19 de marzo de 2011

Por qué con 3 años son más fáciles de educar


Con tres años es más facil la convivencia. Con tres años tienen las habilidades lingüísticas que permiten la comunicación real en dos direcciones, permiten las conversaciones. El niño de tres años es una persona más establecida, habiendo empleado el último año en perfeccionar sus habilidades verbales. Tú puedes llevarte a su hijo de tres años de compras, y disfrutar con ello.

INTERIORIZAR
“Le he pedido a mi hijo de 18 meses una y otra vez que no le tire del rabo al gato” ¿Le suena familiar? Las madres se encuentran a sí mismas diciendo la misma cosa una y otra vez a los niños más pequeños., y es como si no lo hubieran escuchado nunca. Muchas órdenes no llegan a calar hondo, y no es por que el niño sea desafiante, sino porque muchos niños menores de tres años no tienen la habilidad cognitiva para recordar y reflejar instrucciones previas. Debe repetirte a ti misma: así es como aprenden a esta edad. Un día te darás cuenta de que no has advertido a tu hijo que no debe tirar del rabo del gato durante una semana. Entre los dos y los tres años un niño empieza a interiorizar lo que le dices. Presta más atención a las órdenes y las guarda en su memoria como parte de su sistema operativo. Cuando le dices “no cruces la calle” a un niño de 18 meses, puede actuar como si fuera la primera vez que lo oye. Cuando le dices lo mismo a un niño de tres años, su reacción parecerá reflejar: “ah, sí, ya recuerdo”. Esta habilidad para hacer que las normas formen parte de sí mismo (auto disciplina) hace la educación más sencilla.

COMPARTIENDO EMOCIONES
El niño de tres años es menos egocéntrico y se da cuenta de que hay otras personas en el mundo tan importantes como é. Este sentimiento de compañerismo puede funcionar como ventaja o desventaja de los cuidadores en la educación. Mientras que un niño de dos años nota las emociones de sus padres, el niño de tres años se ve implicado en ellas. Un comentario del diario de nuestro hijo Mathew cuando tenía tres años: Marthe (su madre) le pidió que recogiera sus bloques de madera como aparte de nuestro rato diario de “hora de que los niños recojan”. Matt remoloneaba e iba dejando que su hermana mayor hiciera todo el trabajo. Martha le dijo que se estaba poniendo muy triste porque él no obedecía, pero se dio cuenta de que Matt necesitaba tiempo para reconsiderar su posición. Ella se alejó por unos minutos y en ese momento Mathew comenzó a realizar su trabajo. Mientras recogía sus bloques, preguntó: “¿aún me quieres?” Martha se lo aseguró: “incluso cuando lloras y gritas y desobedeces, te quiero” Matt continuó “¿te gusto?” Martha contestó: “sí tú me gustas, pero no me gusta cuando no escuchas ni ayudas. Me gusta cuando tomas las decisiones adecuadas”. Cuando finalizó el trabajo, Mathew se dirigió a Martha, la abrazó y le pidió disculpas. Martha sonrió y se disculpó a su vez por haberle gritado. Unos minutos más tarde, Mathew preguntó ”¿estás contenta conmigo mamá?”. Esta es la profundidad de intercambio emocional que puedes esperar entre los tres y los cuatro años de dad. Realmente desean hacerte feliz. Encontrarás mucho más fácil vivir con niños si les das ocasiones para agradar.

Un niño de tres años se puede encontrar más satisfecho consigo mismo. A los tres años comienzan a recompensarse a sí mismos. Por ejemplo, una noche nuestro hijo Mathew anunció: “he encendido el árbol de navidad yo solo”, reconocimos su triunfo, y el exclamó “estoy tan satisfecho de mí mismo”.

NORMAS EN CASA
Los tres años son a menudo descritos como “el sueño absoluto de una madre”, principalmente porque los niños de tres años son más obedientes. Los noes de los dos años se vuelven síes a los tres. “De acuerdo mamá”, se vuelve más rápido y más colaborador. Mientras que siguen apareciendo discrepancias, podrás ahora respirar con más facilidad, sabiendo que es más fácil que se encuentre un niño de tres años colaborador que uno niño de dos años negado a todo. Mientras que un niño de dos años piensa que nadie puede tener una agenda tan importante como la suya, los de tres años consideran las necesidades ajenas. Espera de ellos que acudan a tu llamada, que dejen los juguetes cuando deben (casi siempre) y en general, querrá agradarte. Pero estos cambios no aparecen del día a la noche.

