recomiendo para mejorar la comprensión en los niños y jóvenes. Mi consejo es que apliquen esta herramienta en sus hijos desde que son pequeños. Enséñensela especialmente a los universitarios, ellos necesitan cubrir rápidamente mucha información, ni se imaginan los resultados que hemos logrado.

¡Vamos que se puede!

Fuente: Aprendizaje inteligente

15 de junio de 2013

Educar en la tolerancia

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Educar en la tolerancia y en la aceptación de la diversidad es uno de los valores que debiera ser central en los objetivos educativos de la familia y del contexto escolar, ya que el no respeto a las diferencias es la causa de injusticia, de sufrimiento y de mucha violencia en la infancia y en la adolescencia.

Los niños son educados desde pequeños, a través de diversos mecanismos, en los sistemas de creencia de la familia. En forma explícita o implícita los adultos le van traspasando a sus hijos los valores que les parecen esenciales. Esta actitud que es necesaria y básicamente correcta, si no va acompañada de un valor fundamental que es el respeto a las ideas de los otros, puede llevar a que los niños tiendan a asumir una conducta fundamentalista en relación a sus valores, que puede llevarlos a tener actitudes, contra los que piensan diferente.

Grandes guerras en la humanidad y episodios terroristas, han tenido su origen en diferencias ideológicas, donde el que piensa diferente no sólo es alguien con quien no estoy de acuerdo, sino que se constituye en mi enemigo. Mahatma Gandhi, uno de los grandes ideólogos de la no violencia, decía: “La violencia es el miedo a los ideales de los demás”.

Esta sentencia de un hombre tan reflexivo y profundamente pacifista me hace pensar, ¿cuán importante es el valor de la tolerancia, en las familias, al momento de educar a los niños?: Ciertamente Gandhi sabía de discriminación, ya que fue víctima de ella por su origen hindú, en los años de su infancia que vivió en Inglaterra. Además la India, su país de origen, es una nación cruzada por diferentes religiones, y en la cual el sistema de castas es todavía muy fuerte.

Desafortunadamente, en el trabajo en colegios y en la atención clínica de niños que son discriminados por sus iguales, es posible apreciar que -a pesar de lo globalizado que se encuentra el mundo-, en nuestro país, la actitud de los niños chilenos hacia lo que es diferente es de una profunda discriminación, quizás mayor que la que se ve en otros países del continente.

En el colegio son victimizados los niños que son percibidos diferentes racial, social y físicamente por sus compañeros, produciéndoles una gran cuota de sufrimiento.

No basta que los padres no tengan actitudes despectivas o arrogantes frente a las diferencias, es necesario ir más lejos y cuidar el lenguaje que muchas veces puede ser discriminatorio con las diferencias. Por ejemplo, hay que tener cuidado con los chistes que se les cuentan a los niños, muchos de ellos son en general abiertamente discriminativos y constituyen estereotipos llenos de prejuicios. Es como sostener que todas las personas de una nacionalidad o de una raza, tuvieran una característica negativa que sería más marcada que todas las cosas positivas, y es como que todas las personas de un grupo fueran iguales. Los prejuicios se transmiten como una especie de contagio afectivo y son la máxima expresión de la intolerancia. Quien juzga a otro desde lo negativo se coloca en una situación de superioridad y coloca al otro en una posición de inferioridad.

Cada día más se avanza hacia un mundo en que en lo cotidiano se convive con personas de diferentes orígenes y valores. Para lograr una convivencia pacífica y nutritiva, es necesario que los niños aprendan a valorar el aporte de las otras culturas. Cuéntele a sus hijos e hijas, cuentos de niños de otras culturas, llévelo a conocer templos de otras religiones, que no sean la suya. Muéstreles su manera de vestir y comer, valorando su aporte. Aprecie, por ejemplo, el mérito de las etnias originarias. Abra el corazón y la mente de su hijo a la humanidad, así estará ayudándole a construir un mundo mejor, donde hay cabida para las diferencias y se valora el aporte de todos en la construcción de un mundo mejor.

Neva Milicic

13 de junio de 2013

Reflexiones sobre llevar al bebé siempre encima

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Como madre primeriza con grandes deseos de hacer lo mejor para mi hijo, yo estaba determinada a practicar lo que se llama "crianza total". Había oído muchas explicaciones acerca de lo positivo de la práctica de mantener al bebé en contacto físico con la madre, pero cuando me puse a ello, resulta que no conocía a nadie que llevara a su bebé de esa forma tan constante y tan próxima que se decía que era la mejor.

