Por lo general los sueños son agradables o aburridos, y para muchos niños pequeños constituyen un problema cuando les dan miedo. En el año 1920, el doctor Kimmins llevó a cabo un estudio impresionante. Reunió y estudió los sueños de miles de niños, encontrando que el 25% de todos los sueños eran pesadillas y, en casi todas ellas lo que producía terror al niño era la imagen de un anciano. También descubrió que hasta la edad de seis años muchos niños confundían sueño y realidad (Kimmins, C. W., Children´s Dreams).
Las pesadillas son episodios de sueño con ansiedad que surgen generalmente durante el sueño paradójico y que pueden despertar al niño.
Es difícil saber porque los niños tienen pesadillas. El doctor Hugh Jolly opina que se trata de niños con un nivel intelectual superior a la media, siendo importante evitar que se exciten y alboroten demasiado antes de ir a dormir. Según algunos pediatras los resfriados y obstrucciones nasales pueden ser los desencadenantes de pesadillas, sobre todo cuando aparecen imágenes de asfixia, ahogos,...
Indudablemente las pesadillas son más frecuentes cuando el niño está preocupado o ansioso por algo. Si son muy frecuentes, por ejemplo casi diarias, entonces probablemente estén relacionadas con inseguridad en el niño por algún motivo en casa o en el colegio. Por lo general no sirve de nada preguntarle al niño qué es lo que le preocupa. Pero muchas veces, solo el hecho de charlar con el niño sobre lo que le ocurre ya pone fin a las pesadillas.
Según Martin Herbert, psicólogo de la Unidad de Evaluación Pediátrica del Leicester Royal Infirmary, se observa un sensible aumento de pesadillas en aquellos niños que han estado separados de sus madres durante un periodo largo de tiempo, sobre todo más de cuatro semanas. Y todavía mas si el niño está separado de su madre, y además hospitalizado. Existen menos posibilidades de que esto ocurra, si aunque el niño este separado de su madre, duerma en su hogar.
Frecuentemente se considera a la televisión como la causante de las pesadillas. Se ha dicho que una de las consecuencias de mirar los programas y películas violentas antes de acostarse es la aparición de más alteraciones nocturnas. En el año 1964, se realizó una investigación sobre el tema con dos grupos de niños voluntarios. Ambos grupos vieron un programa en la televisión. Mientras unos miraron un western violento y sanguinario, los otros hacían lo propio con una comedia romántica. El resultado fue que en ninguno de los dos grupos, los niños soñaron lo que habían visto, sin embargo el grupo que había visto el western, tuvo sueños con imágenes más vivas e intensas, aunque nunca fueron pesadillas. Es una cuestión de sentido común aconsejar a los niños que no vean programas o películas de miedo antes de acostarse, no tanto por el posible riesgo de tener pesadillas, sino por el simple hecho de que les va a ser más difícil conciliar el sueño.
Los niños que comparten la misma cama o la misma habitación sufren menos pesadillas. Muchas familias que primero han hecho dormir a sus hijos en habitaciones separadas y después en una cama familiar, explican que el hecho de dormir juntos conlleva una reducción inmediata de las pesadillas.
Terrores nocturnos
Muchos padres confunden las pesadillas con los terrores nocturnos cuando en realidad son cosas muy distintas. Los terrores nocturnos ocurren en el primer tercio de la noche, el niño que hasta ese momento estaba durmiendo calmadamente, se sienta de forma brusca en la cama gritando intensamente. Se pueden producir toda una serie de vocalizaciones acompañadas de manifestaciones de una ansiedad intensa. Se pueden producir también gestos descoordinados y rápidos. A pesar de toda esta actividad el niño puede tardar entre cinco y diez minutos en despertarse, en el caso de que esto ocurra. En plena crisis no reconocerá a sus padres y estará desorientado. La única cosa que un padre puede hacer por su hijo es abrazarle y tranquilizarle intentando no despertarle hasta que se calme. El niño no se acordará de nada de lo sucedido.
Los terrores nocturnos están estrechamente relacionados con el sonambulismo. Ambos aparecen durante la misma fase de sueño y según parece ambos tienen un componente hereditario importante. Un estudio realizado con gemelos reveló que si un miembro del par de gemelos univitelinos presenta uno de estos trastornos, el otro miembro tiene una probabilidad seis veces mayor de presentarlo él también, que si los gemelos son bivitelinos. Esto supone que se trata de un trastorno de base genética más que ambiental. De modo parecido, el 80% de sujetos sonámbulos y el 96% de sujetos con terrores nocturnos, tienen familiares en primer, segundo, y tercer grado que también sufren uno o ambos trastornos.
Los terrores nocturnos desaparecen con el tiempo. Por muy alarmantes y angustiosos que sean, son inofensivos y sus efectos tanto a largo como a corto plazo, no son más que la interrupción del sueño de la familia.
Es cierto lo de los gemelos, aunque en mi caso sean mellizos, la niña ha tenido varios episodios de terrores nocturnos, y el niño ha empezado ahora a tenerlos.
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