Lo primero es lo primero.....que pasé
is una feliz Nochebuena :) Y mientras esperais a que se ase el cordero :) os traemos desde el blog http://lacasadelasmamas.wordpress.com una interesante entrevista con Sir Ken Robinson.
Para los que no tienen claro el sistema educativo actual Sir
Ken Robinson es un soplo de aire fresco, para los que lo ven claro es un
molesto run-run que hace cuando menos reflexionar sobre si de verdad el
sistema actual sigue teniendo la validez que tenía cuando se creó con
solo los pequeños retoques de maquillaje que se le están dando ahora.
Eduard Punset de nuevo pone el dedo sobre la llaga desde el programa Redes con esta interesante entrevista al experto en creatividad Sir Ken Robinson.

Ken Robinson, experto en desarrollo de la creatividad.Redes
EDUARDO PUNSET (REDES) 04.03.2011
Si no estás dispuesto a equivocarte, nunca llegarás a nada original.
Ken Robinson
Eduardo Punset: Hace muchos años leí algo tuyo que me fascinó, porque pensé que nadie
había dicho antes algo tan sencillo y tan cierto. Dijiste que elevar los
estándares de educación no sirve de nada si los estándares en cuestión
no son válidos o son incorrectos. Y desde entonces, he intentado leer
todo lo que has escrito, como Out of Our Minds, por ejemplo. ¿Podrías
explicarles a los teleespectadores tu punto de vista?
Ken Robinson: Mi experiencia es que la mayor parte de nuestros sistemas educativos
están desfasados. Son anacrónicos. Se crearon en el pasado, en una época
distinta, para responder a retos diferentes. Con el tiempo, se han
vuelto cada vez más limitados. En todas partes del mundo hay intentos de
reformar la educación, y uno de los grandes mantras es que hay que
elevar los estándares. Y me hace gracia, porque ¡por supuesto que
deberíamos mejorarlos siempre! ¡pero no sirve de nada aumentarlos si
están equivocados! Por ejemplo, en la mayoría de sistemas, se insiste
mucho en elevar los estándares de matemáticas y de lengua, que por
supuesto son muy importantes, ¡pero no son lo único que cuenta en la
educación! Las disciplinas artísticas cuentan, las humanidades cuentan,
la educación física también…
Eduardo Punset: Me gustaría saber si es cierto que ha habido tantos cambios
turbulentos, que ha surgido una disparidad, o una gran brecha, entre la
educación, por un lado, y las necesidades individuales de las
personas, por otro. ¿Cuáles son estos cambios?
Ken Robinson: Pues creo que hay varios. Si nos planteamos cuál es el propósito de la
educación, los políticos a menudo hablan de volver a lo esencial, a lo
básico. Y creo que hay que hacerlo, ¡pero primero tenemos que ponernos
de acuerdo sobre qué es lo esencial! En mi opinión, la educación, desde
la guardería hasta la formación de adultos, tiene en líneas generales
tres objetivos, o por lo menos debería tenerlos. Uno de ellos es
económico. Es innegable que una de las grandes expectativas que tenemos
sobre la educación es que, si alguien tiene estudios, estará en mejor
posición para conseguir un trabajo, y la economía se beneficiará. Por
eso invertimos tanto dinero en la educación.
Eduardo Punset: Y ahora no es así.
Ken Robinson: ¡El problema es que las economías del mundo han cambiado diametralmente
en los últimos 50 años! El mundo cada vez está más dominado por los
sistemas de información, estamos inmersos en una economía de servicios y
la industria se ha trasladado fuera de Europa: ahora mismo se ubica
mucho más en Asia. Por consiguiente, económicamente, el mundo de ahora
no tiene nada que ver con el mundo en el que tú y yo crecimos. La
revolución industrial forjó nuestro mundo, pero también fraguó nuestros
sistemas educativos: ¡tenemos un sistema de educación industrial! Es un
modelo de la educación basado en la producción. El segundo gran reto educativo es de índole cultural: una de las cosas
que esperamos de la educación es que ayude a las personas a comprender
el mundo que les rodea y a desarrollar un sentimiento de identidad
cultural, una idea sobre su lugar en el mundo.