Yo tenía unas ganas enormes de usar el rebozo tradicional indígena, o chal, para llevar a mi bebé, como es habitual en los países de Latinoamérica en los que había pasado los últimos años. Me di cuenta de que los bebés indígenas estaban despiertos y tranquilos, aprovechándose de su posición expuesta pero segura para inspeccionar y estudiar el mundo que había a su alrededor.

La teoría que se esconde tras la "crianza total" es la de que si la criatura se siente óptimamente segura durante los primeros años de su vida, no tendrá que pasar el resto de su vida buscando el amor y la confianza perdidos. Una vez establecida una confianza de corazón en el mundo y en las relaciones íntimas, será capaz de tener profundas visiones interiores.

Mi hijito Van conoció el rebozo desde pocos días después de haber nacido. Nos ha ayudado a crear una bonita unión entre nosotros, y entre mí y las mujeres de las culturas entre las que vivo. El peso y la altura del bebé son independientes de mis brazos, de forma que yo puedo pasear cómodamente, llevar paquetes, abrir puertas, etc., mientras que el bebé está seguro y cerca.

Durante los primeros meses, él podía mamar siempre que le apetecía en público mientras estaba totalmente oculto a la vista de los demás. El rebozo es una herramienta estupenda, y le permite a un niño pequeño estar en un lugar seguro en sociedad, participando con sus padres en la vida.

Una visita a los Estados Unidos cuando Van tenía tres meses me reafirmó en mi deseo de la "crianza total". En contraste con la sociedad mejicana, encontré mucho énfasis en los Estados Unidos en cómo hacer la crianza de los hijos más cómoda y en como ajustarla para hacerla encajar con los restantes objetivos de los adultos. Me decían, una y otra vez, "Bárbara, deja al niño. Relájate, necesitas descansar." Pero cuando yo estaba más relajada era cuando estaba dando de mamar o con el bebé pegado a mí. Quería estar ahí cuando Van se despertara para sus frecuentes aunque cortas tomas nocturnas, y realmente no entendía porqué otros padres querían que sus bebés durmieran toda la noche. Sus murmullos pidiendo "chi chi" no interrumpían mi descanso, y yo los daba la bienvenida como una protección contra la posibilidad de un embarazo mientras él era pequeño.

Estoy muy agradecida de que mi estilo de vida me permitiera estar tanto tiempo con mi bebé, y creo firmemente en las frases "contacto constante", "entregada a ser madre", y "los bebés están hechos para los brazos de sus madres". A pesar de todo a veces tenía que dejarle para hacer las necesidades que nos llevan de un día a otro. Como me negué a tener una silla para el bebé, no tenía dónde sentarle cerca y a mi vista mientras me duchaba, cosía, o cenaba. Mi insistencia en hacer lo que yo pensaba que era lo natural, al modo tradicional sólo me incomodaba y agotaba.

Cuando Van cumplió nueve meses, me sentía quemada y confundida, cuestionándome los principios sobre los cuáles yo había basado mi corta experiencia en crianza. Abrí los ojos y no pude creer lo que vi. Yo estaba intentando realizar un ideal que no existía, un ideal de "crianza total" que aislaba a la madre y al bebé como una unidad cerrada.

Yo veía a los bebés indígenas en rebozos todo el día, pero una primita podía estar llevando al bebé, mientras la mamá prendía el fuego, o hacía manualidades; y después una tía llevaba al bebé, llevándoselo a su madre cuando quería mamar: y cuando acababa ayudaba a sujetar a la chiquitina a la espalda de su tía. La tradición de la lactancia a demanda se mantenía, pero ¿la "crianza total"? Yo no la veía. El bebé era parte de la gran familia y de la comunidad, y como todos sus miembros, se movía en todos los círculos de actividad. Sí, los bebés estaban en contacto humano permanente, pero no exclusivamente con sus madres.

Me di cuenta de que mi mala interpretación de la relación madre-hijo en una cultura primitiva sólo podía hacerla una mujer occidental, crecida en una sociedad donde las madres y sus hijos pequeños están aislados en el núcleo familiar. La nuestra no es una sociedad tribal y no podemos recrear ésa situación, excepto quizás en raras ocasiones en una comuna o en una comunidad pequeña. En nuestra sociedad tenemos la opción y la inclinación a coger y a dejar a nuestras relaciones siempre que las cosas no van de la forma que se supone que deberían ir.

