Dar el pecho a mellizos puede ser un reto, pero muchas madres, al cabo de las primeras semanas, encuentran que su relación con la lactancia muy gratificante. El tiempo especial dedicado a los bebés durante la lactancia a menudo mejora la relación madre-hijos. Debido a los estrechos lazos formados, es fácil ver por qué la lactancia materna continúa más allá del primer cumpleaños.
Abby Aldrich de Chesaning, Michigan, sabe con qué facilidad la lactancia materna calma a sus hijas gemelas. "Lena y Libby piden con frecuencia el pecho cuando se enfrentan a algunas de las frustraciones de tener de 18 meses", dice Aldrich. "Hay un montón de sesiones de “lactancia por frustración” con dos de 18 meses de edad constantemente una frente a la otra y jugando con los juguetes de la otra."
Abby Aldrich de Chesaning, Michigan, sabe con qué facilidad la lactancia materna calma a sus hijas gemelas. "Lena y Libby piden con frecuencia el pecho cuando se enfrentan a algunas de las frustraciones de tener de 18 meses", dice Aldrich. "Hay un montón de sesiones de “lactancia por frustración” con dos de 18 meses de edad constantemente una frente a la otra y jugando con los juguetes de la otra."
Lactancia por celos
Pero Aldrich pronto descubrió que, aunque lactancia pudiera hacer que los pequeños problemas de la vida de las niñas parecieran mucho menores, sus gemelas se volvían competitivas entre sí, rivalizando por el tiempo de lactancia materna. Esta revelación ocurrió cuando ella y su esposo comenzaron a repartirse el tiempo con las pequeñas durante los fines de semana para darles a cada una un tiempo especial con los padres.
"Esos tiempos pasados con una sola niña realmente me han demostrado que hay mucho de lo que yo llamo de lactancia por celos", dice Aldrich. "Si estamos en casa y Libby pide teta, Lena definitivamente vendrá corriendo y pedirá teta también, a menos que esté realmente absorta en algo." Aldrich dice que ambas niñas son igual de competitivas.
"Es como si, cuando están juntas, la que pide primero lo haga solamente para que no sea la otra la primera” dice. "Es una tontería. Pero cuando estoy con sólo Lena o sólo con Libby, apenas piden pecho."
Abordar la cuestión
Poner freno a la competencia por el pecho no es fácil, pero una vez Aldrich se dio cuenta de que muchas de sus sesiones de lactancia se iniciaban por la necesidad de ser "la primera", que empleó el juego favorito de las niñas para distraerlas cuando alguna pedía pecho.
"Si Lena pide en primer lugar, por lo general le digo que busque su taza, lo que por supuesto la lleva a darse la vuelta y a mirar a su alrededor con sus manos en alto diciendo: “¿Dónde está la tacita?” "Eso hace que Libby venga corriendo con la misma mirada perpleja y las manos levantadas en la misma pose diciendo: "¿Dónde está mi tacita?” hasta que lo único que oigo es un coro de “¿Dónde está mi tacita?” y todo lo que veo son dos niñas buscando por todas partes, debajo del sofá, en la caja de juguetes, por la ventana, hasta que finalmente saco dos tazas de la nevera. Luego lo celebramos, ya que encontraron su tacitas, y están tan contentas de haberlas encontrado. Y después vuelven a mi regazo pidiendo mimos y un cuento. "Esto por lo general funciona si todo lo que realmente querían era un ratito de mimos", dice Aldrich. “Pero a veces, lo único que quieren de verdad es teta, y eso también está bien.”
Pero Aldrich pronto descubrió que, aunque lactancia pudiera hacer que los pequeños problemas de la vida de las niñas parecieran mucho menores, sus gemelas se volvían competitivas entre sí, rivalizando por el tiempo de lactancia materna. Esta revelación ocurrió cuando ella y su esposo comenzaron a repartirse el tiempo con las pequeñas durante los fines de semana para darles a cada una un tiempo especial con los padres.
"Esos tiempos pasados con una sola niña realmente me han demostrado que hay mucho de lo que yo llamo de lactancia por celos", dice Aldrich. "Si estamos en casa y Libby pide teta, Lena definitivamente vendrá corriendo y pedirá teta también, a menos que esté realmente absorta en algo." Aldrich dice que ambas niñas son igual de competitivas.
"Es como si, cuando están juntas, la que pide primero lo haga solamente para que no sea la otra la primera” dice. "Es una tontería. Pero cuando estoy con sólo Lena o sólo con Libby, apenas piden pecho."
Abordar la cuestión
Poner freno a la competencia por el pecho no es fácil, pero una vez Aldrich se dio cuenta de que muchas de sus sesiones de lactancia se iniciaban por la necesidad de ser "la primera", que empleó el juego favorito de las niñas para distraerlas cuando alguna pedía pecho.
"Si Lena pide en primer lugar, por lo general le digo que busque su taza, lo que por supuesto la lleva a darse la vuelta y a mirar a su alrededor con sus manos en alto diciendo: “¿Dónde está la tacita?” "Eso hace que Libby venga corriendo con la misma mirada perpleja y las manos levantadas en la misma pose diciendo: "¿Dónde está mi tacita?” hasta que lo único que oigo es un coro de “¿Dónde está mi tacita?” y todo lo que veo son dos niñas buscando por todas partes, debajo del sofá, en la caja de juguetes, por la ventana, hasta que finalmente saco dos tazas de la nevera. Luego lo celebramos, ya que encontraron su tacitas, y están tan contentas de haberlas encontrado. Y después vuelven a mi regazo pidiendo mimos y un cuento. "Esto por lo general funciona si todo lo que realmente querían era un ratito de mimos", dice Aldrich. “Pero a veces, lo único que quieren de verdad es teta, y eso también está bien.”
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