Si las madres deberían o no amamantar a sus bebés ha sido objeto de debate desde el Antiguo Egipto, Grecia y Roma pasando por toda la historia europea moderna hasta el presente. Paul Doolan revisa los argumentos que han sido presentados a lo largo de los siglos y cómo han cambiado las modas. Las historias publicadas este año acerca de miles de lactantes chinos enfermos por consumir leche en polvo contaminada capturó brevemente la atención del mundo. Sin embargo, sólo en 2007, de acuerdo con UNICEF, un millón y medio de bebés que murieron no habrían sufrido ese destino si hubieran sido amamantados: un número que se compara con el número de los asesinados en Auschwitz. La controversia "biberón versus pecho" ha tenido vigencia durante más de cien años, pero el debate no menos contencioso "madre versus nodriza" se remonta mucho más atrás en la historia.
Obviamente, antes de la llegada de la actividad agrícola-ganadera, todos los lactantes eran amamantados. Desde el inicio de los tiempos del homo sapiens no existió otra opción. Como expresa Valerie Fildes, la historiadora médica: 'O bien un lactante era amamantado por su madre u otra madre, o moría.' Rómulo y Remo pueden considerarse muy afortunados. Los antiguos egipcios reconocían la importancia vital del amamantamiento. Imágenes muy antiguas muestran a la diosa Isis amamantando a su hijo Horus y por lo tanto, simbólicamente, al faraón. Él es amamantado al nacer, en su coronación y a su muerte. En cada una de estas encrucijadas cruciales de su vida es la leche humana la que le brinda alimento espiritual y le otorga inmortalidad. El concepto egipcio de leche sagrada se dispersó por el mundo greco-romano, donde encontramos tumbas con estatuas de madres divinas amamantando, como Demeter, Gaia y Hera. Las primeras imágenes cristianas de la lactancia se encuentran en las catacumbas de Roma, donde la Virgen María amamanta a Jesús.
Los ricos y poderosos podían siempre contratar a una nodriza, un trabajo al que Fildes se refiere como "la segunda profesión más antigua". Los faraones, en realidad, usaban nodrizas para sus hijos; la nodriza real era considerada en tan alta estima que sus propios hijos eran "hermanos de leche" del faraón. El Código de Hammurabi, el primer código legal del que tenemos conocimiento, incluía regulaciones sobre la actividad de las nodrizas. Moisés le debió la vida a una nodriza paga, aunque su empleador ignoraba que la nodriza era en realidad su madre biológica. Los griegos empleaban duolos, esclavas especiales o mujeres en condición de servidumbre, para alimentar a sus bebés. Hasta se contrataban nodrizas para amamantar a los hijos de las esclavas de manera que la esclava recuperara la fertilidad y produjera más hijos. En el estado totalitario de Platón, descrito en su República, la lealtad al estado se fomentaría criando a todos los niños en una guardería comunitaria, lejos de sus padres, donde serían alimentados por equipos de nodrizas. En Roma también las esclavas eran usadas como nodrizas por los ricos, llevando a que el autor cristiano Tertuliano comentara que un emperador había sido "criado con la leche de una cristiana". Pero un cierto esnobismo hacía que las nodrizas más favorecidas por los romanos fueran las griegas, permitiendo así que el lactante recibiera no sólo sustento físico sino también cultural.
Alarmados por el uso indiscriminado de nodrizas por parte de los ricos, autores griegos y romanos como Aristóteles, Plinio, Cicerón, Tácito y Plutarco condenaron fuertemente esa práctica. Temían que llevara a la decadencia y a la debilidad de los lazos familiares. Era el deber de una mujer amamantar a sus propios hijos, ya que este primer lazo familiar formaba la fundación de lo que posteriormente se desarrollaría como amor a la patria o país y la voluntad de cumplir con el deber. El deber de una madre era claro y rechazarlo ponía en peligro a la estabilidad social misma. Sin embargo, las mujeres de clase alta desafiaban, o se veían forzadas a desafiar, estos puntos de vista y el uso de una nodriza era reconocido como un símbolo de estatus.
