5 de julio de 2013

Sueño feliz


Escribo esta entrada mientras mi hijo de 3 años y 3 meses, Julián, me muestra claras señales de que quiere dormir. Me fue a buscar al escritorio y me dijo: “Quiero que me acompañezzz”. “Claro, amor”. Desenchufo el computador y me voy a la cama con él y con el computador. En estos momentos su mano izquierda está agarrando mi oreja. Tocar sus orejas o las orejas de otros de confianza (yo, su papá y la señora que por algunas horas lo cuida) es señal de deseo de compañía. Si no respondo luego a esa señal, pronto puede que se active, irrite, no sepa bien lo que quiere y surja una pataleta. Acá estamos los dos, en la cama. Él agarra mi oreja y yo escribo.
Escribo para mí, para ustedes y para los futuros niños del planeta, continuando un círculo de protección que muchas mujeres y hombres hemos comenzado con el objetivo de Un Sueño Feliz.
Desde que nació, mi hijo duerme con nosotros. Tiene una cuna grande pegada a mi cama, sin barrotes. Es una prolongación de nuestra cama. Debo decir que nunca he tenido que mecerlo para dormir, lo que hacemos es que me acuesto junto a él y, dependiendo de su edad, ha manifestado distintas conductas hacia mí. Al comienzo (hasta más o menos 1 año 6 meses) era rápido, un poco de pecho y listo, dormido. Luego me acostaba y él subía y bajaba de la cama, saltaba sobre mí, hasta que pronto caía profundo…
Y así, simplemente ofrecerle mi calor, cuerpo, pechos y olor lo iba calmando, y una vez seguro, comenzaba a dormir.
Como me gusta leer, esta forma de acompañarlo a dormir me acomodaba también a mí, muchas veces pude continuar mis lecturas. A veces le canté canciones de cuna, las mismas que me cantó mi abuelita Nana. Ya hemos visto que las historias se repiten.
Cuando era más chiquitito, despertaba por la noche y bastaba una manito para el lado, a su cama colecho, para tocarlo, asegurarlo y se volvía a dormir. Antes le daba pecho, los dos medio dormidos, incluso dormidos. Hoy, algunas veces quiere hacer pipí, así que nos despertamos, vamos al baño y volvemos a dormir. Nunca ha tenido que llorar para conseguir el sueño. Y solo alguna noche de fiebre he dormido mal y peor él.
Compartir la cama con mi hijo ha permitido que todos tengamos un buen sueño.
Me enteré del Método Estivill y su libro “Duérmete Niño” por una amiga que comentó que lo aplicaba con su hija. Mientras iba relatando en qué consistía “el método”, se me iba cayendo la boca y abriendo los ojos. Alguien me dio una patadita para que cerrara la boca. Le pregunté, ingenua: “¿No te duele el corazón escucharla llorar?”. “Sí” me dijo, “pero no se acordará”.
Volví a casa a averiguar.
¡Qué dolor! ¡Estivill No! Simplemente no, porque no. Porque eso no se hace.
Le doy besos a mi hijo porque sí, porque me nace. No lo dejo llorando y le ofrezco mi seguridad porque sí, porque me nace. Eso ha dicho mi instinto, mi saber materno, el de mi hermana y el de millones y millones de mujeres y hombres por el mundo. No lo hago porque alguien me dijo que eso era lo correcto o incorrecto, me nace. No me nace natural dejarlo llorar. ¡Soy su madre! Si no cuenta con nosotros, sus adultos cercanos, en sus primeras necesidades de seguridad ¿quién lo va a ayudar?
Ese método duele. Duele el corazón, el estómago, el cuello, duele todo…
Ahora bien, como se nos ha adormecido el corazón y se nos ha ido atrofiando la capacidad de amar, muchas veces necesitamos ciertas explicaciones científicas y datos “duros”. Esto simplemente se trata de humanidad, de buenos tratos.
Ahora bien, como se nos ha ido atrofiando la capacidad de amar, muchas veces necesitamos ciertas explicaciones científicas y datos “duros”, cuando esto, simplemente se trata de humanidad, de buenos tratos.
Va una explicación:
El cerebro humano contiene muchas estructuras. Una de ellas es el neocórtex que se ubica por delante del cerebro, por nuestra frente. Esa estructura se encarga del pensamiento, la atención, la vigilia, etc. Necesita desconectarse del mundo para poder entregarse a los brazos de Morfeo. La manera que tiene el neocórtex de desconectarse es relajándose y para eso debe sentirse seguro, plácido, tranquilo. Si está alerta y asustado, sólo cortisol y adrenalina (hormonas del estrés) se adueñan del cerebro. Los más pequeños lloran y lloran, los más grandes caminan en busca de apego y calma para poder desconectarse y descansar.
Algunos adultos usan benzodiacepinas, alcohol, música clásica, hacen el amor y consiguen autoaliviarse y lograr dormir. Bien o mal, pero duermen. Los adultos de alguna manera podemos autogestionar nuestro estrés. Los niños, NO cuentan con esa capacidad.
Los bebés, nuestros hijos, luego de llorar y llorar, transpirar afirmándose con fuerza de los barrotes de la cuna, en plena oscuridad y a solas, se duermen. ¡Santo Estivill! Hemos conseguido que el “tiranito” se duerma. Por fin, quien nos vino a desarmar nuestra rutina está en silencio… ha dejado de llorar. Y comprendió además, nuestras palabras: “hijo, tranquilo, te amo, es hora de dormir”. Falso. Un niño menor de 4 años no tiene la capacidad de lenguaje desarrollada. La cercanía corporal es clave para su tranquilidad.
Cuerpo, cuerpo, cuerpo.
¿Saben por qué un niño entrenado deja de llorar y se duerme?
Porque es inteligente y se adapta. Su cerebro se liberó del estrés secretando opiáceos naturales y se durmió.
Cayó rendido. Dormido entre sollozos.
Aprendió que en la oscuridad no cuenta con nadie, mientras memoria implícita almacena sus angustias.
Leslie Power
Psicóloga Clínica
Pd. Escribí esto en 25 minutos. Mi hijo duerme y ya soltó mi oreja.
La crianza puede ser tanto más simple si somos más naturales, más mamíferos humanos que humanos mamíferos llenos de métodos.
¡AVISO!
Madres blogueras, profesionales, dueñas de casa, hombres nuevos, jóvenes sin hijos pero con ética y amor: hemos decretado para este viernes 29 de junio el Día Mundial del Sueño Feliz. Están todos los mamíferos humanos invitados a desmontar a Estivill.
En Twitter: #desmontandoaestivill para conseguir sea TT (trending topic).
En Facebook pueden unirse al grupo y seguir estos enlaces para difundir en sus muros, siempre usando “Desmontando a Estivill” NO al Duérmete Niño.
Encontrarán excelentes links sobre sueño feliz para sus hijos y para ustedes.

Publicado originalmente en Revolución del amor

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