Eduardo Punset: Sí.
Ken Robinson: Si analizamos los sistemas educativos de todos los países… en España no
hay duda de que esa expectativa está presente en el sistema de
enseñanza: se pretende ayudar a los alumnos a conocer mejor la cultura
española, y lo mismo sucede en el resto del mundo. Es una gran
expectativa de la educación. El problema es que el mundo también se ha
transformado culturalmente en los últimos 50 años. No tiene nada que ver
con el mundo en el que crecimos: cada vez es más interdependiente, más
complejo, y también más peligroso culturalmente en algunos aspectos,
más intolerante en ciertas cosas…
El tercer gran objetivo de la educación es personal: lo saben los que
tienen hijos pero también cualquiera que esté vivo: una de las cosas
que esperamos de la educación es que nos ayude a convertirnos en la
mejor versión de nosotros mismos; que nos ayude a descubrir nuestros
talentos, nuestras destrezas.
Y creo que la educación ha fracasado estrepitosamente en ese sentido,
puesto que muchos acaban sus estudios sin descubrir lo que se les da
bien, sin averiguar jamás sus talentos. ¡Muchos pasan por la escuela y
llegan a la conclusión de que carecen de cualquier talento! Y esto
sucede porque, en el fondo, tenemos una visión de las aptitudes muy
limitada. También ha habido cambios en ese sentido… Vemos pues que hay cambios en nuestra noción de inteligencia, pero
también en la cultura, que ha cambiado y se ha complicado, por no
hablar de hasta qué punto se ha revolucionado econonómicamente el
mundo.
Eduardo Punset: Por tanto, tenemos pues tres grandes cambios que probablemente explican
esta ansiedad que surge de la disparidad entre el mundo educativo y las
necesidades económicas, culturales e individuales.
Creo que fuiste uno de los primeros del sector educativo en hablar de
la desafortunada división entre ciencias, y la cultura y las artes. Y
es curioso, porque nosotros, cuando preparamos programas científicos, a
menudo tenemos que enfrentarnos a un dilema, nos planteamos que un
tema no encaja bien en lo que los científicos denominarían temática
científica, así que es mejor descartarlo. Pero tú afirmas que, como
resultado de esta escisión entre la ciencia y las disciplinas
artísticas, hemos ignorado un campo fantástico: el de la creatividad.
¿A qué te refieres exactamente?
Ken Robinson: Veamos, pensemos de nuevo en la educación. La mayoría de países no
instauraron un sistema de educación pública obligatoria hasta mediados
del siglo XIX. Se trata de ideas bastante nuevas. Dos factores influyeron mucho en la educación: el primero fue la
economía industrial, que provocó una cultura organizativa de la
educación extremadamente lineal, centrada en los estándares y la
conformidad… y el otro gran factor de influencia, en mi opinión, fue la
cultura intelectual de la Ilustración, que desencadenó en la cultura
académica de la educación. Una de las características de la enseñanza
es que hay una jerarquía de asignaturas en las escuelas.
En la mayoría de sistemas tenemos, arriba de todo de la jerarquía, la
lengua, las matemáticas y las ciencias; un poquito más abajo están las
humanidades, como la geografía y los estudios sociales, o la filosofía
(cuando se enseña)… y debajo de todo están las disciplinas artísticas. Hay poquísimos sistemas educativos (no conozco ninguno, de hecho) que
enseñen danza con el mismo rigor y sofisticación con el que se enseñan
matemáticas. ¿Por qué hay esta jerarquía? Muchos te dirán: «¡es
evidente! ¡Tiene que haber una jerarquía!» Pero, ¿por qué? Creo que hay
dos motivos, el primero de los cuales es económico. Se cree que las
materias que están más arriba en la jerarquía son más relevantes para
el mundo laboral…
Eduardo Punset: …para encontrar un trabajo.