El bebé Mahoma, huérfano desde el nacimiento, también sobrevivió gracias al pecho de una nodriza. El Corán frecuentemente enfatiza la importancia del amamantamiento durante los primeros dos años de vida. Como en el antiguo Egipto, una nodriza y su marido eran considerados los "padres de leche" de un niño y las leyes del Islam prohibían que parientes de leche y de sangre se casaran. El influyente filósofo persa Avicena y el filósofo judío andaluz Maimónides ambos recomendaban dos años como el período correcto de amamantamiento. Con la emergencia de las universidades en Europa occidental, y particularmente del Colegio Médico de Montpellier, las ideas de Aristóteles, Avicena y Maimónides sobre la crianza fueron transmitidas a la Europa cristiana.
A medida que Italia del norte, Francia y Flandes se desarrollaron al comienzo del segundo milenio, el culto de la Virgen María empezó a dominar, más claramente demostrado en las catedrales góticas consagradas a ella, como Notre Dame de Paris Chartres. En palabras de Kenneth Clarke, las esculturas de la Madona alcanzaron un nivel de "belleza y delicadeza cautivantes". También dominó el mundo de la pintura y las imágenes incluyeron a la Madona amamantando. A partir de finales del siglo trece, 'María lactans', con un pecho completamente expuesto, se volvió cada vez más popular. Obras como 'Madonna del latte' del pintor sienés Ambogio Lorenzetti son típicas de este estilo. El énfasis en la alimentación, sin duda, debía ser interpretado como teológico, pero el hecho que apareciera en un momento en la guerra y la peste bubónica causaban hambrunas extensas puede no ser una simple coincidencia. Margaret Miles, la profesora estadounidense de teología histórica, afirma que la popularidad repentina de imágenes de la Virgen con un pecho desnudo constituyen "una objetificación notable de lo que era con seguridad el problema personal y la ansiedad colectiva más urgentes de la Toscana del siglo catorce - la incerteza del suministro de comida'.
Aunque la leche materna haya sido suficientemente buena para Jesús, no todos estaban convencidos. La nobleza europea seguía favoreciendo las nodrizas. A partir del siglo once, la mayoría de las aristócratas entregaban sus hijos a la nodriza, lo cual contribuyó a un aumento significativo de la fertilidad en las mujeres aristocráticas, que se veían privadas de las cualidades anticonceptivas de la lactancia. A partir del siglo doce todos los niños nacidos en la familia real francesa fueron privados del pecho de su madre (hasta que Marie Antoinette valientemente desafió la tradición). En parte esto fue para asegurar el nacimiento de muchos niños (herederos potenciales), pero también puede haber sido para que el marido tuviera acceso a los favores sexuales de su esposa, dado que se creía que el sexo durante la lactancia era una abominación de algún tipo y podía aun dañar al niño contaminando la leche. Hasta la amante del rey nunca amamantó, preocupada por el efecto que podría tener sobre sus encantos. Podemos ver esto en el retrato de Gabrielle d'Estrées, amante de Enrique IV, donde se preocupa por el atractivo de sus pezones mientras una nodriza amamanta a su bebé.
Comentaristas humanistas, como Francesco Barbaro y Erasmo, siguieron alentando a las madres a amamantar a sus hijos con mientras que imágenes de leche fluyendo por los lienzos gigantes de artistas como Tintoretto y Rubens. Con el crecimiento de la cultura impresa y el aumento de la alfabetización femenina, las mujeres también pudieron unirse al debate. El principio del siglo diecisiete la valiente Condesa de Lincoln, en contravención de los hábitos de las mujeres de su clase social, publicó un libro llamando a todas las madres a que amamantaran a sus hijos. En 1658 la esposa del Conde de Manchester con orgullo hizo inscribir en su lápida que había amamantado a siete de sus hijos. Sin embargo, la tendencia de delegar el trabajo de amamantar en una nodriza siguió creciendo y la historiadora estadounidense Janet Golden ha aseverado que la leche humana se convirtió en el producto más publicitado del siglo dieciocho.