Quizás comprometernos en un auténtico compromiso y amor entre los miembros de la familia sería el catalizador para la seguridad emocional y el bienestar de nuestros hijos, traídos al mundo y criados en este mundo moderno.

Al los quince meses, Van y yo seguíamos compartiendo el rebozo muchas veces al día, de compras, paseando, y cuando se ponía a incordiar entre mis rodillas, lo subía a mi espalda y seguía con mis tareas. Mi corazón sigue latiendo cuando oigo su corazoncito latir suavemente contra mis costillas. Estoy agradecida por el don de haber visto estas tradiciones antiguas, y por mi inclinación a adoptarlas, no ciegamente, sino con la conciencia de quién soy y de dónde vengo. Puedo cuidar a mi hijo no con la machacona insistencia de "hacer la única forma de hacerlo correctamente", sino eligiendo lo que funciona en el momento para nuestra familia, que sigue creciendo. Espero siempre escuchar y aprender de mis experiencias vitales.

Bárbara Wishingrad

Publicada en inglés en "Special Delivery", el boletín de la organización Informed Homebirth and Informed Birth and Parenting (Partos Caseros Educados y La Paternidad y Parto Educado), en el otoño de 1986. Extraído de la web Crianza a través de las culturas

11 de junio de 2013

Separación, estrés y llanto

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Los bebés humanos tienen un periodo de dependencia con sus padres muy largo y necesario no sólo para satisfacer sus necesidades corporales sino las emocionales con las que se enfrentarán a la vida el resto de sus días. Esta dependencia unida a los consejos de crianza que persiguen conseguir una autonomía rápida por parte del bebé, dificulta y complica mucho la crianza, y conduce a veces a la búsqueda de consejos o información teórica sin dejar aflorar lo que el instinto maternal dice y que ayudaría a generar en los padres más seguridad y menos dependencia.

El organismo en desarrollo está programado física y neurológicamente para actuar en cada hábitat de forma que consiga sobrevivir. Los comportamientos que se generan están diseñados para funcionar en el hábitat esperado: el hábitat determina la conducta, los estímulos surgidos activan el sistema nervioso autonómico y las hormonas y hacen que los músculos trabajen con el propósito de asegurar las necesidades biológicas del organismo: oxigenación, calor, nutrición y protección.

En el hábitat inadecuado todos los mamíferos tienen la respuesta protesta (desesperación o angustia), que fue descrita en los orfelinatos tras la Segunda Guerra Mundial. La protesta, se entiende como el llanto y actividad intensa destinados a llamar la atención para ser devueltos al hábitat natural; la desesperación es la respuesta de desconexión del medio, que se puede acompañar con disminución de la temperatura corporal y ritmo cardíaco, y, la liberación masiva de hormonas del estrés. Llorar, es nocivo para los recién nacidos, aumenta el riesgo de hemorragia intraventricular y dificulta el inicio y mantenimiento de la lactancia.

Esta respuesta de angustia a la separación, también se ha observado en niños que se encuentran en cunas, donde lloran hasta diez veces más que los bebés que se encuentran piel con piel con su madre.

Hay métodos de "modelado de conducta" que dejan fuera las emociones. Son métodos de extinción de respuesta: el niño deja de llorar porque aprende que no va a ser atendido. El niño come algo que no le gusta o que no necesita (lo que sea que el progenitor le haya puesto en el plato) por miedo al castigo, o porque no le queda más remedio. Otro ejemplo es enseñar a los niños que por mucho que lloren, sus demandas, sus necesidades emocionales, no van a obtener una respuesta de las personas que más los quieren: sus propios padres. Aunque los seguidores de esta metodología defienden que no existe evidencia de que dejar a un bebé llorando solo le produzca daño, vale la pena destacar que hay una gran diferencia entre la “no evidencia de daño” y “evidencia de que no produce daño”. Hoy en día, se sabe que enseñar a los niños a dormir en estas condiciones no produce beneficios físicos ni psíquicos.

Se ha visto que el apoyo de las madres y los padres desde el nacimiento ayuda a un mejor desarrollo y volumen del hipocampo, una región clave en la memoria y en la modulación del estrés ya que el cortisol de manera crónica es un tóxico.

La Asociación Australiana de Salud Mental Infantil (AAIMHI) advierte que “el llanto controlado no se sincroniza con las necesidades del niño en cuanto a la salud fisiológica y emocional y podría tener consecuencias negativas no intencionadas”. Aconseja: "Los bebés son más propensos a formar apegos seguros cuando se responde en forma oportuna a su angustia. Un apego consistente, apropiado y seguro en la infancia es la base para una buena salud mental de adultos." Es necesario prestar atención al llanto y lenguaje corporal del niño hasta los 18 meses. Los bebés no tendrán un sueño feliz cuando se duermen tras un llanto agotador porque ello va a crear cambios cerebrales que tendrán implicaciones futuras en su desarrollo.

