14 de febrero de 2012

Enseñar tolerancia e intolerancia

http://criandomultiples.blogspot.com tolerancia
Nos alegraría saber que muchos padres o madres estáis leyendo estas líneas, quizá sorprendidos por el título. ¿Qué?, ¿cómo?, ¿hay que enseñar intolerancia? Pensamos que sí. Indudablemente hay que enseñar a nuestros hijos a ser tolerantes, con nuestras palabras y sobre todo con nuestros actos. Pero también debemos enseñar a ser intolerantes, claramente intolerantes hacia la violencia, el racismo o cualquier otro tipo de discriminación. Conocer, hablar sobre la violencia o el racismo e, incluso, aceptar a las personas con ánimo de cambiar estos comportamientos debe ir acompañado de una actitud de rechazo, de tolerancia cero frente a estas actitudes, por leves que sean.

Las palabras organizan el pensamiento y también al revés, el pensamiento se organiza con palabras. Expresiones como “moro” o “maricón” deben ser firmemente rechazadas, aportando razones a nuestros hijos. Porque asumir un lenguaje con este tipo de adjetivos, que a veces trivializamos, va conformando una manera de ser, instalándose poco a poco en la personalidad de los niños y de las personas de cualquier edad.

Pero esto solo no basta. Debemos enseñar a nuestros hijos que no es únicamente cuestión de cambiar las palabras: raza por cultura, sexo por género, o desigualdad por diferencia. Lo importante es construir juntos una sociedad convencidos de que la multiculturalidad y la aceptación de cualquier “otro” diferente, por color de piel, minusvalía, sexo, género, etc., no solo es enriquecedor sino que es nuestra condición humana normal. Todos somos seres humanos antes que blancos o negros, cristianos o musulmanes, heterosexuales u homosexuales, catalanes o vascos. Todos somos dignos por igual del mismo respeto. Buscadores de la verdad, no poseedores de la verdad.

No es tolerante el que quiere la uniformidad, persuadir a toda costa a otros para cambiar, para ser como uno quiere. Tampoco es tolerante el que quiere apartar de los ámbitos normales de convivencia a los diferentes. No es posible hablar de una sociedad justa si discriminamos en función de estas diferencias. Porque cimentar una sociedad justa y solidaria sólo es posible si educamos a nuestros hijos en la construcción de valores que permitan a cada uno desarrollar su vida desde el ideal de felicidad que haya escogido. ¿Cómo puede haber libertad para elegir si no hay diversidad? Cuanto mayor sea la diversidad a la que uno se enfrente, en estilos de vida, creencias, costumbres, religión, etc., mayor será la libertad.

La vida nos ofrece múltiples ocasiones que podemos aprovechar para hablar con nuestros hijos: en la calle cuando nos quieren limpiar los cristales de nuestro coche a toda costa; frente al chico negro que pide a la puerta de un centro comercial y pasamos sin respirar; cuando nos cuentan que en su colegio hay una niña que lleva velo y cambiamos de conversación; en la sala de espera del pediatra cuando se quedan mirando a un niño con síndrome Down o en silla de ruedas y no se atreven a preguntar. Nunca es tarde para reflexionar sobre estas oportunidades a veces desaprovechadas, para el diálogo, e incluso sobre nuestra propia reflexión.

Por eso, si alguna actitud intolerante debiéramos consentir a nuestros hijos, sería frente a la injusticia, la discriminación y la violencia. Y si algo debieran defender con pasión, serían las libertades individuales en un marco social de respeto y tolerancia.

“Con todas nuestras diferencias, compartimos un mundo. Ser tolerante es dar la bienvenida a las diferencias y deleitarnos compartiéndolas”.

Fuente: boletín FAMIPED.
Más info en 101 ideas para la tolerancia

1 comentario:

  1. Gracias por una entrada tan buena y tan importante.
    Nosotros hemos sido "diferentes" en muchas ocasiones. A veces tratados como tal, otras veces aceptados y respetados.
    Preguntémonos como nos gustaría ser tratados y tratemos así a los demás.
    Y sobretodo, seamos un buen ejemplo para nuestros hijos e hijas.

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