El niño de tres años comprende las normas de la casa y las consecuencias de romperlas. Comienza a interiorizar también los valores de los padres. Puede ampliar gradualmente las explicaciones sobre lo que esperas de ellos, de acuerdo con la madurez mental del niño. Los niños de dos años actúan asociando actos y consecuencias (por ejemplo: si pego, mi mamá me baja de sus brazos), mientras que un niño de tres años puede entender por qué no debe utilizar su triciclo en la calle: comienzan a pensar antes de actuar (aunque no debemos fiarnos de esto). Aunque son capaces de predecir las consecuencias de sus actos, aún no tienen habilidad para decidir si la acción es correcta o incorrecta, soóo encuentran en su cerebro la norma que les has dado. A esta edad la educación aún consiste en crear en los niños una serie de condicionamientos para que actúen de una determinada manera, pero aún no es posible enseñarles a hacer juicios morales. (el concepto de bien y mal no aparece hasta los seis años). Algunas técnicas educativas que son marginales para niños de dos años, funcionan muy bien con los de tres. Un niño de tres años fuera de control, puede entender el “tiempo fuera” si no se plantea como un castigo, sino como un tiempo para retomar el control sobre sí mismo. Los padres se preguntan cuanto comprende su hijo. como regla informal para todas las edades, haga una estimación de cuanto crees que comprende, y multiplicalo por dos

OPCIONES, OPCIONES, OPCIONES
A los niños de tres años les encantan las opciones. Compartir con ellos el proceso de selección les hace sentirse importantes y les hace más propensos a colaborar.. Comparte con el niño de tres años sus procesos de selección: “¿Qué vestido se pondrá hoy mamá? ¿el rojo o el azul?”. Los niños con personalidades persistentes necesitan opciones (esté seguro de que le gustan todas las alternativas). La mayor parte de los niños se sienten mejor con dos opciones: más puede sobrepasarles. No sientas que debes ser psicológicamente correcta todo el tiempo. En algunas situaciones seguirá siendo necesario seguir estando al mando y dar algunas órdenes directas.

IMAGINACIÓN VÍVIDA
La habilidad de vivir en un mundo imaginario, ayuda a los niños a aprender sobre el mundo real. Hacen juegos de rol permanentemente: juegan a ser animales, mamá y papá, medico y paciente, conductores de camión, profesores, princesas… Comparte con ellos su juego imaginativo (¿Quién vendrá a tu fiesta?). El juego imaginativo de los niños es una ventana excelente a lo que sucede en su cabeza.

Se puede utilizar la imaginación de los niños para obtener su colaboración. La madre de un niño de tres años le enseñó de la siguiente manera a cepillar los dientes: “Brandon, en tu cepillo de dientes hay una imagen de Barney, (y haciendo la voz de Barney, o cualquiera que sea el personaje que hay en su cepillo) “Hey, Brandon, ¿hay algo de suciedad en tus dientes?, déjame mirar.” Esto hizo que Brandon abriera su boca inmediatamente, para permitir que Barney mirara y retirara la suciedad de los dientes. Después la madre habló con Brandon sobre la necesidad de limpiarse los dientes para no dejar que se acumule la basura en ella... Desde entonces el cepillado de los dientes se ha vuelto mucho más fácil, ya que su madre ayudó a Brandon a cooperar.

La mente de un preescolar es rica en fantasía. Para los niños de tres años Epi y Blas son reales. No desperdician energía intentando separar realidad de ficción: tan sólo disfrutan de ello. Los padres pueden sentir la urgente necesidad de purgar la frágil mente de sus hijos de estas cosas irreales: resiste este impulso. Haz un balance. Deja que el niño desfrute de sus fantasías. A medida que sus procesos mentales se vayan haciendo más sofisticados, irá aceptando que estos caracteres de ficción son irreales. No tienes que manipular su entorno para mantener la ficción, de la forma que algunos padres hacen para que su hijo continúe creyendo en los Reyes Magos o el ratoncito Pérez. Disfruta de estos juegos como lo que son: irreales. Los Reyes Magos son una figura amable, no de castigo. Y todo el mundo disfruta con la fantasía, incluso para los adultos puede resultar terapéutica. Utiliza el comportamiento de tu hijo como barómetro para saber si estas experiencias le resultan beneficiosas o perjudiciales. La misma mente imaginativa que crea fantasías también crea miedos. Nosotros siempre nos hemos asegurado de que nuestros hijos supieran que los regalos en navidad los traen papá y mamá. No estamos de acuerdo con decirles a los niños cosas como que “los Reyes Magos están observándote para ver si eres bueno”. Sé muy cuidadosa con los dibujos animados.

De la web del Dr. Sears.

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