El profesor James McKenna, director del Laboratorio del Comportamiento del Sueño Madre-Bebé en la Universidad de Nôtre Dame, experto en SMSL, describe el llanto controlado como "ideología social disfrazada de ciencia". Lo que esto significa es que a pesar de que existen opiniones sobre cuánto tiempo debe dejar al bebé llorar con el fin de que aprenda a dormir, nadie ha estudiado con exactitud cuánto tiempo es seguro dejar a un bebé llorando en esas condiciones.

Los bebés que lloran experimentan un aumento de la temperatura corporal,del ritmo cardíaco y de la presión arterial. Estas reacciones provocan un sobrecalentamiento y podría representar un riesgo potencial de muerte súbita en los bebés vulnerables. También puede haber efectos a largo plazo emocionales. Existen pruebas convincentes de que los niveles elevados de hormonas de estrés pueden causar cambios permanentes en las respuestas al estrés en el bebé. Estos cambios afectan a la memoria, la atención y a la emoción, y pueden provocar una respuesta exagerada al estrés durante toda la vida, que incluye una predisposición a la ansiedad y trastornos depresivos

Extraído de Maternidad y Salud. Ciencia, Conciencia y Experiencia. Publicado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad

9 de junio de 2013

Entevista a Michel Odent


Al médico obstetra Michel Odent jamás se lo podría acusar de egolatría. El experto francés sostiene que cuanto menos participen él y sus colegas de los partos, mejor para la madre, el bebé y el desarrollo mismo de la sociedad.

Odent vino a Buenos Aires invitado por la Fundación Creavida para presentar su libro "El granjero y el obstetra", donde formula una analogía entre la industrialización agroganadera, y lo que él llama la "industrialización de los nacimientos".
"Los desastres de la aftosa y la enfermedad de la vaca loca despertaron la conciencia pública sobre los riesgos de adoptar ciertas formas de explotación ganadera. ¿Necesitamos que ocurra un desastre para que nos demos cuenta de que las formas modernas de nacer tienen consecuencias negativas?", inquiere el veterano experto en una entrevista exclusiva.
Noticias: ¿En qué momento de la historia el parto comenzó a ser visto como una situación "patológica"?

Michel Odent: El parto nunca fue algo fácil para los seres humanos. Y desde los chamanes en adelante siempre hubo una tendencia a "medicalizarlo". El control sobre el proceso avanza en décadas más recientes con lo que yo llamo "industrialización". Se estandariza el ambiente de parto en grandes hospitales, las parteras siguen un protocolo estricto, se desarrollan la anestesia peridural, la cesárea segmentaria baja y el monitoreo electrónico fetal. El nacimiento se transformó en un trabajo en cadena.

Noticias: Pero las mujeres siguen teniendo tanto o más miedos que antes.

Odent: Sí, suena paradójico pero es así. El problema es que se sigue poniendo el eje sobre los aspectos negativos: cómo parir sin dolor, sin miedo o sin violencia, y la verdad es que resulta imposible extraer por completo el miedo o el dolor salvo que se usen drogas. Lo que habría que formular son nuevas preguntas de connotación positiva.

Noticias: ¿Por ejemplo?

Odent: Por ejemplo, cuáles son las necesidades básicas de la mujer durante el trabajo de parto. Hay dos que la mujer comparte con todos los mamíferos: sentirse segura y no ser observada. Durante el parto se debe reducir al máximo la actividad del neocórtex, que es la parte del cerebro que está más desarrollada en los humanos. Para ello se requiere un ambiente de privacidad, sin gente hablando alrededor, que permita que la mujer "se vaya del planeta" y se olvide de lo que ocurre a su alrededor. Por cierto, no es la situación más habitual en esta época.

Noticias: ¿Habría que tomar el ejemplo de los animales?