Ken Robinson: Sí. Y te encuentras con afirmaciones como: «no te dediques al arte,
jamás serás un artista ni te ganarás la vida con el arte», «no hagas
música, es muy difícil salir adelante como músico». Así que un argumento
es claramente económico. Pero lo interesante es que nadie te dice: «no
te centres en las matemáticas, nunca serás matemático» ni tampoco:
«olvídate de la química, jamás serás químico». Esto se debe a que, en
nuestra cultura intelectual, existe una asociación entre las ciencias y
cierto tipo de conocimiento objetivo. Se cree que, al trabajar con las
ciencias, se trabaja con hechos y certeza, que son las cosas que marcan
diferencias en el mundo; mientras que las disciplinas artísticas se
asocian con los sentimientos y la expresión personal, por lo que están
muy bien para entretenerse, pero no son importantes para la economía. La
Ilustración y la revolución científica crearon un modelo de
inteligencia y conocimiento que ha imperado en nuestra cultura. Desde
entonces, el arte se ha asociado con la corriente del romanticismo del
siglo XIX, con la expresión de sentimientos. Y creo que es un problema
enorme, porque esto ha disociado el intelecto de la emoción, y hemos
pasado a considerar ambas cosas como separadas, en detrimento tanto de
las artes como de las ciencias. La creatividad ha pasado a asociarse con
lo artístico y no con lo científico, porque se cree que la creatividad
tiene que ver con la expresión individual de las ideas. Yo propongo,
entre otras cosas, retomar una concepción de la creatividad que nos
devuelva la relación entre las disciplinas artísticas y científicas,
puesto que ambas salen perjudicadas de la separación.
Eduardo Punset: Mientras hablabas, pensaba en el patrón que sirvió para establecer que
alguien estaba en la parte adecuada del conocimiento: el cociente
intelectual. ¿Por qué demonios hemos creído durante tanto tiempo que la
medición del CI era importante para la vida económica?
Ken Robinson: El cociente intelectual fue una de las nociones que surgió del
crecimiento de la psicología y la sociología, de los intentos de aplicar
las mismas características de las ciencias físicas a las personas. Lo
importante es que había dos fuerzas: por un lado, un verdadero espíritu
de investigación, para ver si podíamos medir la inteligencia igual que
medimos el movimiento de las mareas, pero también coincidió con el
crecimiento de la educación pública, que requería una manera eficaz,
rápida y objetiva de caracterizar a las personas para poder educarlas. Se necesitaba saber, en cierto modo, si tenían una inteligencia normal,
inferior a la media o extraordinaria. Alfred Binet, cuando creó el
primer test de inteligencia en París, estaba interesado en los niños con
necesidades educativas especiales. Para descubrir cuáles eran sus
necesidades, necesitaba tener una idea de cuál era la capacidad media.
Éste era el objetivo inicial. No obstante, los tests de inteligencia se
volvieron fundamentales para la categorización de alumnos en las
escuelas públicas, pero también para la selección en el ejército. Se han
convertido en un mito, me parece: han pasado a formar parte de nuestro
léxico cultural como si fueran objetivos. Una de las organizaciones
más importantes que hay es Mensa, la organización de personas con
cocientes intelectuales altos. Y me parece estupendo, no voy a criticar
a Mensa, pero me planteo si esto es así realmente. En realidad, el
test de inteligencia solamente mide la capacidad de hacer tests de
inteligencia. ¡Hay personas a las que estos tests se les dan muy bien!
Si queremos saber lo inteligente que es alguien, ¡por lo menos
deberíamos aceptar que la inteligencia entraña mucho más de lo que se
puede medir en un test del CI, ¿no deberíamos incluir también otras
preguntas? Como, por ejemplo: ¿sabes componer una sinfonía? ¿Sabes
interpretarla? ¿Sabes gestionar un negocio de éxito? ¿Sabes bailar?
¿Sabes escribir una poesía que conmueva a los lectores y les haga
llorar?
