25 de agosto de 2011

Somos mamíferos. Entrevista a Gemma Baulies


A la doctora Baulies se le ilumina el rostro al recordar cómo durante cuatro años fue gran madre nutricia hasta que pactó, valdría la pena escuchar la charla, con la pequeña Claudia el fin de su lactancia. Experiencias así habían sido confinadas a memorias de posguerra junto con nodrizas, ayas, matronas y amas de cría. Hoy sólo se mama en documentales del Tercer Mundo. Como casi siempre, tras la tendencia para todos se esconde la ganancia de unos
pocos. La doctora Baulies es pionera en el movimiento de recuperación de la lactancia frente a su negación en nombre de la modernidad y a beneficio de las cuentas de resultados de las multinacionales de la leche artificial. Mejor pecho que bote, sobre todo cuando darlo es una
gozosa opción natural.

- ¿A qué sabe la leche materna?
– A madre. Dar de mamar es la síntesis perfecta de mamar y amar. Porque la leche materna
proporciona alimento, vacuna y antibiótico, pero también el apoyo emocional que el bebé necesita.
– ¿Ese sabor a madre es siempre igual?
– No. La leche materna va cambiando de composición: es más ligera al principio de la tetada, de manera que sacia la sed, para, paulatinamente, incrementar el nivel de nutrientes. La madre crea anticuerpos que transmite a su bebé y que lo protegen de cualquier proceso infeccioso en el ambiente.
– ¡Qué biogenerosidad!
– También con ella misma: la lactancia previene el cáncer de ovario y mama, en lactancias prolongadas disminuye el riesgo futuro de fracturas por osteoporosis y adelgaza...
– Eso va a interesar.
– Pues es cierto. Consume calorías maternas disminuyendo la grasa acumulada durante el embarazo e incrementa el conocimiento de la personalidad del pequeño.
– ¿El tamaño del pecho sí importa?
– No es un recipiente, por lo que no importa su tamaño, es un órgano que se pone en funcionamiento por la succión del bebé y elabora leche según las necesidades del niño.
– Un mecanismo complejo.
– Por eso ya en el embarazo, todo el cuerpo de la madre se prepara para la lactancia y produce las hormonas necesarias: oxitocina y prolactina para iniciar el proceso...
– No todas las madres podrán lactar.
– ¡El 99 por ciento son capaces! Es más, se dan casos de madres que consiguen dar de mamar a sus hijos adoptivos.
– Será cuestión de aprender.
– Es instinto más aprendizaje. Y hay que desechar todas esas historias tremendas de grietas en el pezón, poca leche, dolores. Todo tiene solución si piden ayuda y para eso estamos los pediatras y los grupos de apoyo a la lactancia materna.
– ¿Cuánto tiempo debe durar?
– La OMS recomienda amamantar los seis primeros meses, pero el niño dejará de mamar cuando esté emocionalmente preparado: algunos a los nueve meses, otros a los cinco años: ambos casos son normales.
– Cuénteme cómo lo hizo usted.
– Yo no di de mamar a mi primer hijo, porque no sabía. Era estudiante de Pediatría y a mi segunda hija la amamanté hasta los cuatro años. Un día entre ella y yo pactamos el fin de su lactancia.
– ¿Pero podía trabajar usted todos esos años?
– Tienes que saber compaginar lactancia y trabajo, pero hay recursos: puedes utilizar el
sacaleches y conservar tu leche en el congelador y, a partir de los seis meses, puedes alternar nuevos alimentos en tu ausencia.
– ¿Y el pequeño mamón no se queja?
– ¡Ellos reclaman su teta! Pero el niño que mama tiende a llorar menos; es más confiado, porque si siente temor, sabe que tiene la teta a mano...
– A boca...
– Sí. Eso les hace sentirse más seguros.
– Eso requiere tener a la madre casi siempre dispuesta.
– Es importante tener el pecho a demanda especialmente los primeros meses. No tiene sentido ofrecer el pecho cada tres horas, cinco minutos cada vez, porque no hay una pauta clara sobre cómo deben ser las tetadas.
– Cada nene es un mundo.
– Y marca sus propios ritmos. Los hay que en cinco minutos están saciados, mientrasq ue otros permanecen una eternidad amorrados al pezón.
– Por las noches debe ser un robasueños.
– Hay niños, es verdad, que tienden a mamar de manera frenética, pero el colecho, el dormir con la madre, simplifica el proceso. Lo cierto es que al despertar ni te acuerdas las veces que has dado de mamar a tu bebé.
– El padre también tiene que ser generoso.
– Su generosidad es imprescindible. Tiene que ser cómplice de la lactancia...
– ¿No hay celitos?
– A veces puede sentirse desplazado porque no acaba de encontrar su papel.
– Seguro que debería trabajar más.
– Pues sí. Como la madre está amamantando un tiempo que antes dedicaba a las tareas domésticas, adivine quién tiene que esforzarse más...
– ...El papá, al menos si no hay servicio.
– En cualquier caso, el amor incondicional del padre es necesario para asumir y mantener la lactancia.
– ¿Y no puede darse el caso de un niño sanísimo y listísimo pese a que no haya sido amamantado jamás por una madre amantísima?
– Dar de mamar es una opción libre de la madre, nunca una obligación. La complicidad de otras mamás es fundamental y los grupos de apoyo a la lactancia, también.
– Que la madre elija, pues.
– Las leches artificiales se han ido imponiendo durante el último medio siglo, arrojando sobre la lactancia el estigma de lo desfasado, del subdesarrollo cuando lo de siempre también era lo más avanzado. Hoy ver una lactancia es muy poco habitual.
– Escena de posguerra.
– Tenemos que acabar con esa mentalidad de que sólo beneficia a los fabricantes de leches artificiales. Antes aprendíamos a mamar por imitación, pero hoy es imposible: ¿cuándo fue la última vez que vio usted lactar?
– Tal vez en algún documental...
– Debemos redescubrir nuestro instinto y recuperar esa capacidad perdida para toda la comunidad. El objetivo es que las madres sepan que el sacrificio de la lactancia devendrá
goce enseguida.

Entrevista de Lluis Amiguet a Gemma Baulies, pediatra especializada en lactancia, publicada en la contra de La Vanguardia el 18 de agosto de 2005.

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