Odent: En algún punto yo hablo de "deshumanizar" los partos, o sea, dejar de lado los rituales y prejuicios humanos que perjudican el parto fisiológico normal. Mitos como que el calostro es malo, que el bebé después de nacer tiene que estar en los brazos de otra persona que no sea la madre o que se debe cortar el cordón umbilical lo antes posible. Quizás todos estos rituales o mitos tuvieron una ventaja evolutiva, dado que las estrategias básicas de supervivencia en todas las sociedades consisten en dominar otros grupos humanos. Esos rituales se fueron transmitiendo con el objeto de favorecer la agresividad, más favorable en términos adaptativos. Hoy, cuando se necesitan otras tácticas de supervivencia, cuando se requiere la energía del amor, los ritos o creencias perdieron su ventaja evolutiva. Y hay que sacárselos de encima.

Noticias: ¿El tipo de parto se asocia con las tasas de criminalidad?

Odent: Hay estudios que encontraron una correlación entre conductas destructivas o autodestructivas –como suicidio, drogadicción y anorexia- con el antecedente de partos complicados, aunque este término es bastante ambiguo. Lo que yo sí tengo es una regla personal para cuando viajo y me sirve para saber si puedo caminar solo a la noche en esa ciudad: relaciono la tasa de intervenciones obstétricas en forma directa con la criminalidad. En Tokio, por ejemplo, hay sólo un 10 por ciento de cesáreas y la analgesia epidural se utiliza en no más del 5 por ciento de los partos. No es de extrañar que sea un lugar muy seguro para pasear.

Noticias: ¿Y cómo se siente en Buenos Aires, donde uno de cada cuatro partos termina en cesárea?

Odent: La verdad es que prefiero quedarme en el hotel.

Noticias: ¿Parir en la casa es mejor que hacerlo en el hospital?

Odent: Lo importante es reconciliar la privacidad que ofrece el hogar con los servicios que puede brindar un hospital. En las ciudades modernas se puede llegar al hospital en veinte minutos, y la partera bien puede sugerir la derivación inmediata al hospital cuando sea necesario. Son enfoques complemetarios.

Noticias: ¿Cuándo aconseja el parto acuático?

Odent: La situación típica es aquella mujer que tiene una dilatación de cinco centímetros, y pide por favor que le den un analgésico para calmar el dolor. En lugar de correr a aplicarle una inyección, es bueno que la mujer se sumerja en el agua a 37 grados para facilitar el trabajo de parto durante un período limitado de tiempo, no más de una hora y media. Es un recurso, no algo que debe aconsejarse como método principal.

Noticias: ¿Por qué no quiere que el padre presencie el parto?

Odent: Es una especie de doctrina moderna que habría que reconsiderar. Que los padres estén ahí observando es la principal razón de que haya partos largos y difíciles. Conozco infinidad de casos donde el parto es extremadamente lento hasta que el hombre se va por alguna razón, por ejemplo, comprar un agua mineral. Y tan pronto él se aleja, la mujer grita, se contrae y nace el bebé. En el período perinatal, hay que darle prioridad al lenguaje no verbal. Las mujeres dicen que no podrían imaginarse el parto sin la compañía de su esposo. Pero con su cuerpo dicen lo contrario: que dan a luz más fácil cuando están solas.

Noticias: ¿Cuántos hijos tiene?

Odent: Dos.

Noticias: ¿Nacieron en la casa o en el agua? ¿Usted estuvo presente?

Odent: El último nació en casa, en el piso del baño. Fue muy rápido. Yo en ese momento no tenía licencia para ejercer en Londres, por lo cual debí llamar a dos parteras. La primera contracción de mi pareja fue a las 17.30, y el bebé nació tres horas después, en el mismo momento que llegaban las parteras. Durante todo ese lapso estuvimos en absoluta privacidad, no había nadie más en la casa que yo. Es una situación extraordinaria e irrepetible. Sería bueno que muchas otras parejas la experimentaran.

Revista Noticias - Fundación CreaVida
Imagen de http://almamaterdoula-lupe.blogspot.com.es

7 de junio de 2013

La "crianza moderna" de los bebés perjudica su cerebro

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Cada vez son más los defensores de la crianza natural de los niños. Los últimos en sumarse a esta tendencia ha sido un conjunto de investigaciones interdisciplinarias de la Universidad Notre Dame (Indiana, EE.UU.), que concluye que ciertas prácticas y creencias habituales adoptadas en los últimos tiempos no son tan beneficiosas para los bebés e impiden el desarrollo mental y emocional sano de los pequeños. Por ejemplo: el uso de leche de farmacia para alimentar a los bebés, el aislamiento de los niños en sus propios dormitorios o la creencia de que, si se responde demasiado rápido a las quejas del bebé, se le acostumbra mal.