No hay otro pueblo de la era pre-fotográfica que nos haya dejado un registro de su vida diaria más detallado e íntimo que el de los ciudadanos muy trabajadores de las prósperas Provincias Unidas de Holanda del siglo diecisiete. Y es en esta Holanda del siglo diecisiete, con su ausencia de cultura cortesana y sus valores burgueses, donde descubrimos los orígenes de un nuevo valor, en el que un niño en el pecho de su madre, dentro de un ambiente escrupulosamente limpio, representa intimidad doméstica. Pieter de Hooch pintó escenas de iglesia pero también fue el pintor de lo que Simon Schama ha denominado "el interior doméstico idealizado de pastel de manzana". La obra de De Hooch' 'Madre Amamantando y Sirvienta' nos ofrece la escena modelo: el piso está impecable, la cuna está al alcance de la mano, el fuego en el hogar arde, la sirvienta está trabajando, cuidando al niño mayor. Este bienestar doméstico se refleja en el orden de la ciudad, vislumbrado a través de la puerta abierta, mientras que la persona responsable de este hogar perfecto, la esposa diligente, cumple con su rol y ofrece el pecho a su hijo. Tal como lo expresa Marilyn Yalom:
"En la República Holandesa del siglo diecisiete una nueva fuerza ingresa al concurso - la responsabilidad cívica. La madre lactante que alimentaba a su hijo era vista como contribuyendo de manera importante al bienestar general de su hogar y de su comunidad"
Los holandeses estaban bien adelantados y le llevó al resto de Europa occidental un siglo alcanzarlos. Durante la Iluminación del siglo dieciocho los propagandistas del amamantamiento salieron al ataque con entusiasmo. Las madres que se negaban a amamantar eran, de acuerdo con Cotton Mather, esposa de un pastor puritano, en 1710 "muertas en vida." Benjamin Franklin comentó que "no hay nodriza como una madre". La glándula mamaria asomaba tan enorme que el gran taxonomista Carl Linnaeus decidió que todos los humanos deberían ser clasificados como mamíferos. De hecho en el frontispicio de su Fauna Suecia de 1761 incluyó una imagen impresionante de la diosa Artemisa Efesia con sus cuatro pechos. A mediados del siglo del siglo dieciocho la pre-eminencia de la nodriza se vio seriamente amenazada en Gran Bretaña cuando, tal como señaló Alysan Leven en History Today (Diciembre 2006), personas como el médico William Cadogan comenzó a propagar la idea de que las mujeres deberían amamantar a sus propios hijos. Tal como lo hace la Academia Americana de Pediatría hoy en día, recomendaba que los bebés fueran amamantados por lo menos un año. Hacia la segunda mitad del siglo se había vuelto de rigor entre las mujeres a la moda amamantar a sus hijos. Esto se debió principalmente a la influencia fenomenal del filósofo ginebrino Jean Jacques Rousseau. Sus ideas acerca del noble salvaje y de la razonabilidad de seguir la manera natural en la crianza de los niños (excepto los cinco suyos que abandonó en un orfanato) inspiraron a sus contemporáneos y causaron una revolución en los sentimientos (y la alimentación). Atacó al gran Platón, quien ponía al estado antes que la familia, y preguntó: "¿Puede el patriotismo florecer excepto en el alma de esa patria en miniatura, el hogar?" Y, naturalmente, el centro del hogar eran la madre y el niño amamantado, protegidos por la fuerza del padre. Rousseau mismo ofrecía Cintas de seda a las jóvenes a punto de casarse, con la condición de que prometieran amamantar a sus bebés potenciales.
Marie Antoinette lo probó, contradiciendo por una vez los deseos explícitos de su madre dominante, la emperatriz austríaca María Teresa, ella misma madre de diecisiete hijos, todos entregados a una nodriza. La Reina de Francia nacida en Austria, valientemente llevó a su fin la práctica de siglos de entregar a los bebés reales a la nodriza. En Inglaterra, la amiga de María Antonieta, la Duquesa de Devonshire, desafió la presión de sus tiránicos parientes políticos, despidió a la nodriza y amamantó exitosamente a su hija de acuerdo con los preceptos de Rousseau.
Si bien las ideas de Rousseau resultaban atractivas para los miembros de la clase media alta y algunos miembros de la nobleza, las madres trabajadoras más pobres en zonas urbanas como Paris tenían pocas opciones además de enviar sus hijos a ser alimentados por nodrizas de zonas rurales, quienes a menudo descuidaban a estos pequeños. En consecuencia la tasa de muertes entre estos lactantes era horriblemente alta. Espantados por los informes de lo que Simon Schama ha llamado "esta industria casera de la muerte", el radical autor de teatro usó las ganancias de su éxito La Boda de fígaro para establecer un Instituto del Bienestar Maternal con el propósito de promover la lactancia materna.