Eduardo Punset: O la empatía…
Ken Robinson: ¡La empatía! Si el ser humano solamente tuviera las habilidades que se
miden en los tests de inteligencia, la mayor parte de la cultura humana
jamás habría existido. Yo no querría vivir en un mundo así. ¿Tú sí?
Eduardo Punset: No.
Ken Robinson: Tenemos una visión de la inteligencia muy reduccionista.
Eduardo Punset: Me gustaría explicitar o sugerir a los teleespectadores los grandes
cambios, cuál es el contenido real de estos grandes cambios a los que se
está refiriendo Ken Robinson. Vamos a ver, empezó todo por un tipo de
pensamiento que era el de la Edad Media, OK. Luego nos dice en dos
palabras cuál era la síntesis de este pensamiento. Después viene el
Renacimiento, que es totalmente o muy distinto. Después viene el
pensamiento de la Revolución Industrial, lo que llamamos la Ilustración.
Después viene otro tipo de pensar distinto que es el Romanticismo, y
por último… ahí estamos ahora. Me gustaría que definieras, en pocas
palabras, la diferencia entre estos modelos, entre la Edad Media,
primero, el Renacimiento, luego, y después… ¿qué vino luego? La
Ilustración y el Romanticismo… ¿dónde estamos ahora?
Ken Robinson: ¿En pocas palabras?
Eduardo Punset: En pocas palabras. Toda la historia…
Ken Robinson: Toda a historia moderna de Europa en unas pocas frases, vaya. La
corriente mayoritaria en la Edad Media es que, por lo general, todo el
mundo estaba muy dominado por las ideas de la Iglesia, y había una
jerarquía social y económica muy marcada entre la aristocracia y la
población rural. En general, era un estilo de vida muy rural,
especialmente en toda Europa.
En el Renacimiento el desencadenante fue el redescubrimiento de los
textos clásicos, de los pensadores y filósofos griegos y romanos. Esto
condujo a un renovado interés por la vida intelectual y la belleza, y a
nuevas maneras de reconsiderar nuestro lugar en el mundo. Se
produjeron varios cambios importantísimos, por ejemplo el trabajo de
Copérnico y Galileo, que plantearon la posibilidad de que tal vez la
Tierra no fuera el centro del universo de Dios, y eso supuso una
especie de terremoto ideológico, con enormes cambios en la manera de
ver las cosas de la gente. Lo más importante es que la inmensa mayoría de gente ya no tenía que
depender de los argumentos y la autoridad de una minoría culta del
clero, porque la invención de la imprenta generalizó el acceso a las
ideas: la gente podía leer por sí misma las ideas y distribuirlas. Ha
habido varios ejemplos de tecnologías absolutamente revolucionarias,
como la imprenta. La televisión también fue una de ellas. Y creo que la
cultura digital de ahora también lo es.
Pero supongo que si hubiera que definir el gran cambio en unas pocas
palabras, diría que la conciencia humana ha ido expandiéndose más y
más, hacia fuera, hemos dejado de mirarnos el ombligo para intentar ser
más objetivos sobre nuestro lugar en el mundo y el orden de las cosas,
a medida que pasábamos de la Edad Media al Renacimiento y a la
Ilustración. En líneas generales, dejamos de considerarnos el centro de
la creación de Dios para vernos como parte de un cosmos mucho mayor.
Ahora mismo, nuestra generación (y con esto no me refiero a ti y a mí,
sino a toda la generación de personas que habitan en la Tierra ahora, a
todos los que convivimos en el planeta) tenemos que enfrentarnos a
retos que carecen de precedentes en toda la historia de la humanidad.
Uno de los motivos por los que defiendo con tanta pasión que hay que
modificar la educación y replantearse la creatividad es porque me
parece que, a no ser que cambiemos nuestra manera de pensar en nosotros
mismos, no estaremos a la altura de los desafíos a los que nos
enfrentamos ahora. Y, si no hacemos frente a los retos, ¡las
consecuencias podrían ser desastrosas! No quiero ser catastrofista,
pero me parece que hay muchísimo en juego.