La investigación vincula ciertas prácticas tempranas de la crianza —que son comunes en las sociedades de cazadores y recolectores—con resultados emocionales saludables y específicos en la edad adulta. «El amamantamiento de los bebés, la respuesta cuando lloran, el contacto físico casi constante y el que haya varios adultos que se ocupan de la crianza son algunas de las prácticas ancestrales que han demostrado su impacto positivo en el desarrollo del cerebro, lo cual no sólo moldea la personalidad sino que ayuda además en la salud física y el desarrollo moral», afirma Darcia Narváez, profesora de Psicología, especializa en el desarrollo moral de los niños y la forma en que las experiencias tempranas pueden influir en el desarrollo del cerebro.

Los estudios, añadió, muestran que la respuesta a las necesidades del bebé, sin dejarlo que «se canse de llorar», influye en el desarrollo de la conciencia, y que el contacto físico positivo afecta a la reacción al estrés, el control de los impulsos y la empatía. Del mismo modo, según esta investigadora, el juego libre en un ambiente natural influye en las capacidades sociales y el manejo de la agresión, y cuando hay todo un grupo de personas que proveen el cuidado, más allá de la madre sola, mejora el cociente intelectual.

Narváez afirmó que Estados Unidos ha ido en el sentido contrario en todos estos aspectos del cuidado infantil. En lugar de estar aupados, los niños permanecen más tiempo en sus carritos, asientos para el automóvil y otros aparatos. Sólo alrededor del 15% de las madres amamanta a sus bebés y las que lo hacen no van más allá de unos 12 meses; las familias están fragmentadas y ha disminuido el tiempo que padres y madres permiten que sus hijos jueguen.

Publicado en el diario ABC

5 de junio de 2013

Mi bebé coge poco peso

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En ocasiones, algunos bebés que llevan muy bien la lactancia materna exclusiva durante los primeros meses, empiezan a no ganar peso tras dos a cuatro meses. Esto puede ser normal, ya que los bebés amamantados no crecen siguiendo las mismas curvas de crecimiento que los bebés alimentados con fórmula, y puede parecer que crecen muy lentamente, cuando en realidad, es el bebé alimentado con fórmula el que está creciendo demasiado rápido. La lactancia materna es la forma normal, natural y fisiológica de alimentación de los lactantes y los bebés pequeños. Usar al bebé alimentado con fórmula como modelo de lo normal es irracional y nos lleva a cometer errores en el asesoramiento a las madres sobre la alimentación y el crecimiento.

En algunos casos, una enfermedad del bebé puede hacer que el aumento de peso sea menor de lo esperado. La suplementación con fórmula no cura la enfermedad y puede privar al bebé de los efectos beneficiosos de la lactancia materna exclusiva. Se puede saber cuando un bebé toma leche y cuando no (véase más adelante). Si no está tomando leche suficiente, es poco probable que el bebé tenga una enfermedad, y es más probable que la producción de leche de la madre se haya reducido. La causa más común de que el aumento de peso sea menor tras las primeras semanas o meses es que la producción de leche de la madre se haya reducido.

¿Por qué disminuye el suministro de leche?

1. Estás tomando la píldora anticonceptiva. Si es así, deja la píldora. Hay otras formas de prevenir un embarazo distintas a los anticonceptivos hormonales.
2. Estás embarazada.
3. Has intentado reducir el número de tetadas diarias o estás intentando que no mame durante la noche. Si este es el caso, alimenta al bebé cuando tenga hambre o se chupe la mano.
4. Estás tirando de biberón más que de vez en cuando. Aun cuando la producción de leche esté bien establecida, el uso frecuente de biberones enseñan al bebé que existe un método rápido de comer incluso si sólo le das leche materna en el biberón. Cuando vuelve al pecho, y a un flujo más lento, puede rechazarlo, estarse menos tiempo (aún) en el pecho y eso hará que la producción de leche sea (aún) menor.
5. Un "shock" emocional puede, en ocasiones, disminuir la producción de leche.
6. A veces una enfermedad, sobre todo cuando se asocia con fiebre puede disminuir la producción de leche. Lo mismo ocurre con mastitis. Afortunadamente, las enfermedades en la madre no suelen disminuir la producción de leche.
7. Estás intentando ser una súper mujer. No tiene que serlo. Deja pasar el trabajo doméstico. Duerme cuando tu bebé duerme. Deja que el bebé mame mientras duermes.
8. Algunos medicamentos pueden disminuir la producción de leche (algunos antihistamínicos, por ejemplo).
9. Estás dándole un solo pecho en cada comida, para que obtenga mayor cantidad de las grasas del final de cada tetada. Recuerda que si el bebé no está bebiendo, no conseguirá nada de leche y si no la consigue, no llega a la “leche final”. "Finaliza" con un pecho y si quiere más, ofrécele el otro.
9. Una combinación de algunas de los anteriores.
10. A veces, la producción de leche disminuye, particularmente alrededor de los tres meses, sin ninguna razón evidente. Es probable, sin embargo, que encuentres la razón en el siguiente párrafo.