En unos pocos años una generación más joven de seguidores de Rousseau desplazó a la monarquía francesa y ejecutaron al rey y la reina (pese a las ideas progresistas de ésta acerca de la lactancia). Los fanáticos que tomaron el poder estaban firmemente comprometidos con nuevos valores: gobierno representativo, igualdad ante la ley y lactancia materna. No amamantar era visto como una indicación de valores decadentes, opuestos a las nuevas virtudes burguesas de igualdad y deber. Un grabado revolucionario de 1790, "Naturaleza como una madre igualitaria", describía a la nación francesa amamantando a sus dos hijos, uno blanco y uno negro. Una medalla conmemorativa de la fundación de la República Francesa mostraba al líder radical tomando entre sus manos la leche de liberación que desbordaba del pecho de la Libertad y entregándosela a un patriota (¡un adulto!) para que la bebiese. En el arte, el amamantamiento, ya sea de un niño o un adulto, se había convertido en un acto político que demostraba patriotismo y libertad.
En 1792, el año de la declaración de la República Francesa, Mary Wollstonecraft publicó su seminal Reivindicación de los Derechos de las Mujeres, el texto fundacional del feminismo moderno. Al mismo tiempo que atacaba la actitud condescendiente de Rousseau para con las mujeres, acordaba con él acerca del amamantamiento, aunque por motivos diferentes. Una mujer debería amamantar a su bebé no porque está biológicamente determinada a hacerlo, ni porque así demostrará virtud cívica, sino porque tiene el derecho a hacerlo; y haciéndolo se ha liberado de la expectativa masculina de que sea simplemente una muñeca bonita y frívola y un objeto de placer sexual.
Los políticos radicales durante el siglo diecinueve mantuvieron vivo el compromiso para con la lactancia maternal. En Inglaterra, Shelley trató de amamantar a sus hijos él mismo. (Obviamente fracasó en el intento y luego abandonó a sus hijos y a la madre para casarse con la hija de Mary Wollstonecraft, la futura Mary Shelley.) En 1848 el activista político y artista francés Honoré Daumier pintó "La República" para celebrar otra revolución francesa. La República, representada por una mujer fuerte y grande, se sienta con confianza sosteniendo la tricolor mientras que un pequeño saludable de cada pecho monumental mientras que un tercer niño se sienta a sus pies leyendo un libro. La alegoría no requiere de mayores interpretaciones: el Estado Francés, como una buena madre, alimentará y educará a sus ciudadanos.
El continuo debate entre el pecho materno y el de la nodriza fue interrumpido en la segunda mitad el siglo diecinueve por la tecnología. Por primera vez el pecho lactante tenía un competido: amanecía la era de del biberón y la formula infantil.
Inicialmente, la fórmula infantil había sido inventada para aquellos niños, como los expósitos, que no podían ser amamantados. Pero, tal como lo expresa la pediatra sudafricana Naomi Baumslag, "el atractivo del mercado global se volvió demasiado". El invento de la tetina de goma, junto con el desarrollo de la leche evaporadas en 1885, coincidió con aumentos en la producción de lácteos que forzó a los productores a buscar nuevos mercados. En 1905 la compañía suiza Nestlé producía leche en polvo que no contenía nada de leche humana y que se vendía como fórmula para bebés en todo el mundo. Ya en la década del 60 del siglo XX el personal de los hospitales de EEUU y Reino Unido alimentaban a los recién nacidos con productos Nestlé y rutinariamente administraban drogas anti-lactancia a las madres, que se iban a casa con un bebé y un par de muestras gratis de fórmula infantil. De repente la opción de no amamantar a sus propios hijos no estaba limitada a los ricos.
Habiendo conquistado el mundo industrial, los productores de leche de formula voltearon su vista a los mercados en los países más pobres. La combinación de formula infantil con el agua contaminada del Tercer Mundo mató, y sigue matando, centenares de miles de niños cada año.
