Los cambios mencionados aparecen en la parte inferior de la columna vertebral de la mujer, en la zona conocida como columna lumbar. Las espinas de esta zona son distintas que las de los hombres, ya que fueron evolucionando para ser más flexibles y mejorar la movilidad de la mujer durante el embarazo. "El embarazo supone un reto impresionante para el cuerpo de la mujer", señala Katherine Whitcome, investigadora del departamento de Antropología de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y una de las autoras del estudio. "El cuerpo debe cambiar de manera drástica para acomodar al bebé, y estos cambios afectan tanto a la estabilidad como a la postura de la mujer. Por ello, el hecho de que la mujer presente un refuerzo y una mayor curvatura en la parte lumbar de su columna es clave a la hora de mantener una actividad normal durante el embarazo", añade.
Al principio de la evolución humana, cuando se adoptó la bipedestación, las mujeres observaron cómo durante el embarazo cambiaba su centro de gravedad y éste se desplazaba sobre las caderas, con lo cual se desequilibraba la parte superior del cuerpo y dificultaba la movilidad. Esto no ocurre con los animales que se desplazan a cuatro patas y pueden mantener su centro de gravedad estable.
Los investigadores estudiaron a 19 embarazadas de entre 20 y 40 años y comprobaron cómo la curvatura de columna lumbar, llamada lordosis, aumentaba hasta un 60% cuando estaban de pie. Es así como las mujeres pueden mantener estable el centro de gravedad sobre sus caderas. Whitcome explica que se observó otra diferencia en la lordosis de las mujeres: "En las mujeres, la curvatura se extiende a lo largo de tres vértebras, mientras que en los hombres sólo lo hace en dos. Además, las articulaciones de las mujeres en esta zona de la espalda son más grandes que las de los hombres". Esto mejora la habilidad de extender la columna para que la mujer pueda inclinarse hacia atrás sin perder estabilidad.
Los autores del estudio creen que esta adaptación apareció hace dos millones de años, en el antepasado humano Australopithecus, ya que esta diferencia entre la columna masculina y la femenina no aparece en los chimpancés. Esto sugiere que los cambios ocurrieron cuando la especie humana empezó a caminar derecho, apunta Liza Shapiro, profesora de Antropología de la Universidad de Tejas y otra de las autoras del estudio.
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