Existe una razón más que requiere de más explicación. En las primeras semanas, los bebés tienden a dormirse al pecho cuando el flujo de leche es lento (la desaceleración del flujo se produce con mayor rapidez si el bebé no está bien prendido al pecho, ya que el bebé depende de la "bajada" de la madre o reflejo de eyección de la leche para obtenerla). El bebé va a chupar y chupar y dormir, sin obtener grandes cantidades en este punto, pero la madre puede tener un reflejo de bajada (reflejo de eyección de leche) de vez en cuando y el bebé va a beber más. Cuando el suministro de la madre es abundante, el bebé generalmente gana bien, aunque puede pasar largas temporadas en el pecho a pesar de la abundante oferta de la madre. Sin embargo, cuando los bebés tienen seis u ocho semanas de edad, a veces menos, muchos se empiezan a separar del pecho cuando el flujo se ralentiza, a menudo al poco rato de haber comenzado a mamar. Esto es más probable que ocurra en los bebés que tomaron biberones al principio, pero puede ocurrir incluso sin haber tomado un solo biberón en su vida. La madre es probable que ponga al bebé al otro pecho, pero entonces el bebé hará lo mismo. Puede tener hambre todavía, y puede rechazar el pecho, y prefiere chuparse la mano. No va a conseguir esos descensos adicionales que le dan unos cuantos chorros de leche que habría tenido más si se hubiera quedado en el pecho. Así que bebe menos, y el suministro también disminuye porque bebe menos, y el flujo se ralentiza antes durante la tetada (porque hay menos leche) y ya sabes lo que puede pasar. No siempre sucede así, y muchos bebés pueden ganar peso incluso si pasan sólo un corto período de tiempo en el pecho. Todavía puede retirarse y chupar sus manos porque quieren chupar más, pero si su aumento de peso es bueno, no hay necesidad de preocuparse.

La forma de evitar esto es conseguir un buen enganche desde el principio. Sin embargo, a muchas madres se les dice que el bebé se ha enganchado bien aunque no sea así. Un mejor enganche puede ayudar, a veces incluso en una fecha posterior. Usar la compresión puede hacer que el bebé siga bebiendo

¿Cómo sabes que el bebé toma en realidad en el pecho?

Cuando un bebé está recibiendo leche (no está recibiendo la leche sólo porque tenga el pecho en la boca y haga movimientos de succión), verá una pausa en su barbilla entre que abre al máximo la boca y antes de que la cierre, por lo que uno mamada es: abrir la boca - pausa - cerrar la boca. Si desea demostrarte esto a ti misma, pon tu índice u otro dedo en la boca y chupar como si estuviera sorbiendo con una pajita. Mientras sorbes, tu barbilla cae y se queda abajo, siempre y cuando sigas sorbiendo Cuando dejas de sorber, tu barbilla vuelve a subir. Esta pausa que es visible en la barbilla del bebé representa un trago de leche cuando el bebé lo hace en el pecho. Cuanto más larga sea la pausa, más leche toma el bebé. Una vez que te des cuenta de esto, podrás cortar el aluvión de comentarios sin sentido que se le hacen a toda madre que amamanta, como “dale pecho veinte minutos en cada lado”. Un bebé que tiene este tipo de succión (con pausa) durante veinte minutos seguidos puede que no quiera mamar del segundo pecho. Un bebé que “picotea” durante 20 horas dejará el pecho teniendo hambre.

Puedes ver también los vídeos www.thebirthden.com/Newman.html . Los vídeos muestran cómo se engancha un bebé, cómo saber si un bebé recibe leche y el uso de la compresión.

Jack Newman.


3 de junio de 2013

Dos gemelas en el Everest

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Dos mujeres indias han sido las primeras gemelas en alcanzar la cima del Everest, según nos cuentan en el The Times of India. Lo lograron el pasado 19 de mayo.

Nunshi y Tashi Malik se encuentran ahora entre las 135 personas que han hecho cima en el pico más alto del mundo, con 8.848 metros, acompañadas de dos sherpas que, cosas de la vida, también son mellizos.

Las dos hermanas llevan desde marzo aclimatándose en la zona para acostumbrarse a la altura.

1 de junio de 2013

Cinco cosas importantes que debemos enseñar a los hijos

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Algunas veces he escuchado a algunos padres decir “he fracasado como padre”, y esto lo dicen padres de niños, de adolescentes, padres de jóvenes y, a veces, hasta padres de adultos. Ante esa afirmación siempre pregunto lo mismo: ¿por qué dices eso? La respuesta, curiosamente, suele incluir esta idea: “no he sabido inculcarle“.

Este sentimiento de fracaso, además de restar confianza a los padres, sirve a menudo para culpabilizar a los hijos. Y el coctel “falta de confianza” más “culpabilización” genera resacas de larga, muy larga duración.

La tarea de ser padres no es construir hijos sino ayudar a que los hijos se construyan a sí mismos. Desde esta perspectiva, realmente ¿fracasan los padres? La vida de nuestros hijos les pertenece a ellos, y los padres no podemos vivir la vida de nuestros hijos porque, si lo hiciéramos, quizás no se equivocaran, pero lo que es seguro es que los privaríamos de vivir su vida que, por cierto, es una forma de ser desgraciado/a.

El fracaso como padres, no reside en lo que nuestros hijos hacen, o dejan de hacer, ni en lo que los padres olvidamos que hemos hecho. En todo caso, reside en no dejar que nuestros hijos sean los dueños de sus aciertos y de sus errores.

Por otro lado, algunos padres vamos olvidando mientras nuestros hijos se van haciendo mayores las cosas que les hemos enseñado con tanto esfuerzo y con tanto cariño en su infancia y adolescencia. El olvido nos puede volver rígidos, incluso resentidos y el resentimiento conlleva el peligro de “perdernos” la vida que nuestros hijos adultos han decidido, libremente, vivir. Pero olvidar no es fracasar.

¿Y qué cosas son las que debemos enseñar a los hijos, y que los padres no debemos olvidar?

1) Les enseñamos a decir "te quiero". Querer es para toda la vida y se quiere a los hijos porque son nuestros hijos, y no por lo que hacen, ya que lo que hacen es parte de la vida de nuestros hijos: Su propia vida. Nuestros hijos no son nuestras ilusiones ni nuestras metas. Escuchar a adolescentes decir que se sienten mal porque no han sido capaces de satisfacer las expectativas que sus padres tenían depositados en ellos es algo habitual en estos días de búsqueda de nota media en la cercana Selectividad.

2) Les enseñamos el valor que tiene guiar. Los guiamos cuando son pequeños y, cuando son adultos, nuestra luz sigue ahí dispuesta a guiar. Los padres somos faros, no para evitar que nuestros hijos se pierdan, sino porque sabemos que es posible que se puedan perder y, en ese momento, es cuando más necesitan que nuestra luz brille. La luz dice dónde estamos los padres para que nuestros hijos siempre lo tengan en cuenta. No indica hacia dónde tienen que ir, porque el camino que escogimos los padres es sólo nuestro camino.

3) Les enseñamos que los aceptamos tal y como son. Nuestra imperfección nos ayuda a ser comprensivos con las imperfecciones de los que nos rodean. Les apoyamos y confiamos en su capacidad para tomar decisiones en función de su edad. Confiamos en que educamos para que nuestros hijos sean capaces de vivir su vida y tomar sus propias decisiones. Confiamos en su capacidad para afrontar los reveses que, sin duda alguna, les acarreará tomar determinadas decisiones.

4) Les enseñamos el valor del respeto, respetando sus ideas, sus creencias. Respetar no es sinónimo de compartir. Aceptamos y valoramos que nuestros hijos piensen, aunque sea de forma diferente a nosotros, o que tengan creencias y gustos diferentes a las nuestros. Las parejas de nuestros hijos, sus creencias, sus opciones políticas no deberían de ser nunca una frontera.

5) Les enseñamos la disponibilidad que los padres tenemos siempre para nuestros hijos, que siempre seremos menos rencorosos, siempre tendremos los brazos abiertos, que no nos cansaremos de dar pasos que nos acerquen a ellos, que aceptamos, por ser padres, que nos corresponde siempre la tarea de construir puentes.

La vida es fugaz, los hijos nos gastan las hojas del calendario a un ritmo vertiginoso. ¿De verdad crees que has fracasado como padre?, ¿no será que has olvidado todo lo que les has enseñado?

Por Carlos Pajuelo
La imagen es de Bruno Albarca