En1956 siete mujeres en Illinois, preocupadas por la continua disminución de las tasas de amamantamiento, fundaron Liga de La Leche. Se desarrolló hasta convertirse en una organización internacional de mujeres voluntarias comprometidas a brindas apoyo a familias que eligen amamantar. En 1979, una red internacional de grupos de servicio público, la Red Internacional de Acción en Alimentos Infantiles (International Baby Food Action Network -IBFAN), fue fundada para hacer campaña contra lo que consideró prácticas no éticas de promoción por parte de las compañías de fórmula infantil, particularmente Nestlé. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF se preocuparon y en 1981 la Asamblea Mundial de la Salud votó para implementar un código voluntario de conducta para controlar la promoción de la fórmula infantil. EEUU, respondiendo a la presión de las compañías involucradas, fue el único país del mundo que votó en contra de la resolución.
Las reacciones de gobierno al aumento de las ventas de fórmula infantil fueron mixtas. Después de la Guerra Boer (1899-1902) el gobierno británico empezó a preocuparse por que los decrecientes niveles de amamantamiento pudieran llevar a un debilitamiento de la raza y, por lo tanto, ser unaamenaza para el Imperio. Esto se reflejó en la Ley de Comadronas (Parteras) de 1902 y en el establecimiento del Comité Inter-Departamental de Deterioro Físico en 1904. Pero por otro lado el incipiente movimiento de bienestar infantil, si bien brindaba asesoramiento en lactancia a las jóvenes madres, también empezó a proveer instrucciones para la preparación de leche en polvo. La Segunda Guerra Mundial produjo la Ley de la Industria de la Leche, que incluyó subsidios para la producción de formula infantil.
La Alemania nazi, en cambio, trató de remediar lo que veía como la decadencia del biberón, típica del egoísmo que caracterizaba la mayoría de los aspectos de la vida moderna. La emancipación de las mujeres fue presentada como un complot judío. Los nazis prometieron a las mujeres "emancipación de la emancipación" y exigieron que regresaran al lugar que les correspondía en el hogar, donde podrían cumplir con su destino como madres. El Día de la Madre fue convertido en fiesta nacional y la propaganda oficial promovía el mensaje de que el pecho, con su leche racialmente pura, era lo mejor. El efecto, sin embargo, fue mínimo.
Después de 1945 los gobiernos siguieron expresando ocasionalmente su preocupación, pero no se tomaron medidas de sustancia alguna para promover el amamantamiento contra el biberón. En Gran Bretaña, en los 90, la postura de que "el pecho es lo mejor" ha sido alentada, pero no respaldada con ninguna acción afirmativa, aunque se habla hoy de hacer que sea ilegal impedir que una mujer amamante en un lugar público, tal como un restaurante. Sólo en Noruega, y en menor medida en Suecia, la intervención del gobierno ha tenido un claro impacto. En Noruega la alimentación con biberón tuvo su pico en los años sesenta pero la combinación de legislación y campañas subsidiadas por el gobierno, particularmente cuando Gro Harlem Brundtland fue primer ministro, dio vuelta la marea. Hacia 203, 80 por ciento de las madres noruegas continuaban amamantando a sus hijos a los seis meses, comparado con sólo 32 por ciento en EEUU y veinte por ciento en Gran Bretaña.
El siglo veinte fue único en el sentido que por primera vez en la historia, se volvió una posibilidad real que la leche maternal pudiera ser reemplazada como fuente de alimento infantil. Fue también único el hecho que, hacia finales del siglo, fueran las madres más educadas y con mejores ingresos económicos las que tuvieran mayor probabilidad de amamantar a sus hijos por mayor tiempo. Fue también el siglo que convirtió al pecho de la mujer en una mercancía, disponible a la Mirada pública en medios impreso, televisivo y cinematográfico, y usado para vender todo tipo de bienes y servicios: de automóviles y ropa a vacaciones y pólizas de seguro.
Sin embargo, el pecho lactante, cuando aparece ocasionalmente, todavía parece capaz de generar controversia.
De History Today, Nursing Times
Traducción: Verónica Garea - GALM Bariloche - IBFAN Bariloche - LLL Argentina
Foto extraída de la web www.culturandalucia.com
muy interesante!
ResponderEliminarGracias, Un poquito de Historia. A veces es importante recordar lo que en un momento vital de nuestra historia fue algo cotidiano. Comparto